Información contra el coronavirus: "El mayor peligro es la histeria colectiva"
- Los hipocondríacos tienen experiencia previa en anteponer la razón a los miedos y han contrastado información
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Han temido muchas veces contraer algún tipo de enfermedad grave y han visto en ocasiones cómo ha aumentado su ansiedad ante un simple dolor de cabeza, una taquicardia o el descubrimiento de un lunar. A veces, su vida se ha visto condicionada por estos miedos.
Pero el coronavirus no ha conseguido cambiar sus planes ni viven preocupados por contraerlo. ¿Cómo lo han conseguido algunos hipocondríacos rebajar la alarma mientras ha ido subiendo entre ciudadanos que no tenían previamente temores irracionales a enfermar?
Para las cinco personas con hipocondría con las que ha hablado RTVE.es, la clave es sencilla: el acceso a una buena información, de calidad y contrastada, sobre el nuevo virus, su transmisión y su baja tasa de mortalidad.
“Cuando apareció el coronavirus por primera vez, lo que entendí de las primeras informaciones era que se trataba de una neumonía con más mortalidad de lo normal y que se transmitía como la gripe. Ya estaba pasando por mucha ansiedad por unos dolores en el tórax, pensando que era algo bastante serio”, explica Lucas, de 23 años.
"El mayor peligro es la histeria colectiva"
Aunque en ese momento apenas se había informado de unos “200 contagiados en China”, su angustia ante la posibilidad de poder contagiarse le llevó a pasar “un par de días encerrado en casa” y a avisar a su familia de de las normas básicas para no contagiarse”.
Tras hacer un trabajo interior para “hacer caso” a su parte “más racional”, el miedo bajó, pero duró poco. “Cuando llegó el primer caso a España, me volvió la preocupación y la ansiedad, tenía bastantes ideas fatalistas”.
La saturación de información y de desinformación, los comentarios de sus conocidos, y el coronavirus abriendo todos los días los telediarios no ayudaron hasta que no empezó a tomar fuerza el mensaje de calma y la información se fue clarificando: el coronavirus se pasa como un constipado, se transmite a través de gotas (por contacto de la saliva y las mucosas) y solo pueden correr peligro quienes tienen enfermedades previas, especialmente si son respiratorias.
“He aprendido que el mayor peligro es la histeria colectiva y ahora intento no meterme en ella”, concluye Lucas. Reconoce, sin embargo, que toma algunas medidas cuando sale a la calle para evitar contagiarse, como evitar tocar las barras en el metro.
Llevan ventaja a la hora de racionalizar miedos
“Los hipocondriacos tenemos cierta experiencia en poner la razón al sensacionalismo”, explica Andrés Aberasturi, a quien no le genera ningún tipo de ansiedad el coronavirus. Como reconocido periodista que es, Aberasturi sabe discernir la información real de los bulos y encontrarla entre la marabunta de desinformación. Por eso destaca que “lo que genera ansiedad e hipocondría es el desconocimiento”.
Manolo, de 52 años, también es periodista y está bien informado. Por ello, pese a reconocerse hipocondríaco, está más concernido por el impacto económico que pueda tener esta crisis sanitaria y por el colapso de los servicios de emergencia: “Imagínate que me caigo en casa y mi hijo tiene que llamar al 112 y le tienen esperando media hora porque todo el mundo llama por el coronavirus…”.
José, de 35 años, y Jaime, de 30, lidian con su hipocondría hablando con sus respectivos familiares y amigos que se dedican al ámbito de la salud, lo que les ha ayudado a tranquilizarse respecto al tema.
"Yo no llevo mascarilla porque me he informado bien hablando con una buena amiga que trabaja en Sanidad, y te fías más. Sí soy más cuidadoso con personas desconocidas al ir a saludar e intento buscar sitios con menos afluencia", reconoce José.
Jaime, en cambio, está algo más preocupado porque tiene asma, lo que le ha llevado a salir “lo menos posible a la calle” y “evitar el contacto cercano con todo tipo de extraños”. Reconoce que el metro es el ambiente que le produce “más estrés” y que ha “duplicado” el número de veces que se lava las manos al día, algo que ya hacía de forma elevada antes.
“Todos somos un poco hipocondríacos”
Precisamente por el desconocimiento es por lo que está subiendo la preocupación entre la ciudadanía. Personas que, sin ser hipocondríacas, compran mascarillas como si fueran a aprovisionar una clínica, otras que se cargan con provisiones como si la economía fuera a colapsar mañana y otras que ante el mínimo estornudo cerca les hace ponerse alerta. Y mientras, las llamadas al 112 por el coronavirus no cesan.
Isabel Aranda, doctora en psicología, ha explicado en TVE cómo ha evolucionado el miedo en la población general en tres fases. La primera, una fase "indiferente y lejana" cuando apareció en China; la segunda, "más cercana" y estresante al conocerse la propagación en Italia, y una fase "de choque" cuando el virus comenzó a detectarse en España. "Un 15% de las personas van a responder con mucha intensidad, otro 15% lo llevaría bastante bien y el 70% restante es el ansioso de información y necesita que le digan cómo controlar la información", ha añadido en el especial informativo de TVE.
“La hipocondría está relacionado con la ansiedad“
Aunque no se realizan diagnósticos como tal, “la hipocondría está relacionada con la ansiedad, se calcula que afecta a un 10% de la población”, expone Angélica Rodríguez, psicóloga habituada a tratar con personas con estas características a quienes los temores les afectan en la calidad de su día a día. Sin embargo, destaca: “Todos somos un poco hipocondríacos”. Rodríguez receta como remedio al alarmismo la información sanitaria bien contrastada, aunque recomienda visitar a un psicólogo si el miedo se vuelve irracional y provoca alteraciones en la vida de las personas.