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Coronavirus | País Vasco

Los 'makers', un movimiento solidario sin límite

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Así quedan las viseras fabricadas con las impresoras 3D
Imagen de algunas de las viseras fabricadas con las impresoras 3D que utiliza CoronavirusMakers

Miles de viseras protectoras e incalculables salvaorejas para mascarillas, de la nada. Bueno, no, de la nada no. De la voluntad, de la solidaridad, de la entrega de cientos de personas anónimas, cuyo único propósito ha sido ayudar. Ayudar a quién más lo ha necesitado y, aún lo necesita, en esta crisis del coronavirus que parece no tener fecha de fin. En el País Vasco, el movimiento maker ha funcionado.

Empezaron siendo unos 50. En solo un mes, son más de 1.600. Un enorme grupo de personas que ha logrado lo que nunca hubieran imaginado. La comunidad maker de Euskadi, dependiente del movimiento nacional CoronavirusMakers, comenzó su aventura solidaria a mediados de marzo. Crearon la web covideuskadi.net para empezar a organizarse. Se dividieron por provincias para que la organización fuera más sencilla. Y acabaron creando una logística perfecta.

Eneko Astorkiza es uno de los responsables en Bizkaia. Y quien nos cuenta cómo ha sido este mes que, asegura, empezó siendo una locura. En la web enseguida comenzaron a llover peticiones. Mientras alguno de esos entregados voluntarios empezaron a dedicarse al diseño de las viseras, otros cientos de personas, desde sus casas, empezaron a fabricarlas. Las viseras, y los salvaorejas.

Imagen de unos

Imagen de unos "salvaorejas" para aliviar las molestas tiras de goma de las mascarillas, fabricados con impresora 3D

Con sus impresoras 3D, con sus filamentos… cada maker con sus medios, con los recursos que tenía. Con una bobina de un kilo, nos cuenta Astorkiza, podían fabricar entre 30 y 40 viseras. Pero el material particular se acababa, así que comenzaron a llegar las donaciones. Y sin parar… donaciones de material, nunca económicas. De más particulares, y de alguna empresa. Empezaron a tener más gomas, más plástico, más de todo.

Y entonces, a toda esa gente anónima, empezaron a unirse más voluntarios. Personal de la DYA para distribuir lo que fabricaban, taxistas, transportistas… A cambio de nada; de nada económico. Lo que han ganado a nivel personal no se puede contar con dinero.

Imagen de una de las impresoras 3D de la comunidad maker de Euskadi

Imagen de una de las impresoras 3D que utiliza la comunidad maker de Euskadi para elaborar viseras noticias

Así, a base de buena fe, con el único afán de colaborar, el movimiento maker de Euskadi ha distribuido sus pantallas protectoras y sus salvaorejas para mascarillas en ambulatorios, en clínicas y hospitales, en residencias, en farmacias, en ayuntamientos y diputaciones y entre los cuerpos de seguridad. Las cifras hablan por sí solas: 31.633 viseras entregadas en Bizkaia; 12.995 en Gipuzkoa; más de 8.200 en Araba.

Esto ha llegado al corazón de mucha gente

Eneko Astorkiza no tiene palabras para definir una entrega semejante. “Es alucinante”, dice. La voluntad de querer ayudar ha sido tal que han recibido multitud de solicitudes de ayuda. Desde quien no tenía posibilidad de imprimir y se ha dedicado a coser mascarillas o lo que fuera necesario, hasta quien ha cedido su impresora por si había alguien que lo pudiera hacer mejor. “Esto ha llegado al corazón de mucha gente”, asegura rotundo Astorkiza.

Definir la respuesta de quien ha recibido tanta ayuda, es aún más difícil. Quizás, valga la contestación que, un día, le dio una enfermera: “Gracias, gracias infinitas porque no tenemos nada y nos habéis traído algo”.

El movimiento maker de Euskadi no quiere parar. Están inmersos en más proyectos. Uno, el de fabricar respiradores; aunque saben que hacerlo es más complejo. No se van a dar por vencidos y los makers ya investigan cómo poder hacerlo realidad. Dos; pronto quieren empezar a fabricar regalos para niños ingresados en oncología. Entre sus proyectos también está el poder fabricar figuras de superhéroes que puedan servir para tapar esas frías cajas de medicamentos y, así, poder volver a sacar más de una sonrisa. Es la voluntad, la entrega sin límites de tantos para luchar contra el maldito virus.