El confinamiento y los trastornos alimentarios: "A la gente le ha dado por la comida y no desconectas de tu enfermedad"
- Una joven que padece anorexia nerviosa y su madre relatan cómo afecta la situación a su lucha contra la enfermedad
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Entre las muchas imágenes que dejará este periodo de confinamiento hay algunas que están muy ligadas a la alimentación y la salud física: carritos de la compra llenos, neveras a rebosar, manos que amasan un pan casero, cenas de amigos por videollamada o familias enteras haciendo deporte frente al televisor. Esta tendencia, que resulta lúdica para la mayoría, está afectando en cambio a quienes sufren algún trastorno de conducta alimentaria como anorexia o bulimia.
“A la gente le ha dado por la comida y no desconectas de tu enfermedad. Es un bombardeo. Y luego ves a las ‘influencers’ y a las famosas en redes hacer una rutina de ejercicio y tú también te sientes como obligada”, explica a RTVE.es Núria, una joven catalana de 20 años diagnosticada de anorexia nerviosa que está sufriendo los efectos del confinamiento por partida doble.
Antes del estallido de la pandemia, ella vivía en Barcelona en un piso de estudiantes, pero tuvo que regresar a casa de sus padres, en Vic, cuando se declaró el estado de alarma.
Agobio por la comida y sin "vías de escape"
“Cuando estaba en el piso compartido me agobiaba la comida, pero me la compraba yo. Y volver a casa suponía que me tuviera que hacer la comida mi madre y eso para mí fue muy duro. Mi psicóloga y mi psiquiatra lo que han intentado siempre es conseguir que yo deje de tener el control sobre la comida, pero nunca quise dar ese paso por miedo y con esta situación me vi obligada”, relata Núria, que estudia enfermería.
Los primeros días en casa de sus padres, asegura, fueron muy difíciles para ella. Volvió a tener lo que llaman “conductas compensatorias” y vomitaba después de las comidas o se daba atracones para depués no ingerir nada durante un tiempo.
“"Tanto la enfermedad como mi personalidad me piden tenerlo todo controlado y lo que está pasando no lo controla nadie"“
“Estás luchando cada día para poder ir a la universidad, para poder quedar con tus amigas o con tu pareja y ahora estando encerrada, si no comes es como que no te vas a perder nada. Ese es mi pensamiento: ¿por qué me tengo que comer lo que tengo delante si no va a cambiar nada si no lo como?”, cuenta Núria, que durante estos días de encierro a veces siente que no tiene “vías de escape”.
Su primera reacción, en casa de sus padres, fue aislarse en su habitación y no querer salir. Estaba "a solas" con sus pensamientos, dice: "Tanto la enfermedad como mi personalidad me piden tenerlo todo controlado y lo que está pasando no lo controla nadie".
Su madre: "Tengo mucho miedo a otra embestida del trastorno"
Con la ayuda de su familia y de la Asociación contra la anorexia y la bulimia, Núria ha logrado poco a poco estabilizar el pico, pero Bárbara, su madre, admite estar muy preocupada por cómo pueda evolucionar la situación.
“La primera semana fue muy dura y nos creó mucha angustia y mucho miedo. El Hospital de Sant Pau, que es donde le realizan el seguimiento, ha cancelado todas las sesiones que tenía programadas porque únicamente se atienden de forma presencial los casos más graves. Hablé por teléfono con su psiquiatra pero Nuria dijo que no quería hablar por teléfono, y en estos momentos ya no atiende porque está en cuarentena”, lamenta Bárbara.
“"Cuando el trastorno aparece nos desaparece Núria"“
Hace un año que su hija está en tratamiento, después de una segunda recaída y de un ingreso largo. Por eso, su incertidumbre ahora es enorme, al ver que Núria ha perdido el seguimiento por parte de los profesionales que conocen su historia.
“Tengo mucho miedo a otra embestida del trastorno porque cuando el trastorno aparece nos desaparece Núria y es muy difícil hablar. Cuando vuelve a aparecer ella es más fácil, porque tiene mucha capacidad de lucha”, dice Bárbara, orgullosa de la actitud de su hija incluso en los momentos más difíciles.
Los expertos advierten de que se están agravando los casos
Según datos de la Fundación Fita y de la Asociación española para el estudio de estos trastornos de la conducta alimentaria, en España hay unas 400.000 personas, mayoritariamente mujeres, que sufren anorexia nerviosa (restricción de comida), bulimia (atracones seguidos de vómitos) o trastornos por atracón (comer compulsivamente sin purgarlo).
Son casos, como también los de dismorfia muscular, que están viéndose agravados a raíz del confinamiento, según alertan desde la Asociación contra la anorexia y la bulimia.
Su directora, la psicóloga Sara Bujalance, señala a RTVE.es que en el último mes los pacientes que sufren alguno de esos trastornos han visto agudizados los síntomas asociados a la enfermedad, como la ansiedad, la irritabilidad, el pensamiento obsesivo o la tendencia al aislamiento. También aumenta la sensación de culpabilidad por no poder hacer actividad física con normalidad.
“"Lo están pasando muy mal quienes aún no habían empezado a recibir tratamiento"“
“Los casos en los que la persona ya lleva un tiempo de tratamiento y ha ganado terreno a la enfermedad se llevan algo mejor, aunque por la imposibilidad de realizar terapias presenciales con la frecuencia deseada a veces se da un empeoramiento de los síntomas. Pero lo están pasando muy mal quienes aún no habían empezado a recibir tratamiento especializado”, comenta la psicóloga.
“Nos estamos encontrando también con que hay gente afectada que vive sola y le resulta aún más complicado sobrellevarlo. También hay familias con una hija adulta que vive sola y a las que ahora les cuesta más poder ayudar en la distancia”, añade.
Consejos: crear rutinas y planificar las comidas semanales
Con ella coincide el director de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Instituto Centta, el psicólogo Robin Rica, quien apunta que el protagonismo de la comida en estos días es otra presión añadida para estos pacientes.
“Ahora mismo todos estamos pensando en qué vamos a comer, cómo vamos a comer y en cuánto nos estamos moviendo, y los trastornos alimentarios siempre son una hipertrofia de preocupaciones que están en la sociedad. Es muy difícil convivir con el miedo al virus en la calle y con esta enfermedad dentro de casa”, explica Rica.
“"Es muy difícil convivir con el miedo al virus en la calle y con esta enfermedad dentro de casa”“
Tampoco ayuda, subraya, que estas personas cuenten ahora con “pocos espacios de oxigenación” y con muchos momentos de aburrimiento, ya que esta sensación suele disparar los atracones.
Para los casos iniciales, en los que no haya tratamiento, el psicólogo recomienda “generar una estructura en el día que se asemeje a la rutina habitual a nivel de sueño, de alimentación y de higiene”, dentro de la cual puedan moverse con flexibilidad.
"Es una enfermedad muy grave que no se puede manejar sin ayuda"
Tener cierta rutina de actividad física, por lo general, también es recomendable, salvo en casos extremos de bajo peso, y aconseja a las familias que tengan una previsión de lo que se va a comer o cenar durante toda la semana para que la organización no se preste a la improvisación y genere un pico de tensión en estos pacientes que necesitan tener control sobre la comida.
Rica asegura que las personas con trastornos de la conducta alimentaria están en “un punto de mucha gravedad”, pero considera que en algunos casos el confinamiento también puede abrir “una pequeña ventanita de oportunidad”, cuando el contexto familiar es favorable.
“Para algunos pacientes puede ser como un ingreso domiciliario involuntario y puede ayudarles a estructurar las cosas y a mejorar. Lo más importante es que utilicen los recursos terapéuticos. Esta es una enfermedad muy grave y muy compleja que no la pueden manejar las personas solas en sus casas, sino que requiere de un tratamiento especializado. Especialmente en estos momentos”, concluye.