Guantes y mascarillas: la basura del coronavirus que puede contaminar durante siglos
- Guantes y mascarillas pueden tardar entre 30 y 400 años en descomponerse
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Guantes, mascarillas y otros productos sanitarios utilizados durante la pandemia del coronavirus se han transformado en residuos y han llegado al medio natural, donde no sólo representan una amenaza de infección para las personas, también plantean un desafío de carácter ambiental.
De elevada composición plástica, son muy difícilmente degradables, porque ningún ser vivo se puede ocupar de ello, y su permanencia en la naturaleza se prolonga por décadas, durante las cuales libera sustancias tóxicas adheridas o pequeños fragmentos que llegan a los ríos, al mar y al estómago de muchos animales filtradores.
Es la nueva 'basuraleza', un efecto colateral de la pandemia del coronavirus en el medioambiente y contra la que SEO/BirdLife y Ecoembes apelan a una mayor sensibilización social y a avanzar en la búsqueda de materiales biodegradables.
Guantes y mascarillas, el coste ambiental de frenar al virus
Miguel Muñoz, de SEO/BirdLife, cree que muchas personas “movidas por el pánico” no se llevan a casa una mascarilla o unos guantes una vez utilizados; “cuando consideran que ha terminado su usabilidad, los tiran y arrojan en cualquier sitio”. Por eso, el conocimiento científico es fundamental “para que la gente tenga la información del impacto de sus acciones, más allá del daño estético y que sepa que un acto que parece inocuo conlleva un importante daño ambiental”.
“El problema de la 'basuraleza', de los plásticos en la naturaleza, no es la enfermedad, sino los síntomas de la enfermedad; la enfermedad es un modelo de producción y consumo de forma lineal que no es sostenible con los recursos naturales que tenemos, un modelo cuyo objetivo es producir, consumir y tirar y sobre el que ya veníamos alertando”, señala Muñoz, según recoge la agencia Efe.
Por eso, aunque reconoce que “hemos avanzado mucho en el mensaje sobre el abandono de plástico y vemos que va calando en la sociedad”, le preocupa que ahora haya "un retroceso". Aunque “la solución final está en erradicar este modelo de consumo insensato e insostenible”, asevera.
Iniciativas para reducir el impacto contaminante
El Proyecto Libera, impulsado por SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes, ha emprendido una campaña para evitar que esta nueva 'basuraleza' sea abandonada en parques, jardines o espacios verdes y sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de hacer una correcta gestión.
Otra iniciativa es la exposición ‘Los otros peces del río’, promovida por el Ejecutivo navarro a través del Consorcio de Residuos de la comunidad, muestra basuras que se transforman en peculiares especies acuáticas como el ‘piscis tapabocas’ o ‘pez mascarilla’ y el ‘guantis guantorum’ o ‘pez guantazo’.
Las mascarillas quirúrgicas pueden tardar hasta 400 años en descomponerse, mientras que los guantes biodegradables tardarán, en el mejor de los casos, 30 años, según pone de manifiesto la exposición. Para paliar estos efectos, cabe destacar un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre la producción de mascarillas con otros polímeros que no sean plásticos y sí biodegradables.
Reciclar bien está al alcance de todos
Su correcto reciclaje es la vía más fácil y mejor “para evitar que se conviertan en un problema irreversible para el entorno y para la fauna que habita en él”, subraya Güemes. Miguel Muñoz, coordinador del proyecto en SEO/BirdLife, recuerda que “antes de que tuviéramos el coronavirus ya generábamos plásticos de un solo uso en un modelo insostenible”.
“Los guantes y mascarillas, a pesar de estar hechos en su mayoría con polímeros derivados del petróleo, como nitrilo o neopreno, deben ir al contenedor de basura habitual, el de rechazo o resto, y nunca al amarillo, destinado a envases de plástico, briks y latas”, recuerda Sara Güemes, coordinadora del Proyecto Libera en Ecoembes.
Para Miguel Muñoz, las mascarillas y guantes “no vienen sino a agravar esta situación ante una crisis sanitaria como la que estamos inmersos, la prioridad absoluta es parar al virus, y por eso las otras vías para luchar contra este tipo de residuos, como son la reducción y la reutilización, está supeditada a lo que dictaminen las autoridades sanitarias”.
¡Mascarillas y guantes, nunca al suelo!
En los últimos meses se ha constatado la proliferación de mascarillas arrojadas en la vía pública, un peligro del que advierten las autoridades sanitarias porque podrían estar contaminadas y ser un foco de infección y propagación del virus para las personas. También son numerosas las que se están recogiendo en las entradas de agua en las depuradoras.
Según el ejecutivo navarro, las mascarillas de un solo uso suelen estar fabricadas con polipropileno, un material plástico que proviene de combustibles fósiles. Este material se descompone en microplásticos que acaban en las vías fluviales y son ingeridos por las especies marinas, y se calcula que pueden tardar 400 años en descomponerse.
Por su parte, los guantes elaborados a base de nitrilo o vinilo no son biodegradables, mientras que los de látex, aunque sí resultan biodegradables, se calcula que requieren 30 años para su descomposición.
Modelos de producción sostenible
Para el responsable de SEO/BirdLife, Miguel Muñoz, “este es un momento excepcional, temporal, pero justo ahora es cuando tenemos que abrazar a la ciencia, al conocimiento científico, y hay que utilizar el sentido común para que la protección del virus esté acompasada con el cuidado al medio ambiente”.
“Una de las cosas que ha dejado patente la COVID-19 es que el mundo ha dependido de la fabricación de un material en un país parado por la pandemia -señala Muñoz- y esta situación debe hacer a los gobiernos replantearse apostar por ciertas industrias nacionales aunque sean menos rentables”.
“El coste ambiental no puede ir asociado a parar el virus, debemos remar todos en el sentido de que estos residuos no supongan un problema ambiental añadido y si no vamos a ser capaces de competir en plásticos con China, podemos ser pioneros en poner en el mercado nuevos materiales”.