Geometría variable en tiempos de alarma: así ha evolucionado el apoyo al Gobierno en el Congreso
- El Ejecutivo ha conseguido sacar adelante con holgura la mayoría de los decretos económicos durante el estado de alarma
- En cambio, ha ido perdiendo apoyos en las votaciones para aprobar las prórrogas del estado de alarma
Es poco común que el Congreso tumbe un decreto del Gobierno. También lo es que reciba el respaldo de más de trescientos diputados. Durante el periodo de estado de alarma, eso último ha ocurrido en cuatro ocasiones. El Ejecutivo ha cosechado mayorías absolutas (más de 175 votos a favor) en diecisiete de dieciocho votaciones, según los datos obtenidos a partir del análisis del registro de la Cámara Baja.
El apoyo al Gobierno — de coalición y en minoría parlamentaria—, está siendo mayor en tiempos de pandemia. Así, los decretos derivados de la crisis de la Covid-19 han cosechado, de media, 245 síes (el 69,9%) frente a los 216 (el 61%) que obtienen los que regulaban otras cuestiones.
La excepcionalidad de la situación explica el incremento del respaldo que el Gobierno encuentra en el Congreso de los Diputados. Influye también el instrumento utilizado: el Real Decreto-Ley. Dichos textos los aprueba el Consejo de Ministros, entran en vigor, y después los convalida, o no, el Congreso dentro de los 30 días siguientes. El sistema es rígido, no caben matices. La norma puede continuar vigente o decaer en ese instante.
Sin embargo, los grupos parlamentarios han encontrado una forma de hacer valer sus propuestas: la tramitación de los textos como proyecto de ley. Esto implica que el decreto, mientras sigue vigente, puede sufrir modificaciones.
Esta fórmula ha sido moneda de cambio común a la vista del apoyo que ha recibido en numerosas ocasiones por parte de los grupos que sustentan al Gobierno. Sus diputados han votado a favor del trámite como proyecto de ley en nueve de las diez veces en que se ha aprobado.
Debate acalorado en las prórrogas, respaldo del centro-derecha en lo económico
El respaldo parlamentario al estado de alarma comenzó siendo amplio, pero se ha desgastado con rapidez. Entre los 321 votos a favor de la primera prórroga y los 177 de la última, se ha quedado por el camino la derecha.
Vox pasó del sí al no en la segunda. Los diputados del PP se abstuvieron en la cuarta y votaron en contra en la última. “Hasta aquí hemos llegado”, avisó Pablo Casado en la sesión de control al Gobierno del 13 de mayo.
Sánchez ha perdido apoyos también entre sus socios de investidura: Esquerra Republicana y Compromís, parte de la coalición junto a socialistas en la Comunidad Valenciana.
La historia con el resto de decretos es diferente. En general, el centro-derecha ha refrendado los económicos. No hay votos en contra de PP, Vox y Cs en seis textos (decretos 6, 7, 11, 13, 14 y 18), y hay incluso acuerdo total en normas que regulan la compra de mascarillas, el aplazamiento de impuestos a empresas y autónomos, la prórroga de cuatro años en la suspensión de lanzamientos por impago de hipoteca y los ERTE.
El tono del debate político parece haber desvirtuado la realidad en algún otro aspecto concreto. De un lado, pese a haber inaugurado una etapa de entendimiento con el Gobierno, Ciudadanos ha rebajado el nivel de apoyo. Los de Inés Arrimadas habían votado a favor de todos los decretos previos a la crisis, mientras que ahora se han plantado en el que declaraba hábil parte de agosto en la Administración de Justicia, y se han abstenido en el que encarece el despido durante el estado de alarma.
Quedan como apoyos inquebrantables al Gobierno, con 18 síes en 18votaciones, los diputados José María Mazón (PRC) y Ana Oramas (Coalición Canaria), que votaron en contra de la investidura de Pedro Sánchez. Es algo que ni siquiera puede sostener la portavoz socialista, Adriana Lastra, que se abstuvo, aunque por error, en la votación de la última prórroga.
En esta categoría podría entrar también EH Bildu, que ha mantenido su abstención en todas las prórrogas y la mayoría de decretos, habiendo pactado incluso la “derogación íntegra” de la reforma laboral sin que sus votos fueran necesarios.