Hungría: todo el poder para Orban
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Con 447 casos de coronavirus confirmados y 15 muertos, el Parlamento de Hungría ha dado poderes excepcionales a su primer ministro. Víktor Orbán podrá gobernar por decreto, sin pasar por un Parlamento que –en la práctica- queda disuelto, y sin perspectiva de elecciones. El gobernante húngaro ya ha anunciado que castigará con penas de hasta ocho años de cárcel a quienes incumplan las normas de confinamiento, y con cinco años de prisión a quienes divulguen lo que el Gobierno considere bulos.
Para Ruth Ferrero-Turrión, profesora de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid y colaboradora de Esglobal, “las medidas adoptadas por el gobierno húngaro en relación con la crisis del Covid-19 van en paralelo a otras medidas que se han adoptado en el marco del espacio europeo, y también internacional. En el caso de España y de Italia, el confinamiento de la población está siendo absoluto. La diferencia fundamental es que los estados de alarma todavía no afectan a derechos fundamentales de la población. Eso es ir un paso más allá en las restricciones que se van imponiendo”.
El caso húngaro
Según la profesora Ferrero-Turrión, “el caso húngaro viene agravado por una trayectoria previa del 'premier' húngaro en relación con la coerción de derechos fundamentales y también de la ruptura del Estado de Derecho por dos episodios recientes”, en referencia a la crisis migratoria de 2015 y la criticada reforma del poder judicial. “Algo que llama mucho la atención en esta ocasión”, asegura Ferrero-Turrión, “es que se profundiza en estas medidas a través de la aprobación de ese Decreto". Lo hace con una doble vía.
Por un lado, haciéndose con todo el poder político del país, disolviendo el Parlamento, dejando en sus manos la capacidad de convocatoria electoral en cualquier nivel de la Administración. Pero, además, también por la vía Penal. Profundiza en algo que ya venía sucediendo en Hungría, que es la restricción de la libertad de expresión y las libertades de prensa.
El primer ministro de Hungría y su partido, Fidesz-Unión Cívica Húngara, asegura que devolverá el poder al Parlamento en cuanto haya pasado la crisis. Pero no da fechas ni plazos, lo que hace aumentar la preocupación por un eventual giro autoritario. Para la profesora Ferrero-Turrión, “la cuestión es que, una vez disuelto el Parlamento, lo que nos encontramos es que, si hubiera que volver a votar para volver a un estado de normalidad en el país necesitaríamos unas mayorías importantes para conseguirlo, algo que no tiene la oposición ni la sociedad civil. Además, para conseguir mayorías suficientes tendría que hacer elecciones, y eso también queda en manos del primer ministro Orban".
Una oposición minoritaria
La oposición a Orban en Hungría es minoritaria en el Parlamento, aunque algo más notoria en redes sociales y la sociedad civil. A menudo recurre a Europa para denunciar los giros del Gobierno. Pero la Unión Europea, en este caso, se ha limitado a pedir proporcionalidad, límites al estado de excepción y respeto a la libertad de expresión. Como recuerda la profesora Ferrero-Turrión, un hipotético proceso sancionador tendría muchas dificultades para salir adelante, como ya ha sucedido con la propia Hungría con el caso de la crisis de migrantes de 2018. Afirma la investigadora que "es mucho más fácil controlar a aquellos Estados que todavía están en proceso de adhesión a la UE que aquellos que ya forman parte de la Unión", señala.
"Este es uno de los problemas más graves que tenemos en la actualidad. Es verdad que tenemos pendiente de la aplicación del artículo 7 contra Hungría y contra Polonia, que ya fue lanzada en septiembre de 2018 por parte del Parlamento y ya tiene el Consejo un mandato firme para proceder a la aplicación de ese artículo 7, pero el problema está en que para conseguir ponerlo en marcha y poder sancionar es necesaria la unanimidad en el marco del Consejo y, evidentemente, cuando la lanzas contra Hungría, Polonia se va a oponer, y viceversa”, puntualiza la profesora Ferrero-Turrión.
Con esos antecedentes, y teniendo además en cuenta que el Partido Popular Europeo al que pertenece el partido de Orban no ha castigado nunca a Fidesz –“uno de los principales partidos europeos que no ha querido poner en marcha ese proceso de expulsión fue el PP de España”, recuerda la profesora- las posibilidades de un freno inmediato a los pasos del gobierno húngaro parecen muy lejanos. Se irá confirmando, en ese caso, el camino “iliberal” de Hungría, tal y como el propio Orbán ha denominado a este curso que la profesora Ferrero-Turrión califica de “autoritarismo electoral”.