Mafias, narcos y organizaciones islamistas sacan provecho de la crisis del coronavirus
- Buscan legitimidad popular cumpliendo funciones que los estados débiles no pueden cumplir
- También encuentran oportunidades de negocio con la crisis económica
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Desde el principio de la pandemia del coronavirus, las bandas de las favelas de Brasil han dejado claro que allí mandan ellas. Fueron las que impusieron el toque de queda, mientras el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ninguneaba el confinamiento. El virus amenaza con pasar factura a sus negocios y ahuyentar clientela, así que había que adaptarse. Enviaban mensaje por Whatsapp a los habitantes, y a medidos de marzo, por las noches, no había nadie en muchas favelas de Rio de Janeiro. Hoy, muchos ofrecen ayuda económica a los más pobres. La historia se repite en otros países, como El Salvador, Colombia o México. Maras y bandas de narcos imponen su ley contra el coronavirus y las autoridades recuerdan que no lo hacen por filantropía.
Cuando el Estado no llega siempre hay quien encuentra provecho hasta de una pandemia. "Todo vacío de poder, tiende a ser rellenado por el actor en presencia en ese lugar. Es una realidad con la que ya contábamos antes y que se acrecienta con situaciones de crisis como la actual", señala a RTVE Jesús Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).
Lo ocurre con estas organizaciones, señala el analista, tiene que ver "con una dejación de funciones por parte del Estado que, o bien porque no puede, o bien porque no quiere, deja ese vacío". Y ellos lo aprovechan, en primer lugar, para protegerse e incrementar su influencia. "Al rodearse de un sustrato social que los mira con simpatía, saben que ahí tienen confidentes, informadores, tiene alguien que, incluso, en un momento determinado, se la va a jugar por ellos, frente a un estado al que ven como un enemigo o como muy lejano", señala a RTVE Jesús Núñez Villaverde.
La Mafia en Italia
No es algo exclusivo de América Latina. En el sur de Italia, es la Mafia la que saca provecho. En regiones donde tienen más poder, como Calabria, Sicilia o Nápoles, 'soldados' de la Cosa Nostra, la Camorra o la 'Ndrangheta reparten alimentos en zonas humildes. Así, la Mafia se presenta como una suerte de Robin Hood ante una población asustada. "El verdadero Estado del bienestar en las periferias lo están ejerciendo las organizaciones criminales", asegura el escritor y periodista, Roberto Saviano, a la Agencia Efe.
Pero esta es una ayuda envenenada. "La asistencia criminal es mucho más sólida que la asistencia estatal, pero es una solidez que pagas con la sangre. La del Estado la recibes por derecho, pero la de la mafia la pagarás de algún modo", señala. "Una estrategia es la de llevarte la compra a casa, un mecanismo que usan en campañas electorales. Con la pandemia se dan cuenta de que una inversión mínima es suficiente: con 50.000 euros ya me he ganado a todo el barrio", añade.
Pero no todos sus movimientos obedecen a la búsqueda de reputación. La crisis económica también les concede oportunidades, especialmente ante los más damnificados por la hibernación de la economía. Concede préstamos envenenados a pequeños empresarios con problemas de liquidez. La usura se ha convertido en una oportunidad de ampliar el negocio. "Llega la Mafia, que no viene con su cara de mafioso, te da dinero y se queda con parte de tu empresa. Así se convierten en tus socios y así llegarán a todas las empresas, pero también en España, Francia, etc.", dice Saviano.
Además, las reglas del confinamiento también les ofrecen ventajas para mover mercancías. "El narcotráfico está bloqueado en la calle pero florece en los puertos, ha aumentado el tráfico", asegura Saviano. "Toda la acción policial contra el blanqueo de dinero está parada. La droga lo continúan vendiendo puerta a puerta los repartidores aunque con más dificultad".
Organizaciones islamistas, el estado dentro del Estado
Mafia, narcotraficantes y bandas criminales no son las únicas organizaciones paraestatales que aprovechan la situación. En Líbano, por ejemplo, es la organización islamista Hizbulá quien busca ganar terreno al Estado. El país ya tenía un grave colapso económico e institucional y en medio de la crisis, llegó la pandemia. Un Estado en la cuerda floja tenía ahora que afrontar una crisis sanitaria sin precedentes.
Y en esas ha sido la organización islamista la que ha activado sus recursos sociales, construidos a lo largo de décadas, para responder a la situación. Miles de milicianos se mueven en escuadras para desinfectar las calles. También ha movilizado a 1.500 médicos, 3.000 enfermeras y paramédicos, y decenas de centros médicos. "Intenta ofrecer parte de los servicios que el estado libanés no ofrece precisamente por el carácter sectario del propio Estado y cómo se reparten el poder entre los distintos grupos", señala a RTVE Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano.
En total, se calcula que la milicia ha asignado 3.500 millones de libras libanesas, cerca de 2,1 millones de euros, para responder al coronavirus. Con un Estado en crisis económica, la organización es la única que parece tener fondos -recibidos de Irán, pero también de sus propias fuentes económicas- para hacer frente al gasto.
"En un momento de miedo, cualquiera que ofrezca ayuda o soluciones, o atención sanitaria, será bienvenido por parte de la población", señala el profesor Amirah. "El problema del Líbano es que, después de la pandemia, el país estará inmerso en una multicrisis muy aguda de tipo económico, social, bancario, político, sanitario, en un contexto regional e internacional que no van a permitir salidas fáciles, como en el pasado", añade el analista.
En tiempos de crisis, narcos, mafias y otras organizaciones están buscando ventajas entre las grietas de los estados. Algo que quizá se pague caro cuando pase la tormenta.