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Coronavirus

¿Dónde están los rastreadores que necesita España para afrontar el proceso de desescalada?

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El plan de rastreo para detectar asintomáticos: el punto débil de la fase 1 de la desescalada

La epidemia de coronavirus en España se encuentra ya en el escenario previo a la "Fase1" de la desescalada, que debería arrancar el próximo 11 de mayo si la evolución continúa siendo tan favorable como hasta ahora. A partir de ese momento, el Ministerio de Sanidad ha establecido la necesidad de reforzar especialmente dos capacidades: la identificación precoz de la enfermedad y la vigilancia epidemiológica para rastrear casos sospechosos.

Las directrices están definidas en cuanto a la detección precoz, aunque aún no está del todo claro cómo se va a desarrollar la vigilancia epidemiológica, una misión que debería recaer en los conocidos como "rastreadores". No existe ningún plan nacional al respecto y las comunidades autónomas, que serían las encargadas de ejecutarla por medio de sus servicios de Atención Primaria, parece que también desconocen cómo materializarla.

El sistema sanitario español ya dispone de protocolos para el seguimiento de contactos estrechos en enfermedades infecciosas como la tuberculosis, que son los que se han utilizado como base para aplicar en la COVID-19. La duda es si serán suficientes para actuar como "cortafuegos" de posibles rebrotes y marcar el ritmo de la desescalada en una epidemia como la actual.

Fernando Simón: Si queremos que no haya transmisión, lo importante no son los test, sino eliminar los contactos de riesgo.

La intención del Ministerio de Sanidad es que la trazabilidad de los casos, para rastrear los contactos de los nuevos positivos y poder ponerlos en cuarentena en caso de que también den positivo, se convierta en una de las herramientas básicas en este proceso hacia la "nueva normalidad". Es lo que se ha hecho con éxito en otros países especialmente castigados por el coronavirus.

"Vamos a intentar hacer detección precoz con muchos indicadores diarios y semanales que van dirigidos a conocer el número de casos sospechosos que pueden tener sintomatología relacionada con el coronavirus", ha adelantado Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. "Si queremos pasar a esa fase en la que no haya transmisión o sea muy poca, lo importante no son los test, sino eliminar los contactos de riesgo. Eso es lo que garantiza el control de la transmisión", ha recalcado.

Los rastreadores, esenciales para el control del coronavirus durante la desescalada

El papel de los rastreadores

Para eliminar los contactos de riesgo, existen dos instrumentos fundamentales: por un lado, aplicaciones tecnológicas y, por el otro, personas que se encarguen de rastrear los contactos de un contagiado con el objetivo de localizar y aislar posibles asintomáticos.

A partir de cada caso positivo, estos rastreadores de contactos se dedican a llamar a todas las personas que han estado a menos de dos metros de ese paciente (familiares, amigos, compañeros de trabajo...) para seguir la pista a todos los posibles contagios, con el objetivo de ponerlos en cuarentena durante catorce días y evitar así que generen nuevas cadenas de transmisión.

A partir de cada positivo, los rastreadores se dedican a llamar a todas las personas que han estado a menos de dos metros.

El Estado de Nueva York, golpeado con brutalidad por la pandemia, ha anunciado que está entrenando a entre 6.400 y 17.000 rastreadores de contactos. Una medida que también han adoptado países como Reino Unido, Alemania, China, Corea del Sur, Singapur o Taiwán. Según la Asociación Nacional de Funcionarios de Sanidad de Condados y Ciudades de Estados Unidos (NACCHO, por sus siglas en inglés), para hacer frente a una epidemia como la actual son necesarios 30 rastreadores por cada 100.000 habitantes. Si se tiene en cuenta este cálculo, en España harían falta aproximadamente 14.000 rastreadores para contener la transmisión del coronavirus.

Esta figura no es nueva en el ámbito de las enfermedades infecciosas, aunque la magnitud de la epidemia de coronavirus obliga a replantearse cualquier medida adoptada hasta ahora. "El sistema sanitario español, en concreto las unidades de epidemiología, ya tienen costumbre de realizar esta labor para enfermedades como la tuberculosis, la enfermedad meningocócica o el sarampión, por tanto se trata de una actividad que ya se hace habitualmente", explica a TVE Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

El seguimiento de contactos a través de llamadas o aplicaciones es fundamental para contener al coronavirus.

El seguimiento de contactos a través de llamadas o aplicaciones es fundamental para contener al coronavirus. EFE

Solo en estadios avanzados de la epidemia

Pero el rastreador solo puede entrar en escena en estadios avanzados de la epidemia, cuando la transmisión ya está bajo relativo control y el volumen de infecciones es más manejable. Hay que tener en cuenta que la COVID-19 es una enfermedad especialmente complicada de gestionar debido a la gran capacidad de expansión del virus, sumada a que los enfermos pueden contagiar desde unos días antes de presentar síntomas.

"Hasta ahora, esta labor de rastreo ya se ha venido haciendo en esta epidemia, aunque de una forma no tan exhaustiva ni sistemática, debido al gran volumen de casos", comenta Pere Godoy, "pero entramos en un nuevo período en el que el número de contagios afortunadamente está disminuyendo, y ahora tenemos que poner el énfasis en que todos los casos se detecten de forma adecuada, potenciando las pruebas diagnósticas a nivel de Atención Primaria para poder descubrir el máximo número posible de casos".

De esta manera, Godoy aboga por reforzar los sistemas de vigilancia epidemiológica para garantizar la seguridad del proceso de desescalada. "España tiene un punto muy fuerte y es el hecho de que tiene la Atención Primaria muy bien organizada, lo que puede facilitar esta labor", asegura, aunque pide que se refuerce tanto esa Atención Primaria como las unidades de vigilancia epidemiológica, porque "hay que tener en cuenta de que cada caso de COVID-19 puede generar siete, ocho o diez contactos, y cada uno de estos contactos idealmente se debería seguir para asegurarnos de que no generan nuevas cadenas de transmisión".

Aplicaciones para rastrear contactos de casos

La tecnología también puede ser una gran aliada en esta labor de rastreo, aunque aquí las dudas son mayores. El Ministerio de Sanidad se está planteando utilizar una aplicación en teléfonos móviles para rastrear los contactos de los nuevos positivos, que complementaría a ese sistema de rastreo ya establecido en el sistema sanitario. Pero ha dejado claro que, en todo caso, deberá cumplir con la Ley de Protección de Datos.

Estas aplicaciones de rastreo, que ya se han utilizado con éxito en países como Corea del Sur, plantean dudas a las autoridades sanitarias españolas. Fernando Simón las ha calificado de "complicadas", resaltando que es complejo integrarlas dentro de las bases de datos del sistema sanitario y desde el punto de vista logístico.

"Algunos países las han utilizado y otros lo están pensando. A nivel europeo, hay iniciativas para utilizar aplicaciones que sean compatibles, pero tenemos que saber qué valor añaden", ha especificado Simón, quien parte de la premisa básica de que tienen que respetar la Ley de Protección de Datos, que es "relativamente restrictiva". El epidemiólogo recuerda que "hay mas alternativas" para hacer un seguimiento de los contactos.

Geolocalización GPS y Bluetooth

En mitad de este debate que confronta a los riesgos de la salud con los de la privacidad, países como Corea del Sur, China, Singapur o Australia han apostado por el uso de estas aplicaciones para controlar posibles rebrotes de la epidemia. Según su experiencia, los rastreadores se basarían en dos modelos fundamentales: los que utilizan el geolocalizador GPS y bases de datos centralizadas, como los que se emplean en China y Corea del Sur, y los que se sirven de la tecnología Bluetooth, como el utilizado por Singapur, más descentralizados y por tanto menos agresivos en términos de intimidad.

El sistema de Singapur se basa en una aplicación llamada TraceTogether, que intercambia códigos identificatorios entre usuarios que estén en un radio de dos metros de forma automática. Si un usuario da positivo por la COVID-19, puede compartir su información con las autoridades y el sistema avisará a las personas que estuvieron en contacto.

Sin embargo, al tratarse de una medida voluntaria, poco más de un millón de personas se ha descargado el programa, lo que supone aproximadamente un 20% de la población de esta ciudad-estado, cuando la cifra debería alcanzar al menos el 60% para que el sistema fuese realmente efectivo.

China, Taiwán y Corea del Sur

El caso de Corea del Sur es tal vez el más representativo en cuanto al uso de nuevas tecnologías para controlar la epidemia de coronavirus. Las autoridades usan datos del GPS, pagos e incluso la información de las cámaras de vigilancia para crear un mapa con los lugares visitados por un contagiado. Cualquier ciudadano puede consultar ese mapa en internet, y cuando se da un caso positivo, un logaritmo envía mensajes de alerta a toda la población cercana.

En China, los ciudadanos deben descargarse una aplicación que rastrea los lugares visitados, y emite un código verde para quienes tienen libertad de movimiento y amarillo o rojo para los que es obligatorio hacer cuarentena. Además, los movimientos están estrictamente monitorizados por las autoridades del país.

Los contagiados en Taiwán están controlados por sus móviles, también mediante tecnología GPS. Los terminales indican constantemente su posicionamiento y permiten a las autoridades seguir sus movimientos y saber si están violando la cuarentena.