Holanda, control de deuda y 'cuarentena inteligente' que indignan al sur de Europa
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Han sido varios los intentos fallidos y los países de Unión no parecen encontrar la manera de responder de manera conjunta a la crisis del coronavirus. Muchas miradas se dirigen a Holanda, uno de los más firmes opositores a la mutualización de la deuda. No es el único - también Alemania- pero sí uno de los que más ampollas ha despertado. Su actitud ha generado grandes rechazos y resentimientos, y también reacciones públicas. Pero ¿por qué Holanda parece tan inflexible?.
En el sur, y no solo en el sur, muchos se indignan por una actitud que consideran una falta de solidaridad. Y ha habido ya varios ejemplos. Tras once horas de reunión del Eurogrupo, el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, estalló. "Es una vergüenza" dijo. "Mientras contamos las muertes por centenares y millares, los ministros de Finanzas jugamos con las palabras y adjetivos". También el presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, reaccionó al ministro holandés de Finanzas, Wopke Hoekstra: "¿Qué parte no entiende de que es una emergencia? ¡Una emergencia!". Incluso, hasta palabras gruesas. El primer ministro portugués, António Costa, tachó de "repugnante" el discurso económico de Países Bajos por culpar de la crisis del coronavirus a los países del sur. Tanto fue así, que La Haya se vio obligada a rectificar.
Son muchos los factores que influyen en esta actitud, pero parte de ella se puede explicar por cuestiones internas. "En los países del norte ocurre exactamente al revés que en el Sur: Un exceso de solidaridad por parte de la Unión Europea genera sentimientos antieuropeos", señala el Profesor de la Universidad Pontificia Comillas, Andrea Betti. "Una cesión en este sentido no sería bien visto por parte de su ciudadanía y haría crecer las posiciones de corte euroesceptico y un crecimiento de la extrema derecha en el marco nacional", señala la profesora de relaciones internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, Ruth Ferrero.
La cuestión de la deuda
Buena parte del problema viene por la reacción económica a la crisis. Holanda, como Alemania, se resiste a los llamados coronabonos como respuesta de la Unión para ayudar a los países más afectados, entre ellos, España e Italia. "Además de ser imprudente, tampoco es razonable. En este caso, Países Bajos se estaría haciendo cargo de las deudas contraídas por otros", señalaba el ministro holandés de Finanzas, Wopke Hoekstra.
"Hay una resistencia por parte de los Estados a supranacionalizar competencias y quieren mantener el control", señala la profesora Ferrero. Eso, añade el Profesor Andrea Betti, "en algunas cuestiones como por ejemplo las cuestiones fiscales y de deuda tienden a prevalecer los intereses de cada país frente a las soluciones compartidas".
Las exigencias holandesas incluyen respuestas con contrapartidas: que el dinero que se movilice del fondo de rescates, el conocido como MEDE, que cuenta con una capacidad de hasta 410.000 millones de euros, tenga condicionalidades económicas y mantenga el espíritu para el que se creó: un rescate imponiendo reformas macroeconómicas.
La 'cuarentena inteligente'
Pero incluso la manera de afrontar la pandemia es diferente. El virus no le ha golpeado - aún- como golpea en el sur. Hay ya más de 20.500 contagiados y 2.200 muertos, una cifra significativamente menor que en Italia, España o Francia. Al principio, el primer ministro, Mark Rutte, defendió junto a Boris Johson la idea de que gran parte de la población se infecte y al mismo tiempo construya inmunidad. Pero la realidad le obligó a rectificar, aunque tampoco tanto.
Frente al confinamiento obligatorio establecido por países como España, Italia o Francia, Holanda optó por lo que llama "cuarentena inteligente", un cierre solo de aquellos negocios en los que sea imposible mantener la distancia social. Casi toda la responsabilidad la cede a la autodisciplina de sus ciudadanos. En Holanda no funciona decirle a la gente lo que tiene que hacer", llegó a decir su primer ministro.
Holanda, señalan los expertos, tiene una tradición cultural menos colectivista, que influye en su visión del mundo. "Su cultura política está muy enraizada en la religión calvinista", señala Ruth Ferrero, recordando que el sociólogo Max Webber ya habló de esto. "Se cede al individuo toda la responsabilidad en la construcción del bien común, y esto es algo que está muy arraigado en todas estas sociedades del norte, no solo Holanda. También es Dinamarca, Suecia... Son sociedades en la que, si bien no es necesario que tengan entre sus miembros muchos practicantes, sí ha arraigado la idea de la responsabilidad individual en la construcción del bien común, y, por tanto, del mantenimiento del tejido económico", señala la analista.
Y, por tanto, la economía es muy relevante. "A veces puede haber una mentalidad que tiende a privilegiar las cuestiones económicas sobre otras cuestiones", añade el profesor Betti. Y esto, señalan los analistas, tiene mucho que ver con el cómo se construyen las distintas respuestas públicas a una crisis sanitaria.
Europa, Norte y Sur
Distintas actitudes y respuestas, que, para algunos analistas, están reavivando ciertos rencores entre el norte y el sur que ya se vivieron hace diez años. "Estamos viendo una reproducción de lo que vimos en la crisis de 2008, con intereses nacionales contrapuestos de países del norte y países el sur y este es un grave problema para la integración europea", señala el Profesor de la Universidad Pontificia Comillas, Andrea Betti.
Para Ruth Ferrero, la diversidad de mentalidades no es el problema. "La Unión se construye desde esa diversidad en entre países", señala. Pero en esta pandemia "hemos visto que no ha habido una coordinación a la hora de poner en marcha medidas comunes en el ámbito". Y eso, dice la analista, es lo peor. "Esa ausencia de coordinación a la hora de poner en marcha políticas públicas" es muy grave.