'Annemarie', una disidente de género, sexual y política
- María Castrejón y Susanna Martín recrean la vida de la viajera, escritora y fotógrafa
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Annemarie Schwarzenbach (1908-1942) fue una doctora en filosofía, arqueóloga, periodista, fotógrafa y novelista suiza, conocida sobre todo por su faceta de escritora de viajes, por ser pionera en la lucha por los derechos de la mujer y vivir su lesbianismo con naturalidad (en una época en la que eso era impensable). Ahora la escritora María Castrejón y la dibujante Susanna Martin recrean su vida en la apasionante novela gráfica Annemarie (Norma).
“Me fascina desde que vi por primera vez un retrato suyo y leí su biografía, en 2001 –asegura Susanna-. Desde entonces no hice más que leer sobre ella, sus escritos, sus artículos de viajes y buscar sus libros de fotografías. Siempre tuve la determinación de que haría algún proyecto sobre ella, hasta que me llegó la oportunidad”.
María Castrejón comparte esa fascinación: “Me interesó Annemarie por su humanidad, sensibilidad y complejidad. Fue una adelantada a su tiempo ya desde la infancia, que quería que se reflejase bien el cómic, y fue muy libre como mujer y lesbiana, algo que vivió con naturalidad. Luchadora desde su juventud, como se aprecia en sus artículos. Aventurera, polifacética, femista. Además, sus textos son muy modernos”.
“No me gusta decir que se adelantó a su tiempo –añade Susanna-. Ella seguía la moda, los años veinte y treinta fueron muy extremos en todos los sentidos, y las mujeres pudieron sacarse de encima muchos encorsetamientos y consiguieron algunas libertades, como usar pantalones o cortarse el pelo con la nuca rasurada. Se puso de moda usar corbatas y dejar de usar sombrero, y en algunos países se permitían los antros y cabarets para homosexuales y travestis. Al ser de una familia rica tuvo privilegios y facilidades para estudiar una carrera y doctorarse, tener un coche para ella y viajar a donde quisiera”.
“En el cómic hemos querido mostrar la evolución de la protagonista –continúa Susana-, desde que nace hasta su muerte a través de sus relatos de viajes lejanos y de viajes a lo más interior de su ser, para rescatarla del olvido como un acto de justicia y así darle el lugar en la Historia que se merece”.
Luchadora por las libertades y superviviente
Annemarie pertenecía a una de las mejores familias de Alemania (su madre estaba emparentada con el canciller Von Bismarck y era amiga de la Infanta de España), pero eso no impidió que siempre fuera una rebelde: “Annemarie Schwarzenbach fue una disidente de género, sexual y política. Se cuestionó sus privilegios de clase y de su blanquitud: era muy consciente de la opresión racial y la explotación de la clase obrera. También de los pueblos oprimidos como el palestino o el kurdo. En las crónicas y relatos de sus viajes y en sus fotografías había denuncia e intentó formar parte de la Resistencia antinazi”.
Susanna añade que: “Annemarie se movió siempre en los márgenes, por su aspecto y maneras andróginas inclasificables, sus adicciones a las drogas y al alcohol, su afición a los coches y a los viajes, y también en los márgenes de la salud, mental y física. Annemarie Schwarzenbach fue una superviviente”.
Desde muy joven se le diagnosticó esquizofrenia, lo que para sus contemporáneos explicaba en parte ese comportamiento adelantado a su época. “Yo, como “enferma mental”, entiendo que su extrema sensibilidad le condujera a la creación –asegura María-, y a una creación muy personal (sus fotografías, artícilos…) ya que las personas con trastornos mentales suelen tener una mirada diferente”.
“Tras conocerla tanto –continúa María-, creo que hoy en día la habrían etiquetado con el mismo trastorno que a mí, TLP (Trastorno Límite de Personalidad) ya que cumple muchos de sus ítems: la adicción, la hipersensibilidad, los arranques de violencia, un gran sentido de la justicia, la superposición de parejas y práctica del sexo, el sentimiento de vacío, el pensamiento recurrente en la muerte hasta llegar al intento de suicidio, el andar hasta sentir dolor y esa enfermiza relación su madre”.
“Annemarie buscaba amor y necesita huir de su casa, de la relación tóxica con su madre, pero luego quería volver, la llamaba, como puede verse en Muerte en Persia. Vivió siempre una agonía, del agon griego, “lucha”. Una lucha interna amor odio por su madre; huida y regreso; usar el dinero de su familia, pero sentirse culpable. Necesitaba a alguien que comprendiese su sufrimiento, que la quisieran. No sabía estar sola. Pero al final aprendió. Encontró su lugar” -concluye María-.
Los locos años 20
A su situación personal, habría que añadir que Annemarie vivió la época de entreguerras. “Los años veinte y treinta fueron muy extremos –asegura Susanna-. Se vivía en una extraña paz tras la Gran Guerra, con resentimientos políticos. De repente Berlín se convirtió en una ciudad donde todo era posible, donde te podías expresar como quisieras, y por otro lado, el partido de Hitler empezó a subir sin que las izquierdas se lo tomaran muy en serio”.
“La familia de Annemarie Schwarzenbach era muy próxima a las ideas nazis –añade Susanna- y en alguna ocasión invitaron al führer, a sus ministros o a Wagner a comer a la casa familiar. Annemarie, en cambio, asistió a un congreso comunista en Moscú y se codeaba con intelectuales de izquierdas como la familia Mann, la actriz de Nosferatu, Ruth Landshoff, Stefan Zweig, Marlene Dietrich o la fotógrafa Marianne Breslauer, quien la introdujo a la fotografía”.
Pero sus ideas y su sexualidad hicieron que se distanciara de su familia: “Annemarie fue rechazada por su familia por sus ideas comunistas y su lesbianismo público –nos comenta Susanna- y curiosamente también fue rechazada por una de sus mejores amigas, Erika Mann, por pertenecer a una familia rica, pronazi y… por su adicción a la morfina y al alcohol. Aunque luego fue olvidada y sepultada por la historia, sí creo que en su momento Annemarie era conocida y respetada profesionalmente. Colaboró con varios medios escribiendo reportajes y crónicas de sus viajes, y además también realizaba ella las fotografías”.
“De nuevo vuelve el agon –añade María-, pues ella proviene de la alta burguesía, pero en sus viajes quiere vivir con la gente humilde. Sin embargo, no estaría allí si no fuera por el dinero de su familia”.
Debido a su posición y a sus viajes, Annemarie se codeó con grandes personajes de la época, como nos comenta María: “Las celebridades que hemos querido reflejar, porque han tenido una gran influencia en su vida, han sido, sobre todo, Erika Mann y Klaus Mann, hijos de Thomas Mann, premio Nobel de Literatura, quien la llamaba “el ángel devastado”. Esa que fue nombrada como la “generación perdida”. Erika Mann es muy importante en la vida de Annemarie ya que estaba enamorada de ella aunque nunca fue correspondida, incluso la falló como amiga en los últimos años de su vida. También Carson Mccullers toma mucha relevancia en la vida de Annemarie, se hacen muy amigas en Nueva York y Mccullers se enamora perdidamente de ella, hasta le dedica su magnífico libro Reflejos en un ojo dorado”.
Se han inspirado en su literatura y sus fotografías
En el cómic aparecen fragmentos de las obras literarias de Annemarie y algunas de sus fotografías, que han inspirado mucho a ambas autoras. “Creo que ilustran perfectamente su carácter y llenan de poesía la obra –afirma María-. A mí, personalmente, con gran mi sensibilidad, muy parecida a la suya, su literatura me ha influido mucho. En algunos momentos, me ha hecho llorar pues en el periodo de creación me fundí tanto con Annemarie que luego me costó soltarme de su mano”.
Y es que ambas autoras han pasado años documentándose sobre el personaje. “Viajé a Suiza y visité todos los lugares emblemáticos –nos cuenta María-. Su casa familiar, su escuela, la localidad sobre la que hizo el doctorado, la casa que se compró en Sils y su adorado lago, las antiguas fábricas de telas de la familia donde hoy en día Alexis Schwarzenbach, descendiente de la familia, tiene su despacho. Me dejó ver el álbum familiar, fue un momento mágico. También visité su tumba”.
“Me he documentado –continúa María- con su obra, sus biografías y, sobre todo, con un libro en francés que me regaló Alexis Schwarzenbach, Maman, tu dois lire mon libre. Annamarie Schwarzenbach, sa mère et se grand-mère, que no la idealiza, que era lo que yo quería, la Annemarie humana y la relación con su familia. También visité la biblioteca de Berna donde pude ver fotografías y manuscritos”.
Un afán por la documentación que ha compartido Susanna: “Leí todo lo que pude. Por suerte leo en francés, así que mucha de su obra sin traducir al español pude leerla también. Conseguí incluso el catálogo de una exposición sobre Annemarie Schwarzenbach que se hizo en Lisboa de fotografías suyas. Y María y yo pudimos viajar a Suiza para recorrer las localidades donde vivió, visitamos el Archivo Nacional Suizo y nos encontramos con Alexis Schwarzenbach, el sobrino nieto que regenta la fábrica familiar. Éste nos dejó ojear los álbumes familiares y nos regaló libros y biografías de Annemarie y de su madre con fotografías inéditas”.
“Las fotografías de Annemarie fueron clave –confiesa Susanna-. De sus retratos, puedes interpretar a través de su actitud, ropa y gestos su carácter. Y de sus fotografías de viajes, puedes ver cómo con los años va tomando una postura crítica y de denuncia, por ejemplo con la explotación obrera, el racismo e incluso el colonialismo. Además, había una intención compositiva interesante. Era una buena fotógrafa. A nivel de documentación para el cómic, de las fotografías también he sacado detalles como el tipo de ropa, calzado y objetos cotidianos”.
Unos dibujos alucinantes
Os avanzamos ya que esta novela gráfica será uno de los títulos más destacados de este 2020, porque combina una historia apasionante con unos dibujos alucinantes. Y es que este es el mejor trabajo de Susanna Martín hasta el momento. Y no ha estado exento de desafíos: “El principal desafío ha sido captar en dibujo el magnetismo que desprendía Annemarie –confiesa Susanna-. Me costó mucho dar con su mirada y que resultara como personaje de cómic. Y luego, al ser un proyecto tan personal, he experimentado mucho en cuanto a técnica y narración”.
“Este cómic se ha realizado durante ocho años –continúa Susanna-, así que un problema era mi evolución en dibujo, técnica y narración. Lo solventé trabajando por viajes o capítulos. En esos ocho años han habido muchos parones de varios meses, así que lo hacía coincidir con sus etapas vitales de la protagonista y creo que el resultado ha sido bueno”.
Reflejar la enfermedad mental de la protagonista también ha sido un desafío para Susanna: “Para expresar los demonios internos de la protagonista así como la evolución de su trastorno usé mucho tinta y acuarelas analógicas y en sus últimas crisis un trazo rojo nervioso. Tenía que intentar representar el “salirse de una misma”.
Destacar las maravillosas viñetas en las que Susanna dibuja la música que se escucha en algunas escenas: “Me encanta que haya música en mis cómics, en casi todos hay. La música también forma parte del proceso de documentación y creación del cómic, a veces me sugiere escenas. Además, pienso que a la gente curiosa y melómana le puede gustar leer y escuchar esa música de fondo, para ambientarse como yo hice”.
Sus proyectos
Susanna también acaba de publicar un cómic sobre Lorca: Residencia de estudiantes (Bruguera), centrada en su época estudiantil, durante la que coincidió con Buñuel y Dalí. “Uno de los motivos iniciales por los que dudé si era buena idea o no este proyecto era porque efectivamente ¡hay un porrón de cómics sobre Lorca! Y todos muy buenos. Era un encargo de la editorial, pagaban bien y lo vi como una oportunidad de hacer algo como autora completa, así que le di una vuelta a cómo enfocarlo”.
“Partí de lo que teníamos en común Federico (antes de convertirse en Lorca) y yo: éramos de pueblo y homosexuales –asegura Susanna-. También vi que la mayoría de las biografías sobre él son muy androcéntricas y homófobas, así que decidí darle mucho más peso a un universo más diverso que probablemente giró a su alrededor, rescatar figuras olvidadas como Agustina González o Concha Méndez y reivindicar la pluma de Federico, es decir, su identidad marica (que por ese motivo lo mataron)”.
“La forma en que planteé la estructura y la narración tienen mucho que ver con la simbología de su poesía antes de 1929 y con el teatro. De hecho, me hace especial ilusión que gente que ha leído el cómic proveniente del mundo del teatro le haya encantado. Para mí eso es un éxito” –añade Susanna-.
En cuanto a sus proyectos, Susanna nos avanza que: “Actualmente estoy terminando un cómic largo con guión de Miguel Ángel Giner Bou titulado Ofensiva Final, y que publicará este año Dolmen. Y además con Oxfam Intermón también sacaré esta primavera un pequeño cómic de grapa, En bandada, sobre las trabajadoras del hogar y de cuidados nicaragüenses migradas en Bizkaia”.
En cuanto a María Castrejón: “Ando con una nueva propuesta de novela gráfica de la que no quiero hablar para que no se gafe. Y mientras continúo escribiendo mi quinto poemario No hay hormigas en la antártida, en el que hablo de mi encierro en casa ya que sufro de agorafobia y fobia social. También el año que viene saldrá una antología de mi obra poética (2011-2021)”.
Tres mujeres que unen sus talentos en una de las novelas gráficas del año. ¡No os la perdáis!