"Romper la hora" en tiempos de pandemia
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En Semana Santa, el tambor y el bombo simbolizan la pasión en nueve localidades del Bajo Aragón. Esa pasión tiene una manifestación única en la medianoche del Jueves Santo en siete municipios; a mediodía, en otro de ellos.
Los vecinos se reúnen en la plaza, en medio de un murmullo que se apaga conforme llega la hora. Un gesto del alcalde con el bastón de mando o el primer toque de un instrumento deja paso a toda la energía y emoción contenidas a través de las mazas y los palillos. Tambores y bombos suenan al unísono, en un rugido que emociona, estremece y sobrecoge a quien lo vive, una vibración que se apodera de la comarca turolense.
Pero este año la crisis sanitaria ha dejado estampas diferentes a las que estábamos habituados. Se ha roto el silencio, pero no el confinamiento. No han podido reunirse en la plaza, por el distanciamiento social obligado, pero han tocado desde los balcones y ventanas o desde las puertas de sus casas, separados pero unidos por un sentimiento.
Han sido menos que otras ocasiones, porque faltaban los que un día emigraron y no han podido regresar a su cita por la restricción de desplazamientos. Hay quien desde la distancia ha querido sentirse en casa y ha emulado al cineasta calandino Luis Buñuel, que rompía la hora durante su exilio en México.
Tambores y bombos que han redoblado también por los que faltan.