Cómo se vive en España un Ramadán condicionado por el coronavirus
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Pasó primero con la Semana Santa, cuando las procesiones se cancelaron y el Papa ofició la misa del Domingo de Ramos como siempre en la Basílica de San Pedro pero, como nunca, sin fieles. Siguió después con la Pascua Judía y ahora le llega el turno del confinamiento al Ramadán, uno de los cinco pilares de la religión musulmana.
El coronavirus también ha dejado su impronta y su norma sobre las tres grandes religiones: la del confinamiento y las restricciones para su celebración. El Ramadán, mes del ayuno, comenzaba el jueves 23 de abril con la puesta del sol. Terminará aproximadamente un mes después, el 23 de mayo, aunque la fecha exacta puede variar porque depende del calendario lunar.
También en este caso la práctica religiosa del Ramadán se refuerza en lo colectivo. Los fieles incrementan sus relaciones sociales, tanto con amigos como con familiares y en celebraciones de comunión religiosa con otros creyentes. Pero este año las mezquitas, como otros lugares de culto, están cerradas en España hasta nueva orden.
En Ramadán, quédate en casa
Los dos millones de musulmanes que viven en España tendrán que celebrar este año su primer Ramadán en confinamiento. Aquellos que vivan solos, también lo vivirán en soledad. Algo que parecía inconcebible se ha vuelto imperativo en estos tiempos de pandemia.
"En el aspecto religioso", dice Yousef Mustafa, portavoz de la Comisión Islámica de España, "en Ramadán es costumbre verse todos los días para rezar en las mezquitas por la noche. Este año, el aspecto 'positivo' es que va a ser un Ramadán muy interior, una oportunidad para el recogimiento. Va a ser obligatorio que la persona lo viva en casa o con sus familiares más cercanos", señala Mustafa.
Pero la tecnología ayuda a suavizar el aislamiento."La gente en sus casas lo celebra como puede con su familia", explica Susana Skief, encargada de una panadería en Zaragoza. "Nosotros hacemos conexiones por internet con mis padres, así nos vemos todos los días. Nos felicitamos primero el Ramadán, consultamos juntos los horarios de cuando podemos romper el ayuno y podemos desayunar y hablamos sobre las comidas que hacen ellos y nosotros", añade.
La CIE, Comisión Islámica de España, también es partidaria de las redes sociales para que los creyentes se comuniquen con el imán y para estar al tanto de las novedades en que el coronavirus pueda afectar al Ramadán.
Cumplimiento mayoritario de las normas de confinamiento
Salvo excepciones, la mayoría de la comunidad musulmana cumple con las directivas sanitarias. Desde la misma Comisión Islámica se anima a entenderlas como medio de proteger sus propias vidas y las de los demás. Casos de desobediencia como el ocurrido con el rezo en la calle del imán del Vendrell, en Tarragona, fue objeto de protestas en las redes sociales. En especial, por la inacción de la policía municipal, como denunciaba en su cuenta de twitter Fernando Reinares, investigador principal y director del Programa sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano.
La norma de confinamiento afecta también a las cenas de caridad que en Ramadán celebran las mezquitas. En este caso, los más pobres serán también los más perjudicados. Para compensar esta carencia, se colectan donaciones y limosnas (zakat) en su ayuda porque en Ramadán se pide a los creyentes una generosidad especial hacia los más desfavorecidos.
Ramadán, entre la esperanza y el temor al día después del confinamiento
A diferencia de la Semana Santa o la Pascua Judía, el Ramadán dura casi un mes. Más tiempo equivale también, para muchos musulmanes, a más esperanza de que las cosas mejoren. "Esperamos que todo esto termine pronto", señala Susana Skief, "y si esto se va arreglando, quizás todavía podamos volver a hacer las celebraciones de todos los años".
Yousef Mustafa, portavoz de la Comisión Islámica de España, apunta también a que el día después del coronavirus será mucho más difícil para muchos musulmanes. Las consecuencias económicas amenazan a una comunidad con mucha clase trabajadora en sectores tan afectados por la crisis como el de la construcción y la restauración.
"Todo esto que está pasando", afirma Yousef Mustafa, "es con permiso de dios y es una prueba para la humanidad como las de las plagas bíblicas. La cuestión es aprovechar para reforzar la conciencia de la humanidad, pensar que la humanidad es solo una y cambiar enfoques para hacerlo mejor en el futuro", concluye.