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Coronavirus

El miedo frente a la pandemia: de la incertidumbre a la superación

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El miedo frente a la pandemia: de la incertidumbre a la superación

Con casi 30.000 muertos y un cuarto de millón de afectados solo en España, camino de los diez millones de infectados en el mundo, el impacto de la Covid-19 no solo ha sobrepasado la capacidad de respuesta de instituciones y gobiernos, también ha puesto a prueba la estabilidad psicológica y mental de profesionales esenciales y de la ciudadanía. Ciudades vacías, un virus sin vacuna, enfermos que mueren en soledad... Un panorama aterrador.

La incertidumbre ante una avalancha de contagios y muertes por esta enfermedad desconocida ha puesto contra las cuerdas nuestro equilibrio psicológico. La gestión del miedo ha marcado los días más duros de la pandemia, tanto en profesionales sanitarios como en pacientes y sus familiares. "Se nos ha pedido un esfuerzo sobrehumano, dejar de vivir como vivíamos, dejar de ser quienes éramos y dejar de estar con quienes estábamos", explica a RTVE José Antonio Luengo, secretario de la Junta de Gobierno del Colegio de Psicólogos de Madrid.

El psicólogo señala cómo la población ha aceptado un inédito estado de alarma que se ha prolongado casi 100 días, sumado al sacrificio en agotamiento y vidas de los sanitarios. Para él, un factor determinante ha sido "un elemento natural" ante las crisis en nuestras vidas: el miedo. Llegaron a darse casos de familiares con reparos para recoger a un enfermo dado de alta. Pero el miedo ha contribuido a la supervivencia, dice, y afinar una muy necesaria prudencia.

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Los sanitarios, entre el drama y el compromiso

Muchos profesionales esenciales, principalmente los sanitarios, asumieron un durísimo compromiso personal en el que su propia salud, pasó a un segundo plano. "De repente todo cambió, todavía recuerdo el día que nos dijeron que nuestra planta se transformaban en planta covid por el volumen de pacientes que alcanzaba esta pandemia. Me acuerdo que lo viví con incertidumbre y muchísimo miedo porque de repente era otro tipo de paciente, otra forma de trabajar, no estábamos acostumbrados, era una enfermedad nueva, desconocida, que podíamos llevarnos a casa", relata a RTVE Cristina Molina, enfermera en la unidad de neurocirugía del Hospital de la Princesa en Madrid.

El aislamiento obligó a una dolorosa distancia entre pacientes y familiares, algo que agudizó ansiedades y convirtió a la tristeza en un multiplicador del sufrimiento clínico. "Había pacientes con los que hacías un vínculo especial. Al final eras su único apoyo dentro del proceso de la enfermedad y la hospitalización porque no tenían las familias cerca y te transmitían sus miedos e incertidumbres, qué iba a pasar a la hora de llegar a casa, como se iba a gestionar este proceso, si saldría completamente sano, si iba a transmitirlo a sus familias a la llegada", explica.

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El síndrome de la cabaña

"Por miedo podríamos a renunciar a cosas que nos dan la vida, que nos dan la identidad, que nos hacen sentirnos conocedores de quienes somos, de qué hacemos, de dónde venimos y adonde vamos. Cuando el miedo se convierte en algo patológico podemos dejar de salir a la calle", explica Luengo.

Es lo que se denomina "el síndrome de la cabaña", señala, "una idea de cómo uno llega a explicarse de que no necesita salir a la calle, que lo que tiene en casa, en la cabaña, es suficiente", aclara el psicólogo.

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Los enfermos crónicos, una gran referencia y ayuda

Durante este tiempo de falta de información, de síntomas inesperados, de enfermos asintomáticos y de pacientes con una gravedad extrema, la experiencia acumulada de los enfermos crónicos y sus terapeutas, ha sido una gran referencia. "El enfermo crónico sabe cuidarse a sí mismo", explica a RTVE Pedro Soriano, profesor de enfermería de la Universidad Europea de Madrid.

Para este profesional, especializado en este tipo de pacientes, la experiencia volcada en redes sociales de estas personas "ha constituido una aportación de saber inestimable", señala, para ayudar a otros a afrontar una "enfermedad desconocida" por su propia convivencia con una enfermedad grave.

Soriano trabaja en esta línea, además de la docencia, para establecer modos de autoayuda y de contribución mutua entre enfermos "el sanitario también aprende del enfermo", añade, para "establecer pautas y modos de trabajo" cuando lo que se tiene enfrente no tiene tratamiento y su gravedad está por determinar.

Claves: respeto y gestionar la tranquilidad

"Lo más importante en relación con el miedo y la sociedad es huir del miedo pero no abrazar la tranquilidad absoluta, que la gente intente entender que con esta enfermedad lo más importante es tener respeto, entender las vías de transmisión y entender que lo más importante es tomar las medidas que nos recomiendan las autoridades sanitarias, como es el lavado de manos continuo y el distanciamiento social". Esta es la recomendación que hace José Curbelo, médico internista del Hospital de la Princesa.

Para este profesional, el miedo ha seguirá en la medida que va unido a la incertidumbre. Al menos mientras no haya un tratamiento contra la enfermedad. Sin perder de vista que el problema no está resuelto, Curbelo admite que "ha habido una desescalada del miedo y de la tensión psicológica". Para los sanitarios, "cada vez que hablábamos de aplanar la curva, veíamos que al día siguiente seguiría subiendo durante un tiempo y que al día siguiente seguiría subiendo y que cada día sería peor, eso genera mucha tensión, no solo física cuando trabajas, sino psicológica cuando descansas", recuerda.

Curbelo mira atrás, como tantos compañeros de profesión: "Hicimos todo lo que pudimos, y esa reflexión estuvo ahí y la gente ha notado ese bajón tan intenso de ese miedo, de cuando todo bajó".