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Así llega el feminismo al 8M: los retos, los objetivos y los debates internos

  • Dentro del movimiento se aprecia una gran división al abordar temas como la prostitución o la gestación subrogada
  • Superar o asumir que hay opiniones diversas entre quienes persiguen la misma meta se convierte en su gran reto

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Así llega el feminismo al 8M

El poder de convocatoria del 8M en los últimos años refleja que son buenos tiempos para los que sueñan con la igualdad efectiva, pero esa evidencia, sumada a la relevancia pública que ha adquirido en el último lustro el movimiento feminista, no debe ocultar ni las décadas previas de lucha a contracorriente, ni las discrepancias que se dan entre quienes persiguen un mismo fin.

Hay gran consenso sobre cuál es la meta -acabar con todos los tipos de opresión y violencia que sufren las mujeres- pero no sobre las vías para llegar a ella. Se aprecian dentro del feminismo diferentes posturas a la hora de abordar temas como la prostitución, la gestación subrogada o la identidad de género, debates internos que pasaron más desapercibidos en años anteriores durante el Día de la Mujer, pero que esta vez harán que el movimiento llegue algo más tensionado a las manifestaciones del domingo.

Superar o asumir la pluralidad de opiniones se convierte en uno de los grandes retos del feminismo actual, que aspira en la teoría a ser cada vez más inclusivo.

No obstante, son esas discrepancias internas las que demuestran que el movimiento está más vivo que nunca y que no hay un solo feminismo, sino muchos feminismos. Todos ellos volverán a confluir en las calles este 8M, la cita ineludible para quienes ven la movilización como una nueva oportunidad para mostrar un compromiso común que va más allá de las etiquetas.

El feminismo de hoy: flexible y transversal

Precisamente, una de las razones por las que el movimiento ha conseguido adentrarse en tantas esferas durante los últimos años está en la transversalidad y en que no hay una mirada única y ni una sola formación política que lo acapare. Lo abrazan partidos situados a ambos lados del espectro ideológico, aunque, eso sí, de diferente forma.

Esto último también ha generado cierto conflicto. ¿Cualquiera que se considere feminista es verdaderamente feminista? ¿Hay grados?

No hay solo una respuesta para estas cuestiones porque nuevamente hay quienes creen que no todo vale y quienes se muestran más flexibles con el objetivo de huir de la polarización y evitar que al feminismo se le acuse de sectarismo o se convierta en una caricatura.

¿Debe abrazar otras luchas?

Otra cuestión con respuesta ambigua tiene que ver con los límites del feminismo. Un sector considera que el movimiento únicamente debe centrarse en liberar a las mujeres porque introducir otras agendas podría desfigurarlo, mientras que otro entiende que el movimiento no puede estar alejado de otras luchas y que debe ser, por ejemplo, anticapitalista, antifascista y ecologista.

De lo que no hay duda es de que el feminismo tiende a ser cada vez más diverso, una inercia que lo lleva a marcarse como objetivo el de alcanzar una auténtica interseccionalidad, es decir, trabajar para que acoja en mayor medida las reivindicaciones de las mujeres que sufren discriminación por su etnia, su raza o su orientación sexual.

Los grandes debates: prostitución y gestación subrogada

En cuanto a los temas que unen, hay gran consenso cuando se habla de educar en igualdad desde la infancia, luchar desde las instituciones para combatir la violencia de género o establecer medidas que hagan frente a la brecha salarial o el techo de cristal.

Sin embargo, hay pluralidad de enfoques al abordar asuntos como la prostitución o la gestación subrogada, los debates que muestran mayor división dentro del movimiento.

En el caso de la prostitución, se distinguen dos grandes grupos de feministas: el que pide su abolición por considerar que en una sociedad patriarcal no puede existir elección libre (el mayoritario), y el que apuesta por regularlo como cualquier otro trabajo, aludiendo, precisamente, a esa supuesta libertad de elección.

Irene Otero, activista en la Comisión de Comunicación de la Asamblea Abolicionista de Madrid, defiende en declaraciones a TVE que "los hombres, los jóvenes, no pueden percibir a las mujeres como iguales cuando una mujer se puede comprar por 20 euros", mientras que, desde una visión diferente, otra activista, Justa Montero, opina que quienes deben tener la palabra son "las mujeres que trabajan en prostitución".

Los debates dentro del feminismo: la abolición de la prostitución

Sobre esa misma base se asienta el debate sobre la gestación subrogada o los llamados ‘vientres de alquiler’.

Por un lado, un sector mayoritario considera que deben estar prohibidos y argumenta que se trata de una forma de explotación que afecta a mujeres con pocos recursos económicos y atenta contra sus derechos y su dignidad. Por otro, hay quienes creen que la mujer tiene derecho a decidir libremente lo que hacer con su cuerpo y piden legalizar y regular esta práctica.

División también sobre la identidad de género

A estos temas se suma otro no menos complejo, el de la la identidad de género, que nuevamente genera disconformidad.

Hay feministas que consideran que las mujeres están oprimidas por las características sexuales con las que nacen y opinan que una mujer 'trans' o perteneciente al llamado colectivo 'queer', que no se identifica con ninguno de los dos géneros, sufrirá una discriminación diferente al resto. Por tanto, creen que la suya es otra lucha.

"No se le puede pedir al feminismo que sea un cajón de sastre en el que vale todo, porque eso es restarle su fuerza", opina Ana de Miguel, profesora de Filosofía Moral y Política de la URJC.

En cambio, otras activistas defienden la teoría 'queer' y rechazan que haya que clasificar a las personas en hombres o en mujeres por considerarlo una construcción social, como Ana Hernando y Metxu de la Llave, voceras de la Comisión del 8M, quienes consideran que el femenismo debe incluir a toda persona que se sienta mujer.

"Si una persona se identifica como mujer pues es una mujer, lo mismo que si una persona dice que es feminista no sé quién le puede decir que no lo es", argumenta Hernando.

Este tema ha cobrado gran relevancia en vísperas del 8M tras la polémica provocada por la expulsión del Partido Feminista de IU por sus posiciones sobre las personas transgénero, que han sido duramente criticadas en otros sectores del feminismo por "transfobia".

El germen del 8M

Este agitado camino que ha recorrido el feminismo hasta llegar a un nuevo 8M nunca habría existido si no se hubiesen dado antes pequeños y grandes pasos. Por eso, sin olvidar que los mayores logros del movimiento fueron cosechados en sus tres primeras olas –así se le llama a las distintas etapas del feminismo-, conviene recordar algunos acontecimientos recientes en el tiempo que han contribuido de manera directa a que la lucha por la igualdad haya saltado desde un terreno más teórico hasta el ‘campo de batalla’, es decir, hasta las calles.

El 3 de junio de 2015 fue un día clave. La indignación por el asesinato de la adolescente argentina Chiara Pérez llevó a las mujeres de ese país a exigir el fin de los feminicidios, al grito de tres palabras convertidas hoy en símbolo de la lucha contra esa lacra: “ni una menos”.

Ese mismo año, además, tuvo lugar en España la primera gran manifestación contra la violencia de género, precedida por el famoso ‘tren de la libertad’, que ya circuló en 2014 por las calles de todo el país para impedir la reforma de la ley del aborto.

Fue en esos años cuando la lucha colectiva a la manera en que la entendía Simone de Beuvoir comenzó a abrirse paso, acogiendo a gente que entonces ni siquiera tenía por qué saber lo que significaba la palabra feminismo. El objetivo era defender causas que siguen congregando a millones de mujeres.

El 21 de enero de 2017, otra gran manifestación siguió alentando a las mujeres en la defensa de sus derechos a pie de calle, la ‘Women’s March’. Fue la protesta más multitudinaria en Estados Unidos desde la Guerra de Vietnam, con una réplica de casi 673 marchas “hermanas” en otros puntos del planeta. Desde entonces, cada 8 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, una marea violeta inunda ciudades de todo el mundo, desde Brasil hasta Pakistán.

Fenómenos nacidos al calor de las redes sociales

El poder de las redes sociales ha logrado amplificar el clamor de las calles, como también hizo con el movimiento ‘Me too’ y con otros tantos fenómenos surgidos en los últimos años para visibilizar la discriminación femenina en cualquier esfera: desde la performance que popularizó la frase ‘El violador eres tú’, hasta el hashtag #YoSíTeCreo, en apoyo a la víctima de La Manada.

Cada uno de esos movimientos ha calado de manera profunda en la ciudadanía, que tiene ahora los ojos mucho más abiertos y por eso es capaz de detectar hasta el machismo más arraigado en el entramado social, el que poco a poco va saliendo de la trinchera.

En España -considerado uno de los referentes en la búsqueda de la igualdad real- el feminismo ha conseguido poner contra las cuerdas, incluso, al Poder Judicial.

Durante los últimos años, la sociedad ha salido a las calles para protestar por algunas sentencias que demuestran que los operadores jurídicos no son inmunes a los estereotipos que discriminan a la mujer.

El caso más significativo es el de La Manada, que también visibilizó el desdoblamiento entre abuso y agresión sexual, el cuestionamiento de la veracidad de las denuncias y la doble victimización que a veces cae sobre quienes han sufrido violencia machista.