La furia del virus y las guerras en Oriente Medio
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Es el enemigo común. El coronavirus mantiene un combate contra todo el planeta pero, a pesar de sus devastadores efectos, no es capaz de parar las guerras. Desde Siria a Yemen, de Libia a Afganistán los enfrentamientos se suceden en Oriente Medio, una zona donde parece muy difícil encontrar una vacuna que pare los conflictos.
Aunque las protestas populares que se estaban produciendo en países como Líbano, Irak o Argelia se han detenido y la propagación del virus ha acallado las voces que clamaban por la justicia social, gobiernos representativos y contra la corrupción, las balas son más difíciles de silenciar.
Libia y Siria, situación desesperada
En Libia, cuya guerra dura ya 9 años, se ha pactado una tregua humanitaria ante la amenaza del Covid 19 pero muchos, acostumbrados a las constantes violaciones de alto el fuego, se preguntan cuánto va a durar este paréntesis.
En este país, convertido en un territorio sin ley, se enfrentan señores de la guerra, islamistas, milicias que combaten entre sí y las fuerzas del comandante Hafter y su auto proclamado Ejército Nacional Libio contra el Gobierno de Acuerdo Nacional, reconocido por Naciones Unidas. El secretario general de la ONU Antonio Guterres ha pedido a las partes que acepten un borrador de acuerdo de alto el fuego derivado de las conversaciones de la Comisión Militar Conjunta, facilitadas por la ONU el pasado mes en Ginebra.
Otros países como Siria se enfrentan a una desesperada situación. Después de cumplirse 10 años de guerra, solo el 64% de los hospitales se encuentra en funcionamiento y según datos de la Organización Mundial de la Salud, el 70% de su personal sanitario ha salido del país. Entre los más vulnerables, los más de 6 millones de desplazados, entre los que se encuentran más de un millón de civiles hacinados en improvisados campamentos en la frontera con Turquía.
Yemen, cólera y coronavirus
En Yemen, un país destrozado también por la guerra que ha causado decenas de miles de víctimas, la mayoría civiles, el coronavirus podría ser algo más que la puntilla para una población atacada ya por el cólera, la difteria, el dengue y el hambre. Yemen es otro ejemplo más de guerra subsidiaria, tan común en Oriente Medio, por la que dos potencias se enfrentan a terceros en lugar de hacerlo directamente entre ellas. En esta, Arabia Saudí e Irán mantienen el pulso a diario. Los hutíes, minoría chií zaidí de Yemen son respaldados por Irán frente a los sunies, seguidores del presidente Hadi Mansour a los que defiende la coalición formada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
A pesar de que ambos contendientes aseguraban su disposición a un cese de las hostilidades y de los reiterados llamamientos de la ONU y de la Unión Europea a un alto el fuego, tanto fuentes rebeldes como gubernamentales han denunciado ataques por ambas partes. El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha pedido un alto el fuego inmediato y mundial que detenga todas las guerras para hacer frente a la pandemia. La furia del virus, ha dicho Guterres, ilustra la locura de las guerras.