El coronavirus obliga a miles de venezolanos a regresar a su país
- En los últimos tres meses más de 73.000 venezolanos han regresado a su país, según Migración Colombia
- Proceden de Perú, Ecuador y Colombia. Se han quedado sin trabajo por la crisis sanitaria y les han echado de sus alquileres
A duras penas Marián arrastra la maleta por el campamento donde se han instalado cientos de venezolanos al norte de la ciudad de Bogotá. Embarazada de cuatro meses nos cuenta que espera mellizas. Ella y su hermano acaban de llegar a la capital de Colombia tras recorrer los 3.000 kilómetros que separan Lima de Bogotá.
“Llevamos ya un mes y quince días andando. Hemos caminado bajo el sol y la lluvia. De noche nos hemos refugiado donde hemos podido, pero yo ya no puedo más”, reconoce esta venezolana de 35 años cuyo estado de gestación es ya evidente y se deja entrever bajo una camiseta que se le ha quedado pequeña durante el viaje.
Estos hermanos venezolanos llevaban ocho meses residiendo en Perú donde ambos tenían trabajo. “Yo servía de día en un restaurante y por la noche iba a trabajar a una discoteca”, explica Marián, que se ha quedado sin empleo debido a la prolongada cuarentena en el país andino. Ya sin recursos solo quieren volver a su casa en Venezuela, pero no sin antes visitar a un especialista. “Necesito un médico, alguien de Cruz Roja que pueda verme y que revise que todo va bien porque tengo dolores desde hace días”, confiesa Marián señalando la parte inferior del vientre.
Sin poder salir de Colombia por el confinamiento decretado por la Covid-19
En la salida norte de Bogotá, entre los dos carriles de la autopista, se extiende un alargado parque a modo de mediana en la carretera. En este lugar un grupo de venezolanos ha improvisado el refugio al que cada día siguen llegando más migrantes que quieren retornar. Aquí han levantado más de 70 tiendas hechas con plásticos negros y cartones.
“Los niños duermen en el suelo, porque no tenemos colchonetas“
“Somos ya unas 600 personas entre ellas hay mujeres embarazadas, niños y mayores”, afirma Hilda mientras nos enseña las condiciones en las que algunos ya llevan diez días viviendo. “Los niños duermen en el suelo, porque no tenemos colchonetas. Yo estoy operada por dos veces. Sufro artritis y no puedo dormir por los dolores pero no tengo dinero para comprar medicamentos. Al igual que yo aquí hay muchas personas mayores que tienen problemas por el frío”, asevera esta mujer de 73 años, que lleva tres residiendo en Colombia junto a su hija.
La historia se repite entre todas las familias que nos encontramos: han perdido sus empleos y las han desalojado de sus alquileres por impago.
Huidos de la crisis política y económica de Venezuela; el Covid-19 fuerza su regreso
En la parte principal del campamento destaca una tienda de mayor tamaño que se utiliza como almacén para guardar la comida. A la entrada está Francisco, que nos muestra las provisiones. “Hay papas, huevos, verdura, pañales, calzado y ropa que nos han donado los colombianos que entran aquí para ayudarnos al ver en la carretera la bandera de Venezuela", afirma.
Este joven de 27 años era médico en su país, pero hace unos años dejó atrás Venezuela buscando un futuro mejor. En Colombia encontró un puesto de vendedor en una tienda de juguetes, pero el resto de la historia ya la conocemos y como a todos los demás lo echaron del trabajo y de su casa debido a la crisis sanitaria.
En el campamento él es uno de los responsables de repartir la comida: “Alargamos los alimentos lo máximo posible dando prioridad a las mujeres embarazadas, a los más pequeños y los ancianos que son los más vulnerables”. Aquí también ejerce la profesión que tuvo que dejar atrás hace años y se encarga de controlar que no caiga nadie enfermo.
“Yo y mi hermana, que también es médico, -nos dice- recorremos tienda a tienda vigilando los síntomas. Que no haya fiebre, dolor de garganta, tos seca… para diagnosticar cualquier posible caso de coronavirus antes de que contagie a los demás”.
Campamentos, en principio provisionales, pero sin solución a corto plazo
De entre varias tiendas del campamento surge un grupo de jóvenes en ropa de baño y chanclas. Con botes de jabón y toallas se dirigen hacia un reguero cercano donde ya hay otros venezolanos aseándose. En la ribera María lava dos pares de chanclas y nos advierte de que el agua está contaminada. “Solo utilizo el agua para limpiar el calzado, esto no vale para el baño. Desde que llegué hace varios días todavía no he podido lavarme”, lamenta.
“Desde que llegué hace varios días todavía no he podido lavarme“
Este campamento a la intemperie no es el primero que surge en Bogotá durante la epidemia. Desde que comenzó la cuarentena, en varias ciudades de Colombia, los venezolanos se han ido encontrando en el camino de vuelta a casa. Los más afortunados fueron trasladados en autobuses hasta la frontera. Pero los migrantes nos cuentan que el gobierno colombiano ha dejado de poner transporte porque se está generando un embudo en la zona fronteriza.
Según Migración Colombia, desde que comenzó la pandemia el pasado mes de marzo, más de 70.000 migrantes han retornado a su país. Una vez que llegan a Venezuela tienen que pasar la cuarentena al otro lado del a frontera. Superado ese tiempo, son trasladados a sus ciudades y pueblos de origen. En el país vecino saben que su situación económica tampoco será buena, pero al menos allí les espera una casa y su familia.