Yemen: coronavirus sin control en plena guerra
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En Adén, en el sur de Yemen. Lo habitual son diez entierros diarios, afirma a RTVE.es Jacob Burns, responsable de comunicación de Médicos sin Fronteras para el país de la península arábiga. La ONG dispone en la ciudad del único hospital que trata a enfermos de coronavirus.
"Entre el 30 de abril y el 17 de mayo ingresaron 173 pacientes, 68 murieron. Es un número de muertos enorme, pero nos hemos dado cuenta de que es sólo la punta del iceberg en términos de la cantidad de gente que está enferma y muriéndose en la ciudad", señala Burns.
Según MSF, “la gente llega demasiado tarde al hospital y sabemos que hay muchas personas que, sencillamente, no vienen; se están muriendo en casa”.
Buena parte del personal sanitario no está percibiendo ningún salario
Su portavoz para Yemen asegura que “los entierros en la ciudad han aumentado de una cifra antes del brote de diez al día, a ochenta e incluso noventa diarios”.
La ONG está tratando a muchos médicos y personal sanitario yemení en su centro, donde también han enfermado varios integrantes del personal de Médicos sin Fronteras.
Uno de los graves problemas de Yemen es que buena parte del personal sanitario no está percibiendo ningún salario por su trabajo. Tampoco cuentan con suficientes equipos de protección personal. En el 18% de los 333 distritos en que se divide el país, no hay médicos. En todo el país hay apenas 500 respiradores y 700 camas UCI. La Organización Mundial de la Salud ha conseguido enviar apenas 6.700 tests de COVID-19, pero todavía está a la espera de enviar otros 32.000. La cantidad insuficiente de pruebas hace imposible determinar con exactitud el grado de extensión de la pandemia.
Desplazados, una “bomba de relojería”
La situación es todavía más dramática en los campos de refugiados y desplazados internos que ha provocado la guerra. Son más de 3.600.000 personas en lugares donde no hay agua potable y las condiciones de subsistencia están marcadas por las menguadas capacidades de las ONG y ACNUR, la agencia de la ONU para los Refugiados.
“Contamos con todas las piezas para que esto sea una bomba de relojería”, advierte Jean-Nicolas Beuze, representante de ACNUR en Yemen.
Explica que apenas han recibido el 30 % de 200 millones de dólares de los fondos comprometidos por los países donantes porque lo que se han visto obligados a “priorizar nuestra intervención”.
“Será una situación de vida o muerte“
Eso significa, según Beuze, que “tendremos que estudiar qué programa salvamos, aunque la verdad es que, en unas pocas semanas, vamos a tener que paralizar todos nuestros programas aquí, lo que significará que dejaremos sin asistencia 3,6 millones de desplazados y a 280.000 refugiados. Para ellos será una situación de vida o muerte”.
El responsable de ACNUR en el país arábigo considera que algunos de los desplazados se verán forzados dejar los campos. Dice Beuze que “serán empujados a la extrema pobreza, lo que les llevará a vivir en la calle, aceptar trabajos miserables, pasar hambre o terminar casando a sus hijos para poder sobrevivir. Beuze concluye, pesimista, con un proverbio árabe: “El coronavirus puede ser la paja que termine de romper la espalda del camello de Yemen”.