La hora de la verdad: repensar Europa en tiempos de crisis
- El coronavirus aplaza el debate del futuro de Europa aunque es más necesario que nunca
- Expertos europeos coinciden en la necesidad de impulsar el proyecto europeo con una mayor integración
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Una vez más la Unión Europea llega al límite de la extenuación para al final sorprendernos con un acuerdo. Lo vimos mucho en la crisis de 2008, en más de una veintena de Consejos Europeos extraordinarios, en los que los 28, contando entonces con Reino Unido, tensaban la cuerda de la negociación para al final encontrar un punto de encuentro satisfactorio para unos más y para otros menos.
Lo acordado por el Eurogrupo debe ser ratificado en una nueva cumbre de Jefes de Estado y representa algo más que una tirita a la profunda herida que el coronavirus va a dejar en la economía de todos los países. El medio billón de euros da soporte a la liquidez de los estados y representa un auténtico vendaje que aliviará la reconstrucción social y económica tras la pandemia. El acuerdo alcanzado lleva el sello franco-alemán y el compromiso de estudiar fórmulas que permitan la mutualización de la deuda entendiendo que solo así se puede hablar de auténtica solidaridad.
Pero más allá del peso de las ayudas, las más importantes desde la Segunda Guerra Mundial, la Unión Europa debe enfrentarse al debate de su propia reforma. Una cuestión pendiente desde que se superó la crisis económica y que las instituciones europeas se disponían a lanzar el próximo 9 de mayo, día de Europa. Un debate en el que se quería implicar a los ciudadanos y que el coronavirus se ha encargado ya de poner en primera línea de emergencia. O la Unión Europea se reinventa o -piensan muchos expertos- estamos a las puertas de su deconstrucción.
El debate sobre la Unión Europea, en la calle
Abrir estos debates en plena crisis es un riesgo, las Instituciones europeas retrasaran su lanzamiento, pero sí pueden empezar a dar razones de peso a los ciudadanos sobre la necesidad y la importancia del proyecto europeo. Razones tiene y muchas, pero a las del peso de la historia hay que sumar nuevos argumentos, esto es, respuestas innovadoras y solidarias al principal reto que la dura realidad nos ha puesto delante: la solidaridad europea a la crisis sanitaria del coronavirus.
La Unión Europea tiene ante si una oportunidad de oro para reconducir el debate del futuro de Europa. El debate se retrasará porque como dice Jaume Duch, portavoz del Parlamento Europeo, no es el momento de lanzarlo oficialmente, aunque también reconoce que ya está ahí, en la calle. De alguna manera señala, asegura, “ya estamos en ese debate, la crisis del coronavirus, la manera de responder a esa crisis, las cosas que está haciendo la Unión Europea, las que no puede hacer, forman parte no solo de la realidad del momento sino que son motivo de reflexión sobre como continuar construyendo esta Unión Europea, como aumentar sus competencias y sobre todo como prepararnos para hacer frente a retos que nadie previó o nadie pudo prever como por ejemplo la pandemia".
“Juntos somos mucho más fuertes y podemos hacer frente mejor a este tipo de retos“
En su opinión el acuerdo del Eurogrupo pone de relieve una vez más que “si se hacen las cosas conjuntamente se hacen mucho mejor que por separado, y que juntos somos mucho más fuertes y podemos hacer frente mejor a este tipo de retos. Otra cosa es que todo esté preparado, otra cosa es que las cosas se estén haciendo suficientemente bien y ahí yo creo que es donde hay un debate no ya sobre el futuro de la Unión Europea sino prácticamente sobre nuestro presente, sobre nuestra realidad actual".
O todos en el mismo barco o todo se hunde
La crisis económica dejó muchas lecciones pero doce años después de su inicio Europa no ha hecho los deberes. La tarea pendiente pasa por su reforma institucional, la que debe ceder más soberanía de los estados a la Unión para que Bruselas tenga más capacidad de decisión por encima de los deseos decida país. Aun así para muchos el éxito de la Unión Europea radica precisamente en esa negociación y equilibrio de fuerzas.
El acuerdo del Eurogrupo muestra también que una Europa a dos velocidades no resolvería crisis como la que estamos viviendo y que la respuesta debe ser coordinada y solidaria. Debe ser común porque ningún país pos sí solo podría hacerle frente. Esta crisis ha demostrado que o estamos todos en el mismo barco o el barco se hunde. De ahí la necesidad -según los países favorables de mutualizar la deuda- de compartir el sacrificio que representa el coronavirus para la emergencia sanitaria y para la reconstrucción.
Muchos expertos consideran que una manera de sobreponernos a este shock es compartiendo también la soberanía con el mismo espíritu que imperó en 1957 cuando se fundó el proyecto europeo. Para Jaume Duch, splo con observar lo que está pasando y las dificultades de la Unión Europea para tomar decisiones colegiadas en el seno del Consejo Europeo, los ciudadanos van forjando su visión:
"La gente es inteligente y por lo tanto ve las cosas, y lo que está viendo estos días es de alguna manera lo que ya habíamos visto en crisis anteriores. Cuando las instituciones europeas, la Comisión, el Parlamento Europeo, el Tribunal de Justicia, el Banco Central Europeo tienen competencia en una materia siempre se acaba llegando a acuerdos y siempre se pueden gestionar las cosas correctamente. Cuando se trata de temas en los que todavía hace falta el acuerdo unánime de todos los gobiernos las cosas son más complicadas porque no todos los gobiernos toman la misma posición y basta con que haya un gobierno que esté en contra de una propuesta para que esta propuesta se frene y eso es lo que estamos viendo estos días", asegura.
Y eso lo hemos visto estas semanas con la cerrazón de Alemania y Holanda a aceptar el Plan de reconstrucción o los llamados 'coronabonos'. Los ciudadanos de los países del sur han percibido la dificultad de alcanzar acuerdos unánimes. Y ese será el debate de los próximos años. La necesidad de reformar Europa solo puede pasar -añade Jaume Duc- por una mayor profundización del proyecto europeo, nunca por su desaparición.
“Yo creo que si hay un elemento que nos tiene que llevar a la reflexión de como vamos a organizar la Unión Europea en los próximos años ese es en el fondo el que en su momento permitió o dio sentido a la creación de la Unión Europea que es la cesión de soberanía y el poder compartir soberanía entre los estados miembros. Eso es lo más importante”, señala.
El coronavirus aplaza la agenda europea
Antes de la pandemia Europa se volcaba en la defensa de una agenda marcada por la necesidad de dar respuestas a retos globales: el Pacto Verde, la Agenda Digital, el desarrollo sostenible. Todo iba en línea con las necesidades de los nuevos retos globales con la intención de que la Unión Europea se posicionara en el vagón de salida para hacer frente a las nuevas realidades.
“Todo ha pasado a un segundo plano no solo por la propia gestión de la crisis sanitaria sino también por la propia gestión económica de la crisis a corto y medio plazo“
La agenda se mantiene aunque bien es cierto que en un segundo plano y de momento está aparcada. El coronavirus es ahora la prioridad europea tanto en la respuesta a la emergencia sanitaria como en su impacto socioeconómico.
En opinión de Salvador Llaudes, experto en temas europeos, la agenda de trabajo de la Comisión Europea formada tras las elecciones de mayo de 2019 tendrá que esperar. Esas elecciones marcaron un nuevo liderazgo al frente de las instituciones.
“Esperábamos que en 2020 la Unión Europea se centrase en una serie de retos que son absolutamente importantes, esenciales para su futuro como por ejemplo, la respuesta al cambio climático, la emergencia climática, la cuestión migratoria, la negociación postBrexit o el comienzo de la llamada conferencia para el futuro de Europa", asegura Llaudes.
“Todos los actores saben que estamos ante un evento de una magnitud más que considerable“
Ese cambio señala debía materializarse en una Conferencia sobre el Futuro de Europa que "iba a permitir un gran debate a lo largo de 2020-2021 sobre cuáles eran las políticas prioritarias para el futuro del proceso de integración europeo siguiendo la estela de lo que ya se hizo en 2018 con las consultas ciudadanas”.
Y añade que es evidente que "todo ha pasado a un segundo plano no solo por la propia gestión de la crisis sanitaria sino también por la propia gestión económica de la crisis a corto y medio plazo”. Y eso sucede en un momento en el que la agenda europea había experimentado avances, ya la Comisión en sus primeros 100 días de trabajo había presentado propuestas concretas que iniciaban ahora su tramitación parlamentaria y ahora añade- “la sensación que se tiene es ambigua, es cierto que se han producido notables avances”.
Para Llaudes, la experiencia de la crisis económica ha permitido que ahora ante la pandemia la respuesta haya sido “más rápida y más equilibrada si la comparamos con la crisis económica pero también es cierto que ha sido complicado conciliar las distintas posiciones nacionales. Es lógico que así sea. Hay que poner en valor lo que se ha logrado hasta la fecha pero también seamos exigentes sabiendo que queda mucho por hacer a lo largo de las próximas semana, los próximos meses si no nos queremos encontrar en una situación delicada a nivel comunitario. Ya veremos qué dice la historia de este momento, de la respuesta por parte de la Unión Europea a esta crisis, pero lo que si debe quedar claro es que todos los actores saben que estamos ante un evento de una magnitud más que considerable".
No sin los ciudadanos
El debate del Futuro de Europa no debe dar la espalda a los ciudadanos. Se trata no solo de evitar que las medidas que se tomen no prioricen las necesidades de los europeos sino de permitirles participar de forma activa en el debate. Los ciudadanos están combatiendo juntos el COVID-19 y deben contribuir a aportar ideas para esa refundación del proyecto que permitió levantar a Europa de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial.
“Las dos palabras claves en toda esta etapa, en este tiempo son solidaridad europea e integración europea“
La opinión de los ciudadanos debe pesar en ese trabajo y ya se han formado grupos de trabajo para canalizar sus opiniones y trasladarlas a las instancias comunitarias. Susana del Río dirige el grupo de trabajo de la Fundación FIDE (Fundación para la Investigación del derecho y la Empresa) que ya ha avanzado sobre la necesidad de constituir una Convención similar a la que se creó para elaborar la fallida Constitución Europea en la que ella también trabajó. Ahora pretende reeditar ese esfuerzo, recopilando el sentir ciudadano y de los agentes sociales en una sinergia que podría confluir en una propuesta para una nueva Carta Magna Europea.
En su opinión “si los ciudadanos de la Unión Europea están combatiendo juntos el COVID-19 también deben participar en los trabajos que llevaran a esa refundación del proyecto europeo. Es muy importante que la Unión Europea transmita un mensaje de solidaridad común y transmita también que está haciendo, qué medidas están tomando desde la propia Unión Europea que somos todos”
Añade que en esta crisis se ha podido visualizar que “El Parlamento Europeo y la Comisión Europea han conseguido de una manera más rápida poner en común acuerdos importantes para establecer, implementar poner en marcha medidas que van a ayudar muchísimo a combatir y vencer el coronavirus.”
Y para que esa participación cumpla al cien por cien con las reglas de juego los ciudadanos deben estar bien informados. Por eso, según Susana del Río, “hay que decir muchísimo a los ciudadanos que la competencia de sanidad es una competencia de cada estado miembros, lo que suceda en esta crisis va a marcar en el medio y corto plazo si tras esta crisis avanzamos en más integración o menos integración, y realmente lo que necesitamos todos en este mundo globalizado es más integración para luchar juntos contra pandemia como esta o contra otras catástrofes y otras crisis que puedan venir. Para mí las dos palabras claves en toda esta etapa, en este tiempo son solidaridad europea e integración europea”.
Todos coinciden en que es el momento de poner en valor la solidaridad como eje de un proyecto que nació hace ya 63 años que necesita reforzarse.