El coronavirus cancela las bodas: "Que sea un día de celebración y no un día de miedo"
Invitados de Madrid, Barcelona o Reino Unido; un testigo de la República Checa; y familiares de edad avanzada con alguna patología. “Aguantamos hasta última hora, pero hemos cancelado la boda”, dice Pili, cuyo enlace civil estaba fijado para el 4 de abril en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra).
Los banquetes de bodas en plena pandemia de coronavirus son imposibles y las cancelaciones han tenido su propia curva exponencial esta semana que ha culminado con declaración del estado de alarma.
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Otra cosa son las ceremonias. “Iremos a firmar al ayuntamiento para casarnos y cuando pase todo esto fijaremos una nueva fecha para la fiesta. Para que sea un día de celebración y no un día de miedo”, asume.
En la Comunidad de Madrid y Galicia, el cierre de todos los establecimientos salvo supermercados y farmacias supone, de facto, la cancelación de todo banquete a partir del sábado de 14 de marzo. Incluso la ceremonia civil está ya restringida en la capital: el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, anunció que solo podrán acudir los contrayentes y testigos, amén de celebrarse a puerta cerrada.
Respecto a la ceermonia religiosa, cada arzobispado tiene su librillo. En algunos, como el de Valencia, se adaptan a la norma de un tercio del aforo que decretó el Gobierno, ya sea para bodas, exequias, misas o funerales. Otros, como el de Córdoba, recomiendan ya que participen únicamente “los familiares y personas más allegadas”.
¿Quién paga la fiesta?
Según el INE, en 2018 se celebraron 163.439 bodas en España. La coste varía según la comunidad autónoma, pero la media para una boda con 130 invitados es un gasto de 20.000 euros. Supone un 65% del presupuesto nupcial (el resto es básicamente vestido y fotografías y vídeo).
El golpe al sector es tal que hasta los organizadores de bodas, que trabajan con más antelación a la celebración, también están afectados y piden que su nombre no aparezca en el reportaje por el temor a espantar potenciales clientes para mayo o junio. “Las bodas de abril se han anulado; y las de mayo y junio estamos esperando a ver qué dicen”, explican.
Reservas, contratos, pruebas de vestuario o catering: todo se aplaza. Los empresarios y de fincas y catering estudian cómo paliar con las medidas económicas aprobadas por el Gobierno el parón indefinido de su actividad, que temen afecte a la temporada de comuniones, y esperan que las medidas no se extiendan al verano, pico de celebraciones nupciales.
Eso sí, hoteles y salones no suelen reembolsar fianzas, sino que dan facilidades para buscar otra fecha. “La hemos pasado a octubre. Nos ofrecían fechas de julio, pero las autoridades han dicho que puede durar meses”, cuenta Carlos, que celebraba en dos semanas una boda con 195 invitados en Cáceres. “La cancelamos este martes porque nos parecía irresponsable: venían 60 personas de Madrid y 10 de Vitoria. Es lo de menos, la boda es una celebración”.
“En nuestro caso los proveedores (autobuses, fotógrafo) nos han dicho que no hay problema para moverlo a otra fecha, aunque sería imposible que todos puedan hacerlo el mismo día”, explica Pau, optimista con su boda del 25 de abril en Valencia con 120 invitados. “Bodas de las siguientes dos semanas se han anulado, pero la nuestra puede salir y, si no, nos devolverían la señal. Pero tengo la esperanza de que sea la primera boda tras la crisis”.