El presunto asesino de Madeleine, investigado por la desaparición de otra niña en Alemania
- El principal sospechoso es un alemán de 43 años, Christian B., del que ya se ha dado a conocer su rostro
- Finalmente, han imputado a un hombre en Alemania por la desaparición de Madeleine McCann
La oficina del fiscal en Stendal, Alemania, está investigando un posible paralelismo entre la desaparición de una niña hace cinco años en el país y la de la ciudadana británica Madeleine McCann, según han informado medios alemanes este viernes.
Hace dos días, la fiscalía de Brunswick anunció que estaba investigando a un alemán de 43 años sospechoso de haber secuestrado y asesinado a "Maddie", de tres años, en 2007, mientras ella estaba de vacaciones en Portugal con sus padres.
El presunto asesino de Madeleine, que tenía 3 años de edad cuando desapareció, se encuentra en la actualidad cumpliendo condena en una cárcel alemana y cuenta con numerosos antecedentes de delitos sexuales, entre ellos contra menores.
El individuo permanece en prisión por motivos no relacionados con este caso, según ha precisado la Oficina Federal de la Policía Criminal tras difundirse en el Reino Unido la apertura de investigación, resultado de la cooperación de policías alemana, británica y portuguesa. El hombre tenía hace trece años el cabello corto y rubio, era de complexión delgada y medía en torno a 1,82 metros, señaló la policía británica en un comunicado.
Investigado por el secuestro de Inga
"Der Spiegel" ha revelado que está siendo investigado asimismo por otro posible secuestro, el de la niña alemana Inga, de 5 años de edad, que desapareció en el estado federado de Sajonia-Anhalt (este del país) en primavera de 2015, durante una excursión con su familia.
Christian B. se encontraba por esas fechas en un terreno a 90 kilómetros de distancia del lugar en que fue vista la niña por última vez; éste fue registrado un año después por la policía, que encontró un USB que contenía pornografía infantil pero ningún rastro del paradero de Inga.
Este jueves, la Fiscalía de Braunschweig (centro del país) ha confirmado que parte de la base de que Madeleine murió a manos de Christian B., cuya presencia en el lugar de los hechos quedó confirmada por una llamada realizada por el presunto culpable que fue registrada por una antena de telefonía móvil.
El ciudadano alemán vivió en el Algarve portugués entre 1995 y 2007, cerca de la localidad de Praia da Luz en la que se encontraba el apartamento turístico del que desapareció Maddie. Llegó incluso a ser interrogado por el caso. En febrero de 2016, los investigadores supuestamente descubrieron un USB que contenía pornografía infantil en su casa. Pero no hay pruebas que lo relacionen con la desaparición de la niña.
Tensión en el Algarve por el caso Madeleine
La identificación de un nuevo sospechoso en el caso de la desaparición de la niña británica Madeleine McCann ha agitado la zona en la que se le perdió la pista hace 13 años, el Algarve portugués, donde vuelve a ser tema de conversación y los testigos responden a nuevas preguntas de la Fiscalía.
"El proceso se encuentra en investigación, con diligencias en curso, principalmente indagación de testigos", sostiene la Fiscalía portuguesa en un comunicado remitido a EFE. Vuelven por tanto las preguntas, en un trabajo en el que colabora la Policía Judicial lusa, que investiga el caso junto con la Fiscalía de Braunschweig y la Policía Metropolitana británica y que guarda riguroso silencio.
Fuentes de la PJ dijeron a EFE que, por el momento, no habrá ninguna información adicional sobre el devenir de las pesquisas, que parecen haber dado un vuelco en los últimos días.
El señalamiento de Christian B. ha hecho que Portugal reviva un suceso casi traumático para la policía portuguesa, muy cuestionada después de señalar como sospechosos a los padres de la pequeña, que tenía tres años cuando desapareció, y de que otras personas al principio consideradas sospechosas fueran luego descartadas como responsables de la desaparición.
Muchos pasos en falso que hicieron del caso una obsesión en el país, donde ahora, al ver un nuevo sospechoso, hay una mezcla de cautela aprendida tras trece años de dudas y confianza en que, para dar un paso de esta magnitud, debe haber una base sólida.