El 'parón' educativo alimenta los fantasmas del fracaso escolar y el abandono temprano
- Profesores, padres y expertos coinciden en el grave perjuicio que el cierre de las aulas supone para el alumnado
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Hay quienes hablan de ‘emergencia educativa’ para definir el estado en el que se encuentra el sector de la enseñanza en España tras el azote de la pandemia. Y ese calificativo parece acertado cuando se analiza de la mano de docentes, padres, expertos en educación y alumnos lo que puede suponer a corto y medio plazo el cierre de las aulas para un país que cuenta con la tasa más alta de abandono escolar de la Unión Europea (17,3%) y en el que la brecha digital es cada vez más profunda.
La formación online no ha conseguido arraigar en la mayor parte de colegios e institutos públicos de España y aquellos centros que sí han podido subirse al carro de la transformación de forma 'exprés' han dejado fuera de manera indirecta a miles de menores por no tener acceso a internet o no disponer de un dispositivo electrónico que les permita mantener el vinculo con la escuela. De hecho, según datos de Unicef, 300.000 niños y niñas españoles no han podido usar un ordenador en los útlimos tres meses.
Las debilidades del sistema educativo han quedado al descubierto y no hay una respuesta coordinada por parte de todos los centros educativos. La continuidad de la formación depende de lo que cada escuela sea capaz de ofrecer, de la buena voluntad del profesorado y del interés o las posibilidades que las familias tengan a la hora de asistir a unos menores que en menor o mayor medida sufrirán las consecuencias directas de ese caos.
Peor pronóstico si no se reactiva pronto la educación presencial
Este contexto tan poco favorable alimenta dos temidos fantasmas: el del fracaso escolar --niños de hasta 16 años que no logran terminar la educación obligatoria--, y el del abandono temprano --jóvenes de 18 a 24 que dejan el sistema educativo--.
"Si este parón dura solo tres meses quizá las consecuencias no serán tan terribles, pero si en septiembre todavía hay problemas para retomar la educación presencial será preocupante porque a medida que pasa el tiempo las desigualdades sociales se van acentuando", señala a RTVE.es Jordi Busquet, doctor en Sociología y responsable de la Red de investigación CONinCOM (Conflicto, infancia y comunicación) de la Universitat Ramon Llull.
En ese centro han estudiado en profundidad los factores que rodean a la brecha educativa y han llegado a la conclusión de que son las desigualdades culturales entre las familias las que marcan la diferencia.
"El problema del fracaso escolar es un problema estructural y lo que hace esta crisis es poner de manifiesto ese déficit y acentuar unas desigualdades que están en la base. Algunos niños han tenido un apoyo muy fuerte por parte de sus padres y en cambio otros chicos cuyas familias no tenían un interés activo en la educación se han sentido ahora más distanciados", subraya.
Una brecha socioeconómica cada vez más profunda
Por tanto, esta parálisis educativa sin precedentes pasará factura sobre todo a los alumnos que vivan en un entorno desfavorecido, algo que ve con claridad Paloma García, profesora de secundaria y Bachillerato en un instituto de la provincia de Granada en el que la mayoría del alumnado procede de familias con pocos recursos.
Ella se muestra convencida de que estos tres meses van a dar lugar "a un aumento del fracaso escolar" y pone mucho énfasis en lo que supone para centros como el suyo que se haya roto el vínculo presencial entre alumnos y profesores.
"Hay chicos cuyos padres no tienen ninguna cultura o no les interesa la educación, y en el instituto los puedes rescatar e ir tirando de ellos, pero al romperse el contacto se crea un elemento más de fracaso", explica la profesora, que tiene alumnos de los que no sabe "absolutamente nada" desde el 13 de marzo.
Ni su esfuerzo ni el del mediador intercultural que trabaja para su centro han logrado evitar que los menores se "desenganchen" del sistema educativo durante el confinamiento.
"En zonas un poco más deprimidas no todos tienen un ordenador o acceso a internet y las desigualdades que antes eran evidentes se han acuciado más. Hay alumnos que han estado enviándonos las tareas desde el móvil de sus padres hasta que se quedaban sin datos y ya no podían mandar los trabajos", añade García.
Además, esta profesora apunta que la modalidad a distancia está dificultando la comprensión de los contenidos por parte de numerosos alumnos que ya tenían dificultades y quienes cuentan ahora con mayor riesgo de caer en el fracaso escolar.
Se "ralentizará" el ritmo al que avancen los grupos
José Rodríguez es profesor de primaria en un colegio bilingüe y privado en el que las familias de los alumnos sí tienen más recursos económicos, pero apunta que también en estos centros se ha perdido la continuidad de algunos menores. Él tiene varios alumnos que "no aparecen por las clases 'online'".
“Hay alumnos que no aparecen por las clases ‘online’“
Por otro lado, este docente incide en que, si antes había "unos pocos niños" que, por tener un nivel más bajo, frenaban “el ritmo de la clase”, es muy probable que cuando el número de chicos con carencias aumente, sea más difícil avanzar.
“Van a ser más niños arrastrando problemas y van a ralentizar sí o sí al grupo entero, por mucho que intentemos ayudarles por separado”, opina.
No obstante, Rodríguez considera que hay que ser “un poco optimistas” y tratar la situación como “un bache” sin perder la “vista de futuro”. Y la clave para que esas expectativas más positivas no desvanezcan, dice, está en que no se prolongue mucho más tiempo esta situación, algo en lo que coincide con Javier Puerto, presidente de la Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía (APIA).
“Quiero pensar que, si se queda solo en un trimestre, a largo plazo no haga demasiado daño“
“Es evidente que hay un bajón en el rendimiento de los alumnos, pero quiero pensar que, si se queda solo en un trimestre, a largo plazo no haga demasiado daño. Pero está claro que este sistema no se puede prolongar en el tiempo y si se dilatase más sería un problema mayor”, aclara Puerto, profesor de secundaria.
La pérdida de motivación podría derivar en un abandono temprano
Hay una “voluntad unánime” entre el profesorado y las consejerías de Educación, asegura, para que este periodo repercuta “lo mínimo posible” en los resultados académicos, pero lo que inevitablemente se verán afectados serán los conocimientos, que es, recalca Puerto, donde habrá que poner el foco.
Cuando finalmente puedan volver a las aulas, los docentes tratarán de “recuperar” a los alumnos que estén más perdidos, pero aun así estos podrían arrastrar bastantes lagunas. Especialmente, quienes se encuentran en cursos ‘clave’ como 4º de la ESO.
Otro aspecto que preocupa tanto o más a los docentes es el de la pérdida de motivación, que podría desencadenar en algunos casos en un abandono escolar temprano.
“Los alumnos no están con la misma predisposición que en el mes de marzo, les noto hastío y están cansados de este régimen del trimestre. La docencia presencial es un complemento pero si fuese sustituida por las clases online el abandono sería enorme. En mi caso, los alumnos han seguido asistiendo, pero tengo compañeros que me dicen que tienen a alumnos perdidos de vista, y eso no pasaba en el día a día de las aulas”, comenta Huerto.
Clases particulares para compensar el tiempo perdido
Ese hartazgo que, según maestros y profesores, siente el alumnado se palpa en una conversación con varios jóvenes que están sufriendo las consecuencias del cierre de colegios e institutos. En estos tres meses se han sentido más conectados con sus compañeros de clase, pero muy alejados de los centros a los que antes acudían a diario.
“Además de la falta de motivación, yo tengo compañeros que ya no se esfuerzan tanto. En el instituto solo nos van mandando deberes y ejercicios para repasar pero en realidad no nos está ayudando. Al contrario porque tengo menos tiempo para estudiar”, explica Marta, una estudiante de 17 años que dice estar “muy agobiada” por la proximidad de las pruebas de Selectividad.
Su curso, 2º de Bachillerato, es otro de los más perjudicados por la suspensión de las clases presenciales porque la necesidad de contar con un seguimiento continuo es fundamental y durante este periodo el vínculo con sus profesores habituales se ha perdido casi por completo. Por eso, Marta ha optado por asistir a las clases particulares que ofrece una academia para preparar las pruebas de acceso a la universidad, lo que ha supuesto un sobreesfuerzo económico para su familia.
La formación online, menos arraigada en los centros públicos
Sin embargo, los alumnos cuyas familias no puedan permitirse esta formación complementaria o encuentren un menor empuje en su entorno, nuevamente tendrán más posibilidades de caer en el fracaso escolar.
“Hay colegios privados que han tenido a los chicos conectados desde las 08:30 horas y con clases continuas, mientras que en los púbicos, los institutos y los concertados por lo general no han dado ninguna clase. Todo ha sido a base de mandar ejercicios, sin ninguna tutoría y sin ninguna conexión”, explica Clara Sáinz de Baranda, profesora de universidad y madre de una niña de 12 años que estudia 1ª de la ESO y de un niño de 5 años que se encuentra en segundo de infantil.
A su juicio, la brecha económica y digital es evidente, pero considera que hay otro tipo de división que también ha aumentado durante el confinamiento: la que separa a las familias que sí han podido estar implicadas en el proceso de aprendizaje y las que no lo han estado, sea cual sea el motivo.
“A mí me ha molestado que el profesorado no se pusiera en contacto con mis hijos, pero yo tengo la capacidad para ponerlos en marcha. Habrá otros chicos a los que padres no les hayan motivado o no han sabido hacerlo, así que va a depender de qué han sido capaces de conseguir. Como siempre, le estamos dando la responsabilidad de todo a las familias”, subraya.
“La sensación es que han dejado a los críos abandonados“
Esa misma línea siguen los comentarios de Santiago, padre de dos hijas, que estudian segundo y cuarto de primaria. Él considera que el colegio público al que van sus hijas ha habido una respuesta “muy tardía y muy pobre” y apunta además que en el distrito madrileño en el que vive hay muchos menores que no tienen internet ni ordenador en casa.
“La sensación es que han dejado a los críos abandonados. Los que tienen la suerte de tener unos padres con formación, recursos e interés lo han llevado mejor que los que no”, señala Santiago, que también alude a una desigualdad de oportunidades que resulta ahora más palpable que nunca.
Save the Children pide un 'plan Marshall' para la educación
Con el objetivo de luchar contra este mal pronóstico yde frenar tanto el fracaso como el abandono escolar de los niños, niñas y adolescentes más desfavorecidos, Save the Children ha pedido un 'plan Marshall' para la educación en España tras la crisis del coronavirus.
La ONG, especializada en infancia, ha presentado un informe titulado Covid-19: cerrar la brecha en el que propone un conjunto de recomendaciones para la vuelta a las aulas que están basadas en la equidad y en el bienestar psicosocial del alumnado.