Marika Vila: "Las mujeres no han tenido voz en el cómic, mientras su cuerpo era algo prioritario"
- La dibujante es la comisaria de la exposición Con voz propia: Mujeres cuerpo a cuerpo
- Puede visitarse en el Museo del Cómic de Sant Cugat del 7 de marzo al 7 de junio
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Desde este sábado 7 de marzo y hasta el próximo 7 de junio, el Museo del Cómic de Sant Cugat acoge la exposición Con voz propia: Mujeres cuerpo a cuerpo, que se enmarca dentro de la celebración del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo). Muestra la obra de 40 de las artistas más importantes del cómic español, desde la Segunda República hasta la actualidad. Hemos hablado con la comisaria de la muestra, la dibujante y pionera en la lucha por los derechos de la mujer Marika Vila (Barcelona, 1949).
“La exposición está planteada a partir de mi tesis de que el cuerpo es el conflicto en la obra de las autoras –asegura la dibujante-. En el cómic las mujeres no han tenido voz ni espacio, mientras la representación de su cuerpo era algo prioritario. Pero esa representación está hecha desde un punto de vista y un imaginario masculinos”.
“Choca muchísimo que, en este tan mundo masculinizado, las supermujeres, las superheroínas… suelen ser el anzuelo de las portadas, mientras que la mujer real, la voz de las autoras, ha ocupado muy poco espacio”.
Por eso –añade Marika- en esta exposición hemos buscado esas voces femeninas del cómic, desde la Segunda República hasta la actualidad, haciendo un recorrido por su obra y su grafismo, y fijándonos en los cuerpos. Cuerpos sicalípticos, cuerpos esteriotipados, cuerpos transgresores, cuerpos emergentes, cuerpos empoderados y cuerpos plurales. Ese es el planteamiento cronológico que, a la vez, sirve de geneaología, para demostrar que ha habido muchas mujeres en la historia del cómic”.
De la Segunda República hasta la actualidad
“En la exposición hay unos textos que nos sitúan en el contexto de cada época y lo que hay que fijarse. Por ejemplo, en la República parce que no existen las autoras de cómic. Pero estaban, aunque terminasen desapareciendo. Por ejemplo, Ana María Schmidt, hermana del famoso dibujante Martz Schmidt, era igual de buena que él, pero al final acabó cuidando de la familia. O Laura Albéniz, la hija del famoso músico, que también publica dibujos en esa época. Son dos de los ejemplos de que he llamado cuerpos sicalípticos”.
“Luego llegarían Lola Anglada, Francisca Bartolozzi (que era hija del historietista Salvador Bartolozzi)… Todas acabarían arrinconadas haciendo cosas para niños”.
“En la etapa de la dictadura -continúa- las autoras solo podían trabajar en el cómic femenino, que imponía a las mujeres un modelo de educación de madres y cuidadoras de los demás. En los 60, con el pop, uno de los roles que se nos otorgaron fue el de amas de casa y encargadas del consumo en el hogar. Luego llegarían mujeres que trabajan o estudian pero que solo podían aspirar a ser secretarias y enfermeras. Mientas los hombres eran médicos o abogados. Ningún cómic reflejaba todo lo que las mujeres trabajaban en casa, aunque no tuvieran ninguna carrera. Los cuerpos femeninos de esa época desaparecen bajo la moda y el maquillaje, con grandes vestidos”.
“A partir de los setenta aparecen los cuerpos transgresores, cuando empieza una auténtica revolución -añade Marika-. Pero esa ya es una evolución complicada de explicar y que es mejor que veáis en la exposición. Y que desemboca en las voces emergentes, hasta llegar a la mirada plural actual”
Cuando el cómic era cosa de chicos
Marika, que empezó a trabajar profesionalmente en la mitica Agencia Selecciones ilustradas con apenas 17 años, asegura que: “El cómic siempre ha partido de un punto de vista masculino. Y a partir de los años 40 se impuso una segregación radical: Todos los géneros estaban dirigidos a los niños, mientras que para las niñas solo había un pequeño espacio, el cómic femenino. Este era el discurso que el patriarcado hizo para la mujer y que marcó esa separación radical. Además, las historias para las niñas eran muy cortas, autoconclusivas… era un espacio muy pequeño. Y aunque había muchas lectoras, en cuanto crecían dejaban el cómic. porque no les ofrecía nada”.
“También se suele decir que el cómic es cosa de chicos porque parecía que no había autoras ni lectoras, pero sí las había -añade-. Lo que pasa que en los años del franquismo las lectoras se tenían que travestir para leer cómics. Por eso la exposición demuestra que, desde la República hasta hoy, ha habido muchas voces femeninas en el mundo del cómic y gracias a ellas se han reconstruido los estereotipos, aunque queda mucho por hacer”.
“La primera autora feminista del cómic español fue Nuria Pompeya”
En cuanto a la primera autora feminista del cómic español, Marika asegura que fue: “Nuria Pompeya” (en 1967 consiguió publicar en Francia Maternasis, uno de los primeros cómics feministas de occidente que mostraba la cara menos agradable de la maternidad).
“Pero cuando rascamos en el trabajo de las mujeres dibujantes, al final siempre encontraremos una necesidad de manifestarse –añade-. Y aunque el discurso con el que trabajasen fuera patriarcal, el simple hecho de conseguir trabajo en un mundo tan masculinizado ya era un triunfo feminista”.
“Las mujeres que trabajaron en el terreno del humor durante la Segunda República, con igual ímpetu que sus compañeros como Opisso o Junceda, como Lola Andrada o Josefina Tanganelli, que firmaba con un seudónimo masculino (Abel), estaban al mismo nivel que sus compañeros, pero fueron relegadas al cómic infantil”.
Rompieron el techo de cristal
Hubo que esperar a los años 70 para que las mujeres entraran en el cómic adulto: “Esa discriminación fue habitual en el cómic español hasta que, en los años 70, varias autoras, entre las que estábamos Nuria Pompeya, Laura Pérez Vernetti, Montse Clavé… rompimos ese techo de cristal. Y salimos de los cómics femeninos para participar en la creación del cómic de autor, en el que entramos con nuestras propias voces. Por eso la exposición se llama Con voz propia y mujeres cuerpo a cuerpo, porque analizamos las formas de expresar el cuerpo de cada una. Hasta finales del Siglo XX prácticamente sólo éramos ocho o nueve autoras en el cómic adulto”.
“Fue a partir de 2008, gracias a las nuevas tecnologías que no necesitaban el filtro de un editor y permitían un acceso directo a los lectores, cuando aparecen las autoras de cómic digital, que empiezan a manifestarse. Seguimos siendo minoría y queda mucho por hacer, pero hemos hecho una asociación de autoras de Cómic (AC) y ahora tenemos más fuerza para seguir luchando por la visibilidad en este mundo. Y también hemos influido en los nuevos autores masculinos que también están contribuyendo a cambiar ese imaginario machista”.
“Lo más urgente –concluye Marika- es conseguir que el cómic tenga un equilibrio de género y sea representativo de la sociedad. No que se utilice a los estereotipos. Afortunadamente la mirada contemporánea es cada vez más plural y estamos acabando con los estereotipos. Cada vez hay heroínas más potentes, más protagonistas femeninas… Cada vez hay una mayor diversificación de los protagonistas. Pero en el cómic comercial la cosa va más lenta”
Pionera de la lucha en los años 70
Marika lleva más de 40 años en esta lucha por la igualdad en el cómic, casi desde que comenzó su carrera en los años 70: “No he parado de luchar por esa igualdad. Durante décadas he trabajado en un espacio masculino, con compañeros a los que tenía que reivindicar cada palmo de terreno conseguido. Y siempre he intentado recuperar a todas las mujeres invisibles que me habían precedido o con las que convivía. A veces conseguíamos una atención momentánea hacia nuestro trabajo, pero siempre se olvidaba rápidamente. Espero que eso no pase ahora”.
Y es que los comienzos de estas autoras, en los años 70 fueron duros: “Nos publicaban cuando no tenían suficientes páginas de autores masculinos. Casi como un favor. Siempre nos costaba mucho más publicar y nos dejaban el espacio que les sobraba a los chicos, que tenían el discurso oficial. Nosotros teníamos otro discurso”.
“Los autores tienen referentes masculinos desde el principio de la historia del arte -añade-, pero para las autoras nuestros referentes también eran masculinos. Por eso yo intento que todas las autoras que podemos ver en la exposición se conviertan en referentes para las dibujantes de hoy y del futuro. Hay que construir el futuro día a día”.
Marika Vila acaba de reeditar ‘Mata Hari’
Hace apenas un mes se ha reeditado una de las obras clave de Marika Vila y de la época: Mata Hari (Isla de Nabumbu), que fue publicada de forma serializada en la revista Totem el Comix (1986-1992), que realizó junto al guionista Andreu Martín y que se edita por primera vez en un único tomo.
“Como todas las mujeres de mi época yo empecé (a los 17 años) dibujando cómic romántico para Inglaterra, Francia, Alemania… lo que hice durante varios años -nos cuenta-. A partir del 77 tuve la necesidad de participar en la llamada “generación del compromiso” e intentar construir el cómic de autor y reflejar todos los cambios que vivimos en aquella época. Y en mi caso, además decidí luchar por el feminismo”.
Y de esa época es Mata Hari, una de sus primeras obras largas para adultos. “Es un libro precioso que me encargó Toutain (el editor de cómics más famoso de la época), que me persiguió durante mucho tiempo -nos cuenta Marika-. Pero cuando le dije que sí, me comentó que tenía que ser con guion de un hombre, porque los temas de las chicas no le interesaban mucho al cómic. Al final Solo lo hice porque el guion era de Andreu Martin, un amigo mío”.
“El guion surge de una investigación que él había hecho sobre Mata Hari –añade-. Y coincidimos plantear una sátira típica de Andreu pero, al mismo tiempo, con toda la rigurosidad histórica que pudiéramos aportar. Queríamos romper el estereotipo de mujer fatal y rescatar a la auténtica Matahari. Por ejemplo un hombre espía y ligón sería un James Bond, un tipo fabuloso y con mucho glamour. Pero si hacíamos lo mismo con Matahari, era el gran peligro y la puta. Y quisimos hacer eso, rescatar a la auténtica mujer debajo del personaje”.
“Por eso dibujamos una aventura en la que descubríamos a esa mujer y, además, evitamos mostrar el fusilamiento, porque la propia Mata Hari dijo, en sus últimas palabras, que no quería que se la recordase como una víctima, sino como una mujer que quiso ser libre. Y pagó el precio. Porque nunca hubo pruebas de que fuese una espía. Lo que pasa es que tenía una vida que no era convencional para la época y la castigaron por ello”.
“Para el estilo, intenté experimentar, que es lo que siempre me ha animado en cada proyecto -añade Marika-. Quise reflejar el glamour de las mujeres de Alphonse Muncha. Y también reflejar la sátira de las revistas satíricas catalanas del expresionismo roto, humorístico, que le diera un fondo de opereta a todo, que era un poco el Madrid de la época, con todos esos espías pululando por ahí, cada uno a lo suyo”.
Destacar la portada, que no es completamente nueva. “Es el dibujo que preparé en los ochenta para la recopilación en álbum, que nunca llegó a salir por la crisis del papel y el cómic. En cuanto al interior del cómic hemos hecho un nuevo rotulado y hemos retocado el color. Hemos hecho un gran trabajo de reconstrucción”.
“También –añade- hemos recuperado dos historias cortas de la época, con guion de Felipe Hernández Cava. Y completamos el tomo con varios artículos de Andreu Martín, Norman Fernández, Felipe Hernández Cava e incluso uno mío, que sirven para contextualizar la obra”.