La metalúrgica Alcoa San Cibrao afronta la amenaza de cierre más seria en sus 40 años de historia
- Inaugurada en 1980, se convirtió en el motor económico de la comarca de A Mariña
- Alcoa San Cibrao es, hoy por hoy, la última fábrica de aluminio primario de toda España
No es la primera, pero sí la más seria de las amenazas de cierre de una empresa que vivió cuatro décadas de camino alfombrado, primero por el Estado y después por una multinacional líder mundial en su sector. Un camino que, no obstante, no estuvo exento de tropiezos.
La creación del gran complejo industrial de Alúmina Aluminio sobre 500 hectáreas de la costa de Lugo a mediados de los años setenta generó reticencias en A Mariña, una comarca eminentemente pesquera y agrícola, donde la única tradición industrial estaba ligada a la siderurgia y las fábricas promovidas por el Marqués de Sargadelos en plena Ilustración, en el siglo XVIII (un entramado del que hoy sólo se conserva la famosa fábrica de cerámica).
El proyecto industrial llevaba aparejada la puesta en marcha de una central nuclear a pocos kilómetros, en Xove, para abastecer de energía al complejo. La presión popular acabó frustrando la construcción de la nuclear, pero no la de la metalúrgica, que cambió radicalmente la forma de vida y la idiosincrasia de toda la comarca.
El proceso de montaje atrajo a gente de toda España y fue la vía de entrada de la comunidad caboverdiana, que después se asentaría en Burela para ocupar las vacantes que dejaron en los barcos los marineros que fueron a trabajar a la factoría.
Alúmina Aluminio se convirtió en el foco de despegue de la economía mariñana. En octubre de 1980 era inaugurada por los entonces Reyes de España, Juan Carlos I y Sofía. Llevaba unos meses funcionando a pleno rendimiento, con dos plantas diferenciadas: la de Alúmina, dedicada a transformar en hidrato de alúmina la bauxita que llegaba al puerto desde el Golfo de Guinea; y la de Aluminio, que transformaba ese hidrato en metal a través de un proceso de electrolisis.
Creó 1.700 puestos de trabajo directos y 6.000 indirectos. Pedro Nieto, presidente del consejo de administración, destacaba entonces “la importancia de la inauguración del tercer complejo mundial del aluminio, tras los existentes en Canadá y Estados Unidos”.
1987. El Cason, la primera gran crisis, aún hoy sin explicación
En diciembre de 1987 llegaría la primera amenaza de cierre, la primera y única vez que se pararon las cubas de electrolisis y un conflicto que marcó otro hito histórico: el primer despido de un comité de empresa en España.
Un conflicto laboral provocado por el embarrancamiento del Cason en la playa de Rostro, en Fisterra. La carga del mercante panameño, supuestamente tóxica y que explotaba al contacto con el agua (el contenido real de los bidones sigue siendo una incógnita hasta el día de hoy), acabó inexplicablemente cruzando toda Galicia en camiones y entre barricadas para ser depositada en el muelle de Alúmina Aluminio. Desde allí otro barco se encargaría de transportarla a Holanda.
Los rumores sobre la peligrosidad de la mercancía provocaron una enorme reacción social que acabó convertida en psicosis, dentro y fuera de la factoría. El comité de empresa tomó la decisión de evacuar la planta mientras se hacía el trasvase de los bidones y parar las cubas. Una decisión insólita que acarrearía pérdidas millonarias y un laborioso proceso que duraría meses para volver a arrancarlas.
La consecuencia más grave fue el cierre temporal de la planta y los primeros despidos en masa de su historia. Incluidos los 23 miembros del comité de empresa, que nunca recuperaron su empleo.
Superado el bache, la factoría volvió poco a poco a la normalidad y vivió otra década de tranquilidad, solo sobresaltada por un atentado terrorista contra la línea que suministraba electricidad a la fábrica y que se atribuyó al Exército Guerrilheiro do Povo Galego Ceive.
1998. La privatización: la multinacional Alcoa compra Alúmina Aluminio
En los años noventa, el Gobierno de España dio un giro a su política económica con la privatización de diversas compañías estatales. Entre ellas Inespal, el grupo que gestionaba la fábrica de San Cibrao y otras nueve del sector del aluminio. En 1998 fueron vendidas a la compañía estadounidense Alcoa, líder mundial en producción de aluminio.
Supuso otra década de estabilidad, con importantes cambios en la filosofía y una nueva forma de producir en clave norteamericana, para una plantilla que llevaba años bajo gestión pública. Sin embargo, el gigante americano tuvo que hacer frente a diversas crisis a lo largo de los años.
La emergente competencia asiática, la recesión mundial y el inestable precio de la energía en nuestro país, que también había privatizado el sector eléctrico, hizo que Alcoa declarase pérdidas, por primera vez, en el año 2009. Empezó a desprenderse de la mayoría de sus plantas en España, quedándose únicamente con las tres de aluminio primario: Avilés, A Coruña y la denominada durante muchos años como ‘joya de la corona’: San Cibrao, la mayor de todas.
El problema energético, ¿el ocaso de las electrointensivas?
Finalmente sería la crisis energética lo que puso contra las cuerdas a lo que quedaba de Alcoa en España. Para una empresa electrointensiva como Alcoa (sólo la fábrica de San Cibrao consume el 2% de la energía eléctrica de toda España) el recibo mensual de la luz supone el 40% de sus costes de producción. El elevado precio del megavatio en España y, sobre todo, la incapacidad de los sucesivos gobiernos de ofrecer una tarifa estable a través del complejo sistema de las subastas de interrumpibilidad, dejó a las plantas de San Cibrao, Avilés y A Coruña en inferioridad de condiciones para competir. Incluso con otras fábricas de su propio grupo, como las que Alcoa tiene en Noruega o Islandia.
En este contexto, Alcoa opta por deshacerse también de A Coruña y Avilés. Su venta al fondo suizo Parter Capital se cerró en el verano de 2019, materializando una amenaza que venía de un lustro atrás.
El pasado otoño, el presidente de la multinacional en España, Álvaro Dorado, insistía desde San Cibrao en que no era viable fabricar aluminio en España. "La actividad industrial no puede mantenerse al precio tan alto como tenemos actualmente. El 40% de nuestro coste de producción es coste de electricidad y ese coste está un 60% por encima de nuestros competidores en la zona Euro. Todo esto pone a la planta de aluminio primario en una situación comprometida", decía Dorado, en presencia de la ministra de Industria, Reyes Maroto, y otras autoridades.
Con Avilés y A Coruña paradas, a la espera de acontecimientos tras la reventa de Parter al Grupo Riesgo, Alcoa San Cibrao es, hoy por hoy, la última fábrica de aluminio primario de toda España. Eso la convierte en un elemento estratégico y esencial para el país y a eso se aferran los trabajadores para solicitar al Gobierno que garantice su viabilidad, bien a través de un plan de nacionalización, bien a través de un estatuto electrointensivo que garantice un precio estable de la energía. “Intervengan inmediatamente la empresa, den un futuro al 100% de las plantillas, aseguren la viabilidad vía un estatuto que sea competitivo y que venga obligado con inversiones a las empresas para que estas fábricas tengan futuro”, repite en cada movilización el presidente del Comité de Empresa, José Antonio Zan.
Mientras esto no se consiga, sobre la mesa hay 534 despidos, que significarían el cierre total de la planta de aluminio, quedando únicamente operativa la de alúmina. Un mazazo para una comarca que viajaría de golpe en el tiempo cuarenta años atrás, cuando vivía del campo y del mar y no del aluminio, que supone ahora un tercio de PIB industrial de la provincia de Lugo.
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