De Instagram a plantar batalla al coronavirus: "Si no lo hacía me iba a arrepentir"
- El coronavirus anima a la influencer y enfermera Gemma Marín y el médico jubilado Vicente Arráez a volver a ejercer
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"Yo lo que me imagino continuamente es pasear por la playa y comerme una paella con mi familia y mis amigos". Es el horizonte que dibuja Gemma Marín, influencer, actriz y bailarina con más de 300.000 seguidores en Instagram, cuando recupere cierta normalidad en su vida. Tendrá que esperar al menos al 30 de junio, cuando termine su contrato como enfermera en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. Después de diez años sin ejercer, ver la necesidad de profesionales sanitarios cuando empezó la pandemia la animó a mandar su currículum a todos los hospitales de Madrid.
"Yo me siento muy orgullosa de haberlo hecho. Sabía que si no me iba a arrepentir, a pesar del miedo de que les pudiera pasar algo a mis hijas. Pero no se puede vivir con miedo y yo siento que esto es lo que tengo que hacer", cuenta en un descanso en medio del turno. Su única inseguridad fue que "llevaba diez años sin trabajar y había técnicas que no había hecho". Al principio hacía 20.000 preguntas, dice, y les explicaba a las compañeras que hacía mucho que no ejercía. "Ellas me decían que me habían mandado directamente a la guerra", relata.
Con 69 años, la responsabilidad también llevó al doctor Vicente Arráez a volver a la primera linea, después de dos años jubilado como responsable de la Unidad de Transplantes del Hospital Universitario de Elche. Sus 38 años de experiencia en cuidados intensivos han sido oro para los compañeros del Hospital de Torrejón (Madrid). "En cuanto se vio que era una pandemia y las UCIS se estaban llenando me ofrecí a la Consellería de la Comunidad Valenciana". Como el estado de alarma le pilló en Madrid, le reclamaron en Torrejón. "No lo dudé", añade.
De Instagram a la planta COVID
Sanidad calculaba, a principios de abril, que se contrataría a más de 80.000 sanitarios para luchar contra el coronavirus. Un refuerzo para unas plantillas que se quedaban escasas, estaban exhaustas y caían también infectadas por el virus. "Es imposible hacerte una idea de lo que ha sido, a no ser que trabajes en un hospital. Yo iba mentalmente preparada de que iba a ser duro, pero no te lo imaginas", cuenta Gemma, que solo había trabajado como enfermera dos años en atención primaria, antes de irse a Estados Unidos.
"Enfermería lo estudié como un hobby, yo tomé la decisión hace tiempo de que no iba a ejercer, soy actriz y bailarina. En julio vuelvo a mi sueño y mi trabajo, aunque ahora sigo publicando en Instagram. Y solo volveré si en octubre hay un rebrote y me necesitan", cuenta.
Volvió hace unos meses de Estados Unidos, con dos hijas que hubieran sido su único freno para volver a ponerse el traje de enfermera: "Hablé con mi hermana y ella me dijo que podía cuidarlas, así que me ofrecí para hacer los turnos que hiciera falta. Me ofrecieron irme a vivir a un hotel pero no hubiera podido soportar no vivir con mis hijas. Cuando llego a casa me ducho, lavo la ropa a 60º y tomo todas las precauciones para protegerlas".
“Me ofrecí a hacer los turnos que hiciera falta“
Se incorporó poco antes de "doblar la curva": "Todo era COVID, había que ir con el EPI completo y no siempre había... Hemos trabajado con mascarillas que no eran adecuadas, he conseguido en redes sociales que nos mandaran gafas y batas impermeables", dice. Hace tres semanas bajó el nivel de trabajo y ahora está en una planta de "screening": casos sospechosos con PCR negativa.
La realidad del hospital la ha sobrepasado en algunos momentos: "Muchos días era duro ir a trabajar, no podía dormir... Lo he hablado mucho con mi terapeuta", cuenta Gemma. Entre los momentos más duros, destaca un mensaje que llegó a su cuenta de Instagram: "Me pidieron que localizara a una mujer que había sido madre hacía un mes y después tuvo que ser ingresada en UCI. Le pegué fotos del bebé por si despertada, y le ponía los audios que me enviaba la familia. Estuvo más de 20 días intubada. Yo pensaba en el bebé, esperando a su madre en casa... Luego me mandó un video cuando pudo volver a casa", cuenta.
“Yo no me estoy jugando la vida por ganar unos likes“
Tiene muchas otras historias que no acaban tan bien. Pero a pesar de que su trabajo es compartir su día a día en las redes sociales, no las ha compartido: "La gente cree que Instagram es maravilloso pero tiene sus cosas malas. Yo me expongo mucho en las redes, enseñas tu parte vulnerable. No he contado las historias más duras porque enseguida te dicen que lo haces por ganar unos likes, y no es así. Yo no me estoy jugando la vida por ganar unos likes, tengo claro que me gusta mucho vivir".
Y ahora más que nunca: "Estoy más agradecida con la vida, con que mi familia está bien y pueda estar con mis hijas. No podemos dar nada de lo que tenemos por sentado". Pide precaución a la gente para no volver a saturar el sistema sanitario. Y hace una petición: "Igual que ya se puede salir a tomar algo a una terraza, se debe permitir que los familiares acompañen a los ingresados en el hospital".
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La medicina es algo más que curar
Lo sabe bien Vicente Arráez, que en el mes y medio que ha estado en el hospital de Torrejon se ha ocupado de los enfermos en UCI que no eran COVID-19, y de impulsar el sistema de comunicación con las familias. El aislamiento de los enfermos es siempre duro, pero los tiempos cambian: "Hemos conseguido paliar la soledad con los medios actuales, con formas creativas de mantener la conexión. Se pedía a los familiares que mandasen videos y se los poníamos a los pacientes, aunque no pudieran ver, para que escucharan la voz de un familiar. Y para evitar muertes en soledad hemos permitido que entrara un familiar, le hemos puesto el EPI para que pudiera estar a su lado. Esto es algo que se va a mantener en las UCIS".
El coronavirus le ha demostrado que no lo había visto todo: "Con toda mi experiencia, este virus era algo totamente nuevo y todavía se conoce poco". Dice que no ha vivido en estas intensas semanas lo peor de su vida profesional: casi 40 años de experiencia dan para muchos malos momentos. Es su vivencia personal, pero reconoce que la huella que deja el coronavirus será profunda en toda la sociedad y sobre todo en sus sanitarios: "Con lo que ocurría en la UCI he visto a médicos y enfermeras que tenían que salir a la salita para secarse las lágrimas".
“Los médicos y enfermeras salen de la UCI para secarse las lágrimas“
Arráez preside la Asociación Metta-Hospice, que acompaña a personas en el momento de su muerte y apoya a los familiares en su duelo. Cree que los profesionales sanitarios deben formarse en estas habilidades porque los cuidados no deben ser solo médicos: también emocionales.
"Una crisis te enseña donde eres vulnerable y te da la oportunidad de ver lo que puedes poner en marcha. La pandemia me recuerda mi vulnerabilidad y me pone delante de todo el potencial que tenemos para conectarnos con los demás. Hay que vivir plenamente", explica Vicente.
Del cine a la residencia de mayores
Nerea Barros ganó el Goya como actriz revelación en 2015 por su papel en "La isla mínima". Acaba de terminar el rodaje en Uzbekistán de su primera película como directora, "Memoria". La historia de un abuelo que vio desaperecer el Mar de Aral. Recién llegada a España, se plantó en una residencia de ancianos para trabajar de enfermera, la carrera que sus padres la animaron a estudiar por si lo de la interpretación no iba bien.
"Yo me di cuenta que este maldito bicho atacaba sobre todo a las personas mayores y que por nuestro miedo, por la crisis... de repente las residencias estaban gravemente afectadas. Yo tenía que ayudar", contaba hace unos días en Radio Nacional.
Ahora sus "abuelos" se van recuperando. "Ver que personas de mucha edad logran pasar la enfermedad te da esperanza. Cuando llegan los PCR negativos aplaudimos", cuenta de su nuevo día a día, que no quiso compartir con su familia, "pero ya saben como soy, ya sabían que tramaba algo".
Barros destaca la solidaridad de los que les han proporcionado "mascarillas o pantallas" para que puedan hacer su trabajo, y tranquiliza a los familiares que aún no pueden visitar a los mayores: "Se les da todo el cariño del mundo. hacemos videollamadas muy bonitas, los estamos recuperando poquito a poquito porque no han podido ni pasear".
Y termina con una reflexión "sobre los mayores. Se lo debemos todo y tenemos que estar con ellos. No pueden estar los últimos, tienen que estar los primeros".