Woody Allen en su autobiografía: "Jamás le he puesto un dedo encima a Dylan"
- Llega a España A propósito de nada, que a punto estuvo de no publicarse en EE.UU.
- En el libro acusa a Mia Farrow de vengarse por su relación con Soon-Yi
Por fin llega a España A propósito de nada (Alianza editorial), la polémica autobiografía de Woody Allen que a punto estuvo de no publicarse en EE.UU. por las acusaciones contra el cineasta de haber abusado de su hija Dylan. Allen dedica casi la mitad del libro a defenderse de esas acusaciones y a describir a su expareja, Mia Farrow, como una psicópata que maltrataba a sus hijos adoptivos y que se inventó esos supuestos abusos por venganza, cuando descubrió su relación con Soon-Yi.
"Jamas he puesto un dedo encima a Dylan, jamás le he hecho nada que pudiera malinterpretarse como un abuso sexual; desde el principio hasta el final, desde cada partícula subatómica, fue una invención pura" -asegura Allen-.
Lo cierto es que hubo dos investigaciones independientes que concluyeron que Dylan, que tenía 7 años cuando sucedieron los hechos, no había sufrido abusos sexuales por parte de Allen. El cineasta asegura en el libro que era una niña "emocionalmente vulnerable atrapada en una familia perturbada" y que había sido aleccionada o influida por su madre de tal forma que "ha acabado creyéndose lo que le han contado que sucedió".
El título del libro (A propósito de nada) ya nos da una pista de lo que opina Allen de esas acusaciones; y el color negro de cómo se siente el actor.
Dylan, que actualmente tiene 34 años, sigue manteniendo que su padre abusó de ella; al igual que su hijo Ronan Farrow, un famoso periodista cuyos artículos iniciaron el movimiento #MeToo.Gracias a las presiones de ese grupo en Estados Unidos, Allen no ha podido estrenar sus dos últimas películas: Día de lluvia en Nueva York (2019) y Rifkin's Festival (2020).
Una venganza de Mia Farrow
La razón de esas falsas acusaciones fue -según Allen- que Mia descubrió unas fotos eróticas que Allen y Soon-Yi se hicieron al principio de su relación, cuando ella tenía 21 años y él 56 (y seguía saliendo con Mia). Fue en aquella época cuando Farrow llamó a la hermana de Allen para decirle: "Él me quitó a mi hija; ahora yo voy a quitarle a la suya". Ahí habría comenzado esa supuesta venganza de Mia, que acabaría con esas acusaciones de violación.
"Satchel, a los cuatro años, le decía a la gente 'mi padre se folla a mi hermana'”, añade el cineasta sobre esa supuesta manipulación a la que Farrow habría sometido a los niños..
El director de Manhattan o Annie Hall describe a Farrow como una persona desequilibrada y siniestra, con antecedentes famliares de abuso y que tenía "una relación antinaturalmente estrecha con su hijo Fletcher, con el que durmió desnuda hasta los 11 años". También asegura que la actriz era una mala madre, ya que no trataba igual a sus hijos naturales biológicos (tres de su matrimonio con André Previn y uno, Ronan, con el cineasta, aunque luego dijo que era de su primer marido, Frank Sinatra) que a los adoptados (10). De hecho el director asegura que los niños habrían recibido malos tratos y que Farrow llegó a agredir a Soon-Yi en varias ocasiones.
"No es extraño que dos de sus hijos adoptados (Tam y Thaddeus) terminaran suicidándose -asegura Allen-. Un tercero también contempló esa posibilidad, y una hija adorable (Lark), que tuvo que enfrentarse a un diagnóstico positivo de VIH con más de treinta años, terminó abandonada por Mia y murió de sida en un hospital una mañana de Navidad sin nadie a su lado".
Allen también describe la obsesión de Farrow por "coleccionar hijos" y asegura que cuando se quedó embarazada de Ronan le empezó a tratar con frialdad e indiferencia: "Mi teoría es que cumplí mi propósito cuando la dejé embarazada y luego pasé a ser irrelevante".
El cineasta asegura que no ha visto a Dylan desde el escándalo (un juez le prohibió las visitas): "Todavía hoy, Soon-Yi y yo recibiríamos a Dylan con los brazos abiertos si alguna vez quisiera acercarse a nosotros como hizo Moses, pero hasta ahora no es más que un sueño".
"Una verdadera relación de amor"
Allen confiesa que tuvo muchas dudas cuando comenzó su relación con Soon-Yi y que no pensaba que tuviera futuro pero que gracias a ella "comencé a disfrutar de una relación de amor por primera vez en la vida". Y añade que "el logro más satisfactorio de mi vida no son mis películas sino haber podido liberar a Soon-yi de una situación terrible y brindarle la oportunidad de florecer y desarrollar su potencial".
Woody dedica el libro a su esposa: "Para Soon-Yi, la mejor. La tenía comiendo de la mano y de pronto noté que me faltaba el brazo".
El director también describe con detalle sus otras relaciones sentimentales: su primer matrimonio, con apenas 20 años, con Harlene Susan Rosen ("Era demasiado buena para mí, lo que quedaría demostrado tras casarse conmigo"); su segundo matrimonio, tras ocho tormentosos años de relación, con la actriz Louise Lasser ("Seguimos manteniendo una gran y leal amistad"); o su relación sentimental con Diane Keaton ("Le sigo enseñando mi trabajo y es una de las pocas personas cuya opinión me interesa") Por cierto que Allen también menciona que tuvo escarceos amorosos con las dos hermanas de Diane.
"Para mí lo mejor del libro son mis aventuras románticas y lo que he escrito sobre las maravillosas mujeres de las que me he enamorado apasionadamente", añade Allen.
Una carta de amor al cine y al mundo del espectáculo
Pero lo que más disfrutamos de esta autobiografía, los amantes del cine, es de los cientos de anécdotas de Allen sobre su infancia y su carrera en el mundo del espectáculo. Muchas de ellas nos recuerdan a sus películas porque en este caso es difícil diferenciar la biografia y el arte. Y están relatadas con el inconfundible sentido del humor y la ironía del cineasta.
Allen reconoce su pasión por el cine cuando asegura que el personaje de sus películas que más se le parece es "Cecilia, de La rosa púrpura del Cairo"
Allen empieza hablando de sus padres ("Casados durante 60 años por puro rencor"); de su infancia en Brooklyn ("Me apasionaban la radio y los tebeos pero no tenía interés por los libros"); y de como se escapaba a Manhattan desde pequeño porque ya le fascinaba. Sus fracasos escolates y universitarios, su descubrimiento del cine y el Jazz, su sueño de ser jugador de béisbol, su interés en los trucos de magia ("Quería ser un tahúr y timar a la gente") o de su primera actuación como mago en un escenario ("Descubrí que, en realidad, la gente se partía de risa").
"Soñaba con escribir para Bob Hope y tener un apartamento en la Quinta Avenida", asegura.
A los 16 mandó chistes a los diarios y le contrataron para escribir chistes para los columnistas ("Ganaba 40 dólares a la semana por escribir unos 50 chistes diarios. Y al poco tiempo ganaba el triple que mi madre y mi padre juntos"). Luego el ejército le rechazó ("Por morderme las uñas)"; y triunfó como guionista de televisión ("Incluso escribí para chistes para el muñeco de madera de un ventrílocuo"); pero a pesar de ganar "miles de dólares a la semana", lo dejó para "aceptar un trabajo como humorista en un club".
Todo cambió cuando Warren Beatty le propuso trabajar en una película que acabaría siendo ¿Qué tal, Pussycat? (su primer trabajo como actor y gionista). Y que dió comienzo a una de las carreras más brillantes de la historia del cine.
Allen también comenta en el libro su desinterés por acudir a la gala de los Oscar (ha estado nominado en 24 ocasiones y ha ganado 4 estatuillas), como la noche en que Annie Hall ganó el oscar a Mejor Película: "No me gusta la idea de que se premie a obras de arte que no se relaizan con un propósito competitivo".
"Lo hice lo mejor que pude"
Con una mezcla de ironía y amargura, Allen confiesa que esa carrera de más de sesenta años se vio muy afectada por todo lo que pasó, sobre todo porque hay muchos actores y actrices que rechazan trabajar con él. Pero él menciona a los muchos que le han defendido públicamente, y cita a Diane Keaton, a Alec Baldwin, Javier Bardem, Blake Lively, Scarlett Johansson, Catherine Deneuve, Jude Law, Isabelle Huppert o Pedro Almodóvar.
"Os doy las gracias a todos, porque ha sido muy amable por vuestra parte alzar la voz, y os aseguro que jamás os avergonzaréis de haberlo hecho", dice Allen, que también reconoce que "esperaba un poco más de apoyo" por parte de sus compañeros de profesión.
Allen también declara su amor a Europa y a España, destacando su paso por Barcelona, San Sebastián y Oviedo (donde sí recogió el Premio Príncipe de Asturias). Y recuerda que Felipe VI fue a cenar una noche a su casa de Nueva York.
"Lo único que puedo decir es que lo hice lo mejor que pude y que si mis películas no son mejores la culpa es solo mía", añade Allen.