Bielorrusia asegura haber liberado a más de 1.000 manifestantes entre acusaciones de abusos y torturas
- “Existen numerosos testimonios de uso injustificado de la fuerza física", aseguran organizaciones de derechos humanos
- “Exigimos el cese inmediato de cualquier acto de tortura o trato cruel”, señalan los activistas
Las autoridades bielorrusas han liberado este jueves a más de 1.000 personas arrestadas durante las protestas contra la reelección del presidente Alexander Lukashenko, ha anunciado la presidenta del Senado.
"Más de 1.000 personas han sido liberadas con la obligación de no participar en manifestaciones no autorizadas", ha dicho Natalia Kotchanova a la televisión estatal.
Por su parte, el ministro del Interior, Yuri Karaev, se ha disculpado por la violencia policial cometida contra los "transeúntes" no involucrados en las acciones de protesta.
Horas antes, organizaciones de derechos humanos bielorrusas habían denunciado numerosos casos de abusos y torturas en las prisiones donde están retenidos los manifestantes detenidos desde el estallido el domingo pasado de las protestas postelectorales.
“Existen numerosos testimonios de crueldad, violencia y uso injustificado de la fuerza física y de equipos especiales contra la gente”, señala el comunicado, colgado en portal Iniciativa Legal.
Los malos tratos tienen lugar tanto al ser detenidos los manifestantes como durante el traslado en furgones y autobuses policiales, en comisaría o en los centros de detención situados en Minsk o en las afueras de la capital bielorrusa.
“Exigimos el cese inmediato de cualquier acto de tortura o trato cruel”, señalan los activistas, que han apelado al ministro bielorruso del Interior, Yuri Karaev.
Numeros periodistas entre los detenidos
Según los activistas, los manifestantes “se encuentran en condiciones inhumanas y muchos son víctimas de torturas”.
“Les golpean y los retienen en celdas atestadas -40-50 personas en celdas destinadas a 4-6 personas-, por lo que no pueden dormir de noche y a la gente le falta aire y espacio. También nos informaron de que no les dan de comer y cuando se sientan les empiezan a golpear”, señalan.
Por todo ello, doce organizaciones, entre las que figura Vesna, el Comité Helsinki o la Asociación Bielorrusa de Periodistas, han exigido la liberación de todos los detenidos ante la imposibilidad de garantizarles un trato humano y la apertura de una investigación sobre los abusos y torturas.
Entre los retenidos figuran numerosos periodistas, según la asociación de periodistas, que cifra en 68 reporteros bielorrusos y extranjeros los detenidos desde el domingo.
Algunos reporteros liberados han denunciado que fueron golpeados en la cabeza, la espalda y las piernas en los centros de detención, donde algunos manifestantes tenían brazos, piernas y costillas rotas, pero les privaban de tratamiento médico.
Las redes sociales han reproducido imágenes de manifestantes con el cuerpo lleno de moratones y testimonios de vecinos de los centros de detención, donde se oyen gritos de dolor hasta altas horas de la madrugada.
Los manifestantes, según Lukashenko, serían en su mayoría criminales y desempleados.
Lukashenko, cuya reelección el domingo fue el detonante de las protestas, ha defendido la actuación de la policía, algunos de cuyos miembros se han negado a reprimir las protestas o abandonaron sus filas.
Tanto Estados Unidos como la Unión Europea y varios países vecinos de Bielorrusia han rechazado la victoria electoral de Lukashenko, condenado la represión policial y exhortado a Minsk a entablar un diálogo con la oposición.
La oposición bielorrusa, que niega estar detrás de las protestas, que considera espontáneas, demanda el fin de la represión, la liberación de los presos políticos y la repetición de las elecciones presidenciales, y, además, ha llamado a la comunidad internacional a reconocer como legítima presidenta a su candidata, Svetlana Tijanóvskaya, exiliada en Lituania.