Y la desescalada de los bulos, ¿para cuándo?
- Los expertos alertan de la nueva fase de la pandemia de bulos: la politización
- En positivo, la ciudadanía está ahora más atenta y concienciada de la desinformación
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La covid-19 ha hecho posible que llegue la era de la globalización del bulo. Aunque siempre han existido las mentiras y la desinformación, hasta ahora nunca había captado el interés de prácticamente el cien por cien de la población como en esta pandemia, un hecho favorecido por la hiperconectividad en la que vive la ciudadanía durante su confinamiento.
La periodista y verificadora brasileña Cristina Tardáguila es directora adjunta de la International Fact-Checking Network (IFCN), una red internacional de investigadores que ha desmentido en los últimos tres meses 5.800 bulos en todo el mundo sobre el coronavirus, de los que aproximadamente unos 400 provienen de España. Esta experta cree que estamos ante la peor ola de desinformación que haya habido jamás. “La globalización de la mentira es impresionante. Hemos pasado por diferentes olas de desinformación desde que empezó esta crisis sanitaria. Hemos visto muchos bulos acerca de los orígenes del virus, falsos remedios, videos manipulados, ahora estamos en la ola de la politización”, argumenta Tardáguila.
En su base de datos de desinformaciones detectadas, destaca las emitidas por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. “De las 61 veces en las que aparece su nombre, 19 han sido por cosas que él mismo ha dicho, como por ejemplo cuándo propuso inyectar desinfectante a los pacientes para matar el coronavirus. El resto son cosas que han dicho los demás sobre él”. El equipo de verificación de RTVE ha publicado en los últimas semanas más de dos centenares de verificaciones en torno a temas médicos y falsos remedios en torno a la cura del virus.
Algo de lo que parece estar segura Cristina Tardáguila es que no habrá una desescalada de bulos tras la pandemia. “Quizá baje un poco el interés, pero yo creo que, en algunos países como EE.UU. y Brasil por ejemplo, lo que pasará es que los bulos sobre el coronavirus se juntaran con una campaña electoral y habrá que ver como conviven los dos tipos de mentiras”.
Muchos bulos responden a campañas específicamente diseñadas. Los expertos aseguran que nadie hace ascos a su difusión: parten tanto de ideologías de derechas como de izquierdas.
Selva Orejón, experta en investigación digital y directora de OnBranding, dice que existen auténticas fábricas de bulos, de las que ha localizado por los menos tres, ubicadas en San Petersburgo, Chile y Argentina. Nos cuenta que una campaña de bulos que dure una semana puede costar unos 600 euros, y contrarrestarla casi 3.500 euros, dependiendo de a cuánta gente haya llegado la información.
El coronavirus ha provocado la globalización del bulo
La salud capta rápidamente nuestra atención. Todos estamos preocupados y queremos que se encuentre rápido una solución. Eso explica que un mismo bulo se repita y recorra diferentes países. El hecho de que queramos saber más para protegernos y proteger a los nuestros y de que mucha de la información aún no esté suficientemente contrastada, nos desestabiliza. Ése es un ingrediente para que crezca la desinformación. Y otros dos ingredientes importantísimos: estamos confinados e hiperconectados a las redes.
Bulos hay de todo tipo, desde los que se centran en el posible origen del virus pasando por sus falsas curas, hasta los que son puramente políticos, tanto los que crean por intereses partidistas como los que se crean en su contra.
También hay muchos con motivación económica, como por ejemplo los que generan miedo o pánico para que acabemos comprando mascarillas o generadores de ozono o una simple lámpara de rayos ultravioletas para matar al virus. Mentiras que pueden llegar a causar un grave riesgo para la salud.
Una gran cantidad de bulos durante esta pandemia se ha creado para estafarnos: el conocido phishing cuyo objetivo es conseguir engañarnos para que pinchemos algún archivo adjunto y robarnos nuestros datos personales y bancarios. Y para eso acostumbran a suplantar fuentes oficiales o de confianza como Ministerios, bancos, comercios o autoridades sanitarias. Esta modalidad se ha llevado la palma estos últimos meses porque ha incrementado muchísimo.
¿Quién no ha recibido una oferta atractiva estos días? Desde pagos de la Seguridad Social, falsas ofertas de trabajo, promociones inexistentes, supuestos regalos…y la excusa: el coronavirus.
Según Elvira Tejada, fiscal coordinadora de criminalidad informática de la Fiscalía General, “los delincuentes han adaptado su actividad ilícita a las necesidades del momento”. “Hemos detectado un incremento en ofertas fraudulentas con todo lo relacionado con la prevención y cura del Covid-19, por ejemplo, ofertas de mascarillas, de EPI`s de test del virus, etc… Incluso algunos delincuentes se han hecho pasar por organizaciones benéficas para recabar dinero para residencias”, argumenta.
Los bulos no son un delito por sí mismo, pero sí son punibles
Mentir no es delito, ni en el mundo analógico ni en el digital, pero los expertos alertan: cuidado con el contenido de los bulos porque ya no sale gratis. Parece que no todas las mentiras que se han dicho estos días de confinamiento van a salir airosas. Aunque el bulo en sí no está recogido como tal en el Código Penal, la Fiscalía lo persigue sí tiene encaje legal. Por ejemplo, si la desinformación o la mentira está calumniando o injuriando a alguien, o si genera odio o si hay un riesgo para la salud pública o ha habido una estafa, entonces sí que podría perseguirse y las penas pueden llegar hasta los cinco años de prisión.
En la mesa de Tejada se acumulan las denuncias. Las analiza caso a caso. Algunos son comentarios ofensivos, humillantes sobre personas públicas, otras no tendrán ningún recorrido penal porque, según nos cuenta, “en ningún caso el bulo puede suponer una limitación en la libertad de expresión de los ciudadanos ni tampoco en el derecho a la crítica de la actuación política".
Elvira Tejada explica que "hay que tener muchísimo cuidado, estudiar el contexto en el que se produce y medir muy bien si ese comentario o esa expresión está cubierta por el derecho a la libertad de expresión o si hemos rebasado ese límite. Obviamente una noticia radicalmente falsa creada intencionadamente de forma ficticia difícilmente se puede acoger en el ámbito de la libertad de expresión”.
Por ejemplo, una de las denuncias en las que trabajan es la presentada por Unidas Podemos el 6 de abril contra la difusión por parte de un miembro de Vox de unas imágenes que mostraban bolsas de cadáveres de un hospital de Ecuador y ataúdes apilados tras el naufragio de 2013 en la isla italiana de Lampedusa como si hubieran sido tomadas en hospitales españoles durante la pandemia.
Otros delitos en época de pandemia
Los ciberataques a hospitales ha sido una de las investigaciones más graves estos días de pandemia. Sospechan que los ciberdelincuentes querían acceder a los sistemas informáticos para conseguir información sobre el estado de personas conocidas infectadas por el coronavirus. La fiscal Elvira Tejada recuerda que "el acceso a este tipo de información está especialmente penado, estamos hablando de datos especialmente sensibles porque afectan a la intimidad personal". Y lo que más le preocupa es el incremento del consumo de pornografía infantil, especialmente en España, durante el confinamiento.
También se han acumulado miles de denuncias de víctimas que han recibido un mail amenazándolas con enviar a todos sus contactos imágenes íntimas conseguidas en sus ordenadores. Les exigían un pago de 1500 dólares en bitcoins. La Sextorsión o el chantaje sexual ha sido otro de los delitos que ha llevado de cabeza a la Policía.
“No hay que hacer caso porque suele ser mentira, los ciberestafadores, la mayoría de las veces, no tienen nada pornográfico tuyo”. Así lo explica Selva Orejón, experta en identidad digital de la empresa Onbranding, quien recomienda que no hay que pagar nunca. “Normalmente tienen una contraseña tuya antigua. Lo que tienes que hacer es cambiarla. Y sobre todo, deberíamos activar siempre el doble factor de verificación, así se lo pondremos más difícil a los cibercriminales”, aconseja esta experta.
Para ahorrarnos algún que otro problema es mejor cotejar siempre la información con páginas oficiales y no fiarnos de los titulares demasiado llamativos y utilizar el sentido común. Es importante aprender a convivir con los engaños y los bulos porque nunca desaparecerán.
Saber quién está detrás no es fácil, pero hay algunas preguntas que pueden ayudarnos: ¿Quién lo envía? ¿A quién le interesa esa información? ¿Por qué ahora?
Como dice Cristina Tardaguila, una de las cosas positivas de la pandemia es que nos deja una gran lección: “La concienciación de la existencia de las noticias falsas. La desinformación siempre existirá, pero el ciudadano ahora está más atento”.