Cataluña celebra una Diada sin multitudes por el coronavirus con un independentismo dividido
- La ANC limita la participación a 48.000 manifestantes y habrá una salida al balcón a las 17:14 horas
- Podría ser la última Diada para Torra como presidente de ser ratificada su inhabilitación
La Diada de Cataluña que se celebra este viernes es la más atípica en décadas, con unos actos y manifestaciones recortados a causa de la pandemia del coronavirus, y podría ser la última de Quim Torra como presidente de la Generalitat de confirmarse su inhabilitación. Un Govern, por otro lado, que llega a este 11 de septiembre más dividido y con los partidos con la mirada puesta en unas elecciones anticipadas aún sin fecha.
No habrá grandes multitudes ya que tan solo 48.000 personas podrán recorrer las calles de Cataluña este viernes, una imagen muy distinta a años anteriores, cuando esta festividad suponía un barómetro de la fuerza del independentismo.
El año pasado fueron 600.000 los manifestantes en toda la región y aún así supuso la cifra más baja desde 2012, pese a que los partidos independentistas llamaron a dar una respuesta masiva y anticipada a la sentencia del ‘procés’.
La Asamblea Nacional Catalana (ANC) ha limitado el aforo en concentraciones repartidas en 107 puntos de 82 municipios catalanes, aunque ha hecho un llamamiento a salir a los balcones a las 17:14 horas. “Habrá gente que tendrá que quedarse en casa”, ha reconocido la ANC. En Barcelona, el máximo de personas que marcharán será de 10.000.
Los puntos de concentración elegidos por la entidad independentista son edificios del Estado, como tesorerías de la Seguridad Social o delegacions de Hacienda. Precisamente, el acto político central tendrá lugar en la sede de Hacienda de Barcelona, en la plaza Letamendi, a las 17:00, al que podrán acudir un máximo de 200 personas con dos metros de separación.
Este año, los miembros del Ejecutivo catalán no asistirán a las concentraciones y limitarán sus actos a la tradicional ofrenda floral ante el monumento de Rafael Casanova, a la que solo acudirán el presidente, Quim Torra, el vicepresidente, Pere Aragonés, y la consejera de Presidencia y portavoz, Meritxell Budó, quien ha pedido a los manifestantes que vayan directamente a sus casas al terminar las marchas.
Entre otros actos, Òmnium Cultural prepara reivindicar junto al Arco de Triunfo de la capital catalana la "represión" sobre el independentismo y la CUP cambiará la manifestación por una concentración "estática" en el paseo Lluís Companys.
Una situación delicada para Torra y el Govern
La incertidumbre está en si esta será la última Diada como presidente de la Generalitat para Torra. El ‘president’ deberá acudir el próximo día 17 a la vista en el Tribunal Supremo, que decidirá si confirma la condena de un año y medio de inhabilitación por haber desobedecido a la Junta Electoral Central de retirar los lazos amarillos de los edificios públicos en campaña. También comparecerá, seis días más tarde, ante el TSJC en otra causa por mantener en el Palau de la Generalitat una pancarta con un lazo amarillo en favor de los presos.
El Govern llega más dividido que nunca a esta Diada. Desde que Torra anunció en enero elecciones anticipadas, achacando la falta de “lealtad” de sus socios por acatar la decisión judicial de retirarle la condición de diputado, JxCat y ERC no quitan la vista de los comicios ni dejan de mostrar sus discrepancias.
Entre las últimas, está la estrategia a seguir de confirmarse la inhabilitación de Torra, quien no tiene intención de pactar una respuesta conjunta con ERC, como pide su vicepresidente, Pere Aragonès. Si Torra es inhabilitado sin haber convocado elecciones antes, el mando provisional lo tomaría, precisamente, el propio Aragonès, pero el Govern estaría imposibilitado para cuestiones clave, como la aprobación de los Presupuestos.
El presidente de la formación republicana, Oriol Junqueras, ya ha advertido al partido del expresidente Carles Puigdemont que sería una “irresponsabilidad” no acordar una estrategia conjunta.
De haber elecciones anticipadas, se espera que Aragonès sea el candidato de su formación, mientras que la situación parece más complicada en el seno de JxCat después de que el expresidente catalán Carles Puigdemont decidiera romper con el PdeCat al crear su propio partido -con las mismas siglas de JxCat-, provocando una crisis interna en la formación, que se encontraba en un proceso de reordenación.
Más calma entre la población independentista
La Diada lleva años siendo altavoz de las proclamas del sector independentista de la población, a quienes los políticos secesionistas han tratado de movilizar en masa. Pero este año se vaticina más calma que en las diadas anteriores y no solo por la limitación de aforo.
Ahora no está habiendo un gran discurso político centrado en la independencia o contra el Gobierno -a expensas de que arranque la mesa de diálogo con Cataluña- y la pandemia copa las principales intervenciones de los grupos políticos. Y aunque está próxima la decisión judicial sobre Torra, el ambiente entre la ciudadania se presenta más calmado que en años anteriores, como cuando se acercaba la sentencia del ‘procés’ -el año pasado- o un referéndum de independencia -2017-.
Las últimas encuestas confirman la tendencia de que el independentismo ha ido perdiendo terreno frente a los partidarios de una Cataluña como parte de España.
A finales de julio, el sondeo del Centro de Estudios de Opinion (CEO) de la Generalitat situaba el ‘no’ a la independencia en el máximo histórico desde que hay encuestas -2014-. Más de la mitad de la población -un 50,4%-, estaba en contra de la secesión frente al 42% que la defendía. Otro sondeo de Gad3 para La Vanguardia, publicado el pasado lunes, sitúa el ‘no’ a la independencia en un 47% frente a un 45% de partidarios.
Y si bien el CEO de la Generalitat sitúa en un 78% los partidarios de un referéndum, el sondeo de Gad3 rebaja la cifra al 26%, frente a un 65,3% de catalanes partidarios a un acuerdo sobre autogobierno.