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El 'yin y el yang' de los pueblos más turísticos: las ganas de recibir visitas y el "pavor" al rebrote

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Vista de una de las calles de Santillana del Mar, Cantabria.
Vista de una de las calles de Santillana del Mar, Cantabria.

Nunca fue fácil para los pueblos turísticos preparar la temporada de verano antes del previsible aumento de población que se produce durante esta estación, pero mucho menos lo será este año en el que las medidas sanitarias para contener la pandemia imponen un mayor control. Por eso, numerosos ayuntamientos de España están pidiendo “refuerzos” en seguridad, sanidad y transporte y han iniciado campañas de concienciación ciudadana con las que invocan a un turismo responsable.

Solo ese tipo de visitas, las que se realicen de manera prudente, podrán permitir a los pequeños municipios reactivar su economía sin poner en riesgo a sus vecinos, quienes de forma inevitable tienen miedo a un posible rebrote.

Lo explica el presidente de la Asociación de los Pueblos más bonitos de España, Francisco Mestre, después de haber mantenido reuniones continuas con los alcaldes de los 94 municipios que forman parte de dicha asociación.

“Por un lado, la gente más mayor que vive en los pueblos tiene auténtico pavor y miedo porque en muchos casos son sitios en los que ni siquiera ha habido casos de COVID-19 y lo han vivido todo a través de la tele como una gran catástrofe. Pero, por otro lado, los alcaldes están deseando que vaya gente porque quieren que su pueblo tire para arriba y no se hunda en la miseria. Es el yin y el yang”, señala a RTVE.es.

El sobresfuerzo de numerosos ayuntamientos

Mestre se muestra convencido de que los destinos de interior van a presenciar un gran incremento de visitas este verano y no solo debido al desplazamiento de familias que cuentan con una segunda residencia. Cree que debido a la crisis económica muchos optarán por el turismo rural y de caravana e intuye que serán muy frecuentes las escapadas de fin de semana a pueblos históricos o a los que estén ubicados en parajes naturales.

El lado positivo de esta previsión es evidente, pero preparar los pueblos para esta llegada masiva de turistas implica un sobresfuerzo.

Hay que elaborar carteles y señalización, planificar los horarios de limpieza, mejorar algunas instalaciones o ayudar a los comercios para que se adecúen a las medidas de higiene. Pero además habrá que reforzar la presencia policial en las calles y aumentar la afluencia de los servicios de transporte para que los desplazamientos puedan realizarse en condiciones óptimas.

"Lo estamos viendo en pueblos como Anento, en Zaragoza. En cosa de cuatro años ha pasado de tener 2.000 visitantes al año a tener casi 30.000. Los fines de semana toda la gente de la ciudad se desplaza a ese pueblo y lo colapsan", explica Mestre.

A esto hay que sumar que muchos pueblos "con encanto" de los que ahora más atraen al turista nacional cuentan con un casco antiguo repleto de callejuelas estrechas o tienen sus restaurantes ubicados en el interior de edificios históricos, lo que obliga a ser más estrictos con las medidas de prevención.

Las casas rurales esperan una ocupación del 100% en verano

De 1.800 personas durante el confinamiento a las 15.000 actuales

En los pueblos de la Sierra Norte de Madrid ya hace semanas que experimentan el “colapso” que otras localidades esperan para el mes de julio. Desde que se permite la libre movilidad dentro de los límites de la provincia, el "goteo de gente" es continuo, señala la alcaldesa de Navacerrada, Ana Paula Espinosa.

“Las visitas han ido aumentando y la masificación ahora es brutal porque no puedes controlar esta venida. A lo largo del año vivimos en Navacerrada unas 1.800 personas y ahora mismo ya habrá unas 15.000”, apunta Espinosa.

Las visitas han ido aumentando y la masificación ahora es brutal

En esa localidad las segundas residencias están ya habitadas y prevén que este será un buen verano de turismo puesto que están casi todos los alojamientos completos para los próximos meses. Esto les obliga a trabajar en una planificación “más completa” que pasa por contratar a más operarios y reforzar tanto la limpieza como el control policial.

“Nunca había visto en mis años de vida tanta gente en la carretera de La Barranca. Todos iban con mascarillas pero al final, por el esfuerzo físico, te la tienes que quitar un rato para respirar y hay zonas en las que es imposible mantener las distancias de seguridad”, explica la alcaldesa, quien incide en que una de las labores que los agentes de seguridad realizan con mayor empeño es la vigilancia del uso de mascarillas.

El "miedo" de muchos residentes ante el aluvión de visitantes

Lo más habitual, dice Espinosa, es que los excursionistas y quienes solo residen allí en los periodos vacacionales estén disfrutando de la naturaleza de manera responsable y con conciencia, pero también hay muchos que se olvidan, dice, del contexto sanitario.

La dejadez de algunos visitantes promueve el temor entre los ancianos que viven todo el año en esa localidad de la Sierra madrileña.

“La gente de aquí no quiere salir los fines de semana. Tienen miedo porque no saben de dónde viene la gente ni como viene y se indignan cuando ven que algunas personas se saltan las normas después de que ellos hayan estado tres meses sin salir y hayan tenido el pueblo tan cuidado y tan limpio”, confiesa Espinosa.

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"Refuerzos" en seguridad, sanidad y transporte

También en la zona norte de Madrid otros cinco ayuntamientos se han unido para pedir “refuerzos” en materia de seguridad, sanidad y transporte, ante el aumento de población de las últimas semanas.

Los alcaldes de Soto del Real, El Boalo-Cerceda-Mataelpino, Guadalix de la Sierra, Manzanares el Real y Miraflores de la Sierra han acordado remitir una primera solicitud a la Delegación de Gobierno de Madrid en la que piden un refuerzo de profesionales de Guardia Civil y otras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad; y una segunda a la Consejería de Sanidad, para ver ampliados los servicios sanitarios de la zona.

Asimismo, se dirigirán a la Consejería de Transportes para reclamarle un aumento de la oferta de transporte y "buscar una solución" ante la imposibilidad de pagar en efectivo en los autobuses interurbanos, algo que conlleva "dificultades" para los usuarios.

Sin médicos para atender a tantas personas

Quizá el asunto que más preocupa, junto con el del control de las medidas de prevención, es el de los servicios sanitarios. Los centros de salud de numerosos municipios que prevén recibir miles de visitantes en las próximas semanas no tienen capacidad para atender una población mucho más amplia de lo habitual, y menos cuando hay un virus tan contagioso al acecho.

En algunos municipios, como en Navacerrada, el centro de salud se cerró al inicio de la emergencia sanitaria y no ha vuelto a abrir. Los pacientes están siendo derivados al centro de salud de una localidad cercana, Cercedilla, y no tendría capacidad para atender a tantas personas este verano.

Por eso, muchos vecinos se han concentrado a las puertas del consultorio en los últimos días para exigir su reapertura.

En pequeños municipios de otras comunidades autónomas la sobrepoblación veraniega también preocupa y los refuerzos se tornan igual de imprescindibles.

Cada verano siempre tenemos el mismo problema de que faltan médicos

“Aquí los centros de salud están igual que siempre. No hay medidas de refuerzo y cada verano siempre tenemos el mismo problema de que faltan médicos. Los que tenemos dependen de la misma zona y si sale una urgencia en otro pueblo se tienen que ir”, explica Pilar Sánchez, alcaldesa de Sorvilán.

Piden responsabilidad a los visitantes

En esa localidad enclavada en la Alpujarra Baja granadina están censadas unas 600 personas y en verano, como mínimo, se duplica la población. Por eso, de cara al aumento de personas, se han propuesto dejar muy claras las obligaciones y recomendaciones y apelan, una vez más, a la responsabilidad.

Incidirán especialmente en las normas que han de mantenerse en los dos núcleos de playa que forman parte de la localidad --Melicena y Los Yesos— con el deseo de que haya una toma de conciencia y de que finalmente la estación que está a punto de iniciarse solo deje datos positivos en el municipio.

Lo mismo esperan que suceda en Baiona, una villa costera y marinera ubicada en la provincia de Pontevedra que triplica su población en verano. Sus vecinos están acostumbrados al contraste que supone ver repletas unas calles que durante todo el año están bastante vacías y también a tener que hacer largas colas en los supermercados. Lo que no pueden imaginar todavía es cómo será la convivencia en los próximos meses de julio y agosto con las medidas de protección.

"No sé cómo vamos a poder mantener ahora la distancia en las calles del casco viejo y en los establecimientos porque en general son pequeños. Que venga gente siempre es positivo, pero esperemos que se respeten las normas para no echar por la borda tantos meses de sacrificio", comenta José, un vecino de ese pueblo gallego que no entendería un verano sin turismo.