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Muere el Premio Cervantes José Jiménez Lozano

  • El escritor y periodista fue Premio Cervantes 2002 y director del periódico El Norte de Castilla
  • Es el autor de obras como "Los cementerios civiles" y "El grano de maíz rojo"

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Imagen de archivo José Jiménez Lozano
Imagen de archivo José Jiménez Lozano

El escritor José Jiménez Lozano, Premio Cervantes 2002, ha muerto este lunes en Valladolid a los 89 años, según han confirmado a Efe fuentes próximas a la familia.

14 horas - El mundo de la cultura despide al escritor José Jiménez Lozano - Escuchar ahora

Avisador, irónico, subversivo, Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930) fue un denodado indagador de la esencia y condición humanas que reflejó en más de medio centenar de títulos. Publicó 26 novelas, 12 libros de cuentos, nueve poemarios y siete diarios, todos derivados de su formación y profesión periodística.

De gran formación intelectual, el autor de ensayos clave como Los cementerios civiles y la heterodoxia española y Guía espiritual de Castilla, acomodó entre sus lecturas a una pléyade heterogénea de autores de diversas tendencias, épocas y registros como Spinoza, Kierkegaard, Pascal, Flannnery O'Connor, al margen de sus predilectos San Juan y Santa Teresa.

Corresponsal en el Vaticano

Tras cursar estudios de Derecho, Filosofía y Periodismo, empezó a colaborar en el diario El Norte de Castilla en 1956 para el que ejerció de corresponsal durante el Concilio Vaticano II. Algunos de sus artículos serían recopilados en el libro Un cristiano en rebeldía, al que siguió la publicación periódica Cartas de un cristiano impaciente y el ensayo Meditación española sobre la libertad religiosa.

Con Nosotros los judíos (1961), un opúsculo, se estrenó en la letra impresa y con Historia de un otoño (1971) inició una secuencia editorial que, entre otras lenguas, ha sido traducida al francés, ruso, italiano, checo e islandés, y merecido los principales galardones de la letras hispanas.

Premio Cervantes

Tras haber recibido el Premio Castilla y León de las Letras y el Premio de la Crítica, en 1992 obtuvo el Premio Nacional de las Letras Españolas y, en 1999, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, aunque el mayor galardón le llegó en 2002 con el Premio Miguel de Cervantes de las letras españolas por su trayectoria.

Tras jubilarse de su actividad profesional en 1995, siguió publicando títulos como Las sandalias de plata en novela, El tiempo de Eurídice en poesía o Un dedo en los labios en cuento. En 1998 se convirtió en patrono de la Residencia de Estudiantes de Madrid y un año después fue distinguido con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

En 2006 ganó el Premio Cossío de Periodismo a la trayectoria profesional y fue nombrado Académico de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. También es Doctor Honoris Causa por la Universidad Francisco de Vitoria desde 2008 y corresponsal honorífico de Radio Televisión de Castilla y León desde 2015. En noviembre de 2017, el papa Francisco le concedió la cruz 'Pro Ecclesia et Pontifice'.

Una obra inclasificable

José Jiménez Lozano ha dejado una obra inclasificable por haber circulado prácticamente a contracorriente de la moda imperante en cada momento, una protesta contra la iniquidad de una sociedad donde el hombre es el enemigo de sí mismo, una constante que también reflejó en su faceta de articulista y editorialista en cabeceras nacionales como El País, ABC, La Razón y El Norte de Castilla.

Señaló a los políticos pero no participó de la política de la que criticó sus excesos, y elogió la religión y sus valores espirituales pero no fue un escritor católico como fue etiquetado en ocasiones. De todo ello dio cuenta en ensayos de referencia como Guía espiritual de Castilla y Los ojos del icono, que escribió para 'Las Edades del Hombre', la serie de exposiciones en las que junto a José Velicia obró el prodigio de hacer hablar a las imágenes en la lengua del siglo XXI.

Desde su domicilio en el pequeño pueblo de Alcazarén (Valladolid), donde será inhumado la tarde de este lunes, construyó un universo literario en el que profetizó las consecuencias de un mundo discontinuo e inestable, sin sujeción y abocado a catástrofes humanas como los dos grandes totalitarismos del siglo XX.

Siempre se consideró al servicio de la escritura y no al revés, desposeído de un 'yo' al que siempre acusó de ominoso y perturbador, por lo que se intituló como un modesto 'escribidor' a quien no alteraron los oropeles de unos premios que durante los últimos años, por otra parte, le hicieron más visible.

Su obra está concernida por el sentido estricto de la moral y la justicia, de ahí el amor, piedad y conmiserativa que proyectó hacia los grandes marginados e incomprendidos de la historia, entre ellos su predilecto Miguel de Cervantes, de quien asumió su ironía contestataria como lenitivo de menesterosos.

Toda esa profundidad y hermosura vertió en los delicados poemas que anudó en cerca de una decena de títulos para reforzar el grosor de una obra y la densidad de un pensamiento de primer orden en la cultura española de las postrimerías del XX y comienzos del XXI, también en las numerosas conferencias inéditas que ha dejado.

La editorial Confluencias, a punto de cumplir 80 años, prepara una reedición de Precauciones con Teresa y el Centro Internacional Antonio Machado (CIAM) ha programado para este julio en Soria un congreso internacional sobre su legado.