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¿Brecha salarial? ¿Conciliación?: revisa los términos y condiciones al hablar de igualdad

  • Ante el discurso sobre feminismo y la igualdad, cabe una reflexión acerca del vocabulario habitual en estos temas
  • El uso de las palabras para una igualdad de género real es una responsabilidad también para los medios

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¿Cuánto nos queda para alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres?

Siguen siendo ellas las primeras que abandonan el trabajo para cuidar de sus familiares, las que desempeñan los trabajos peor valorados y las que ganan menos dinero a final de mes por realizar el mismo trabajo que sus compañeros. El próximo 8 de marzo, habrá muchas movilizaciones, pancartas y lemas coreados, y tan importantes como el hecho de manifestarse son las palabras que se proclaman. Y quizá conceptos manidos como la brecha salarial, la conciliación y la violencia de género necesiten una revisión porque no reflejan fielmente los términos y condiciones que exige suscribir una igualdad de género real.

Empecemos por aclarar la expresión “violencia de género”, tan disputada ideológicamente. No la busquen en el diccionario, porque la Real Academia Española (RAE) no se plantea incluirla hasta el año 2026, pero su significado lo resume bien la Guía para Mujeres Maltratadas que recoge la Fundación Mujeres: “Es la coacción física o psíquica ejercida sobre una persona para viciar su voluntad y obligarla a ejecutar un acto determinado”.

A la hora de hablar de violencia hacia las mujeres, son diversos términos los que se han utilizado entre los ciudadanos y, sobre todo, entre los partidos políticos: "Violencia de género", "violencia machista", "violencia doméstica", "violencia intrafamiliar"… Sin embargo, aunque se han intercambiado como si fueran sinónimos, no son lo mismo.

Como remarca la Fundación Mujeres, la violencia de género, machista o hacia la mujer tienen en común que nacen por una discriminación al sexo femenino, mientras que las llamadas violencia doméstica o violencia intrafamiliar no son tan claras al explicar ni la causa de la violencia ni quién es la víctima, solo el lugar donde se ejerce.

En definitiva, la Fundación Mujeres recomienda utilizar el término de “violencia machista” porque con estas dos palabras se comprende, desde un primer momento, que hablamos de la que surge por el desequilibrio de poder entre el hombre y la mujer.

Cada día son asesinadas 137 mujeres alrededor del mundo por un miembro de su familia

¿Brecha salarial? Más claro: brecha económica de género

Estos conceptos habituales en el discurso público, es importante delimitarlos bien en los medios de comunicación. Por eso, con ocasión del Día Internacional de la Mujer, RTVE organizó un coloquio, Igualdad de género: un derecho fundamental, para reflexionar el desequilibrio de poderes que sigue existiendo en la sociedad.

Uno de esos conceptos es el de "brecha salarial", con el que se denuncia que, por ejemplo, en 2018 el salario medio de los hombres fue de 25.044 euros brutos anuales frente a los 21.229 que habrían ganado las mujeres por el mismo tipo de trabajo. Una diferencia salarial de 3.815 euros que, lejos de reducirse, aumentó con respecto al año anterior (3.600 euros), según Adecco e Infoempleo.

Para Lourdes Arastey, magistrada de la Sala IV del Tribunal Supremo, no sería correcto hablar de “brecha salarial”. Subraya que la formulación de “igual puesto, igual salario es una obligación formal” y se pregunta quién se encarga de poner valor a las cosas. La magistrada afirma que el concepto adecuado sería “brecha económica de género” y añade que entre la sociedad existe una “pandemia” de negacionismo que cuestiona esta realidad.

“En cuanto una profesión se feminiza, bajan los salarios. Las profesiones masculinizadas están mejor pagadas”, asevera Arastey. “Los trabajos a tiempo parcial son oficios femeninos, no remunerados, para que ellas cuiden a su suegra. Para ellos, este tipo de trabajos son de consultoría bien pagada”, ironiza.

"¿Conciliación? ¡Si las que concilian siempre son ellas!"

Otro concepto que se enmarca en la brecha salarial, pero que no se corresponde correctamente con la realidad es el de la famosa "conciliación". "¿Conciliación? ¡Si las que acaban conciliando son ellas!", afirma tajante David Lafuente, vocal asesor del Ministerio de Igualdad.

Lafuente apunta que este término está muy asociado a la imagen femenina y que deberíamos dar la vuelta al concepto y hablar mejor de "corresponsabilidad". Y los datos le dan la razón: nueve de cada diez personas que abandonan su trabajo para cuidar de un familiar son mujeres, según la Encuesta de Población Activa (EPA).

No son solo recomendaciones para el ciudadano de a pie. El uso de las palabras para contribuir a una igualdad de género real supone también una responsabilidad prioritaria para los medios de comunicación, que pueden ser tanto parte del problema como de la solución.

Una de estas responsablidades para lograr una "comunicación inclusiva" pasa por no aceptar que todas las opiniones son igualmente válidas, incide la presidenta de la Fundación Mujeres, Marisa Soleto. "Nos pueden llegar a hacer pensar que todas las opiniones son equidistantes y defendibles en cosas que no lo son, como el vientre de alquiler, identidades o aborto", ha añadido.

En definitiva, y ante acontecimientos informativos como los del Día Internacional de la Mujer, es importante darse cuenta de que acertar con el vocabulario es una de las puertas hacia el cambio. Porque, además de los hechos, las palabras podrían ayudar a poner punto y final a la desigualdad de género.