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Cine

'Un diván en Túnez', una deliciosa comedia que nos invita a escuchar a los demás

  • Hablamos con la directora de la película, la franco-tunecina Manele Labidi
  • Ganadora del premio del público en Venecia, se estrena en cines este viernes 11 de septiembre

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Tráiler de 'Un diván en Túnez', una comedia de la de la cineasta franco-tunecina Manele Labidi

Escuchar a los demás, esa es la clave de la deliciosa comedia Un diván en Túnez, que supone el debut en el largometraje de la cineasta franco-tunecina Manele Labidi (1982) y por la que se la ha comparado con Woody Allen. Una película que ganó el premio del público en el Festival de Venecia de 2019 y que nos cuenta la historia de Selma, una joven que regresa a Túnez, después de estudiar durante varios años en Francia, y abre su propia consulta psiquiátrica en un popular suburbio, justo después de que tenga lugar la revolución social y política de la Primavera Árabe (2010-2012). Una película que llega a los cines este viernes, 11 de septiembre.

“Escuchar es el trabajo del psicoanalista pero todos nos preguntamos ¿quién escucha al psicoanalista? -nos cuenta la directora por videoconferencia-. Lo importante de la protagonista de la película es que escuchar a los demás la transforma. A medida que oye las historias de sus pacientes ve más claro la misión que siente que tiene hacia su país. Además esa misión, ese objetivo, va creciendo, porque ella nada completamente a contracorriente, ha vuelto a un país del que todo el mundo quiere huir. Ella quiere quedarse en Túnez y que la gente descubra lo que puede ofrecer ese país. Si resiste (a pesar de todas las dificultades) es porque cada paciente le aporta algo. En cierto modo es una especie de compensación: cada paciente le da una razón más para quedarse y seguir luchando”.

Por eso la directora defiende la idea de que escuchemos a los demás: “Creo que en este momento de comunicaciones sofisticadas, donde puedes hablar con el mundo entero con solo pulsar un botón, curiosamente es cuando menos escuchamos. Esa sofisticación en el fondo nos distancia. Por eso creo que escuchar a los demás es el gesto más altruista que podemos tener. El mero acto de escuchar a los demás es de una generosidad enorme, aunque desgraciadamente cada vez lo hagamos menos”.

Por eso, la protagonista de la película escucha a todo el mundo. A sus padres, a sus pacientes, a la policía, a los funcionarios.... aunque nadie la escuche a ella. Lo que provoca numerosas situaciones cómicas, sobre todo con sus parlanchines pacientes, y consigue que reflexionemos sobre las cosas realmente importantes de la vida, como la familia y lograr aceptarnos a nosotros mismos.

Fotograma de 'Un diván en Túnez'

"Rodar en Túnez ha sido una locura"

La película está ambientada justo después de la Primavera Árabe, la protesta popular que derrocó al gobierno autoritario de Zine el Abidine Ben Ali, y muestra el caos de una sociedad tunecina que ifrontaba importantes cambios culturales, económicos y sociales. "Yo estaba en Francia cuando ocurrió y lo ví todo como espectadora, desde la distancia -asegura Manele-. Pero desde entonces me interesó muchísimo el tema de cómo se había pasado de la dictadura a la democracia en apenas un par de semanas".

"Una población que estaba bajo una dictadura, de repente podía volver a hablar de ciertas cosas -añade-. Y de pronto todo el mundo habló. Fue entonces cuando me entraron unas ganas enormes de contar la relación de personas como yo con Túnez, porque confieso que nunca sé si voy a Túnez o vuelvo a Túnez. Si eres de Túnez pero no vives allí qué haces... ¿vas al país o regresas allí? Ese matiz es importante porque es un poco lo que sentimos la protagonista y yo".

“Es una película con elementos biográficos pero Selma no soy yo -confiesa la directora-. Me he esforzado mucho en borrar las pistas de las cosas autobiográficas. Pero es verdad que ambas compartimos el tema de la identidad, somos dos personas que pertenecemos a dos mundos, Túnez y Francia. La película es un intento de redescubrir, de reencontrarme con un país que es, a la vez, muy cercano y muy lejano; y que con los años se va alejando. Yo tengo la cultura tunecina y hablo el idioma, pero tengo ese sentimiento contradictorio de ser una tunecina y una extranjera al mismo tiempo. Eso también le pasa a la protagonista y por eso era tan importante para mí rodar en Túnez. Desde que pensé en rodar una película sabía que iba a estar ambientada allí".

"Creo que Selma comete una locura absoluta, abrir una consulta de psicología en Túnez. Y también ha sido una locura rodar una película así en Túnez. Creo que en cierto modo lo hago como una reparación del exilio” -concluye la directora-.

Fotograma de 'Un diván en Túnez'

"Golshifteh Farahani tiene algo de payaso triste"

Todo el reparto es absolutamente maravilloso pero destacamos a la protagonista, la actriz iraní Golshifteh Farahani, a la que recordamos por sus papeles en Paterson, Red de mentiras o Piratas del Caribe. "Para mí era crucial encontrar una actriz como ella -asegura Manele-. Porque el papel no tiene mucho diálogo, comparado con el resto de personajes que no paran de hablar (sobre todo los pacientes). Por tanto necesitaba a alguien con una presencia y un carisma especial. Como ella, a la que casi no le hace falta hablar porque tiene una presencia muy fuerte".

"Necesitaba una actriz que personificara la escucha y que transmitiera esa melancolía, esa tristeza del personaje, y ella tiene algo de “payaso triste” -añade Manele-. Ella equilibra a la perfección el lado más cómico y burlesco del resto de los protagonistas de la película".

"Y además -concluye la directora- Golshifteh Farahani es una exiliada que lleva años buscando su sitio, un lugar donde dejar las maletas, como Selma (tuvo que abandonar Irán tras numerosos problemas con las autoridades). Por eso la elegí, porque sabía que transmitiría parte de ese desarraigo al papel. Sabe muy bien cómo se siente la protagonista porque ella lo vive todos los días”.

Fotograma de 'Un diván en Túnez'

"Seguimos luchando por la 'revolución de lo íntimo'"

La película refleja muy bien que, aunque la Primavera Árabe acabó con la dictadura, no trajo las libertades que el pueblo esperaba, como nos comenta Manele: "Siempre digo que la revolución fue incompleta, porque fue una revolución política que nos trajo la democracia, elecciones… Es verdad que ya no hay dictadura, pero seguimos luchando por lo que yo llamo “la revolución de lo íntimo”.

"Por ejemplo -añade-, la homosexualidad sigue estando prohibida, puedes ir a la cárcel por adulterio… y las mujeres siguen arrinconadas. Pero lo que la revolución sí hizo fue abrir las mentes. Permitió que por lo menos la gente hablase de estas cosas y naciera un debate público. Se habla de sexo, aunque el sexo sigue siendo tabú en Túnez. Las costumbres están cambiando para mejor, pero no es algo que se consiga de la noche a la mañana, la cosa va muy lentamente”.

Fotograma de 'Un diván en Túnez'

Unos secundarios maravillosos

Destacar a los personajes secundarios, sobre todo a los pacientes de Selma, unos locos maravillosos que reflejan la realidad del país. “No queríamos reflejar la sociedad tunecina de forma exhaustiva -confiesa Manele-, pero si mostrar la complejidad de la sociedad árabe, cogiendo arquetipos para retorcerlos luego. Dándoles totalmente la vuelta".

"Por ejemplo -añade- yo siempre digo que hay tantos velos como mujeres. Es decir; detrás de un velo, puede haber mujeres religiosas islamistas, o una joven (como la que aparece en la película) que quiere esconder su pelo porque le han hecho un corte horroroso, o alguien que lleva el velo por coquetería, porque te fijas más en sus ojos. No siempre las mujeres son víctimas".

"En cuanto a los hombres -continúa la directora-, quise alejarme del prototipo de ’macho árabe’, porque también hay hombres con sensibilidad, como los que aparecen en la película".

"Sobre todo quise mostrar a seres humanos -concluye-. En las películas occidentales en las que aparecen árabes o musulmanes suelen tener una tendencia geopolítica, por los temas habituales, como el terrorismo. Pero yo intento mostrar los problemas diarios de hombres y mujeres. Por eso la película habla del amor, del colegio, de la crisis, de la revolución. Por ejemplo, el padre de la protagonista tiene un problema con el alcohol. La política está presente pero siempre en segundo término, dando paso a nuestros problemas banales, diarios, que sacan a relucir las complejidades de una sociedad que desconocemos”.

Un diván en Túnez está distribuida por Caramel Films y se estrena en cines este viernes, 11 de septiembre.

La cineasta franco-tunecina Manele Labidi fotografiada por Viviana Morizet