El gobierno afgano y los talibanes inician en Catar las conversaciones de paz tras 19 años de guerra
- Los talibanes están en posición de fuerza después de obligar a Estados Unidos a firmar su retirada militar
El gobierno afgano y los rebeldes talibanes han arrancado, este sábado 12 de septiembre, en la capital de Catar, conversaciones de paz con el objetivo de acabar con casi dos décadas de un conflicto que ha devastado el país y ha costado la vida a decenas de miles de combatientes y civiles.
En las conversaciones participan el jefe del Ejecutivo afgano, Abdulá Abdulá, y el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, además de importantes líderes talibanes. "Hemos venido a este país para lograr una paz digna y duradera", señaló en la inauguración del diálogo Abdulá, quien aseguró que la historia de Afganistán recordará este momento como "el fin del sufrimiento de nuestra gente".
"Las negociaciones deberán abordar una serie de profundas preguntas sobre el tipo de país que quieren los afganos", apuntó Deborah Lyons, representante Especial de las Naciones Unidas para Afganistán. Funcionarios, diplomáticos y analistas coinciden en que, aunque sentar a ambas partes a la mesa de negociaciones es un logro en sí mismo, no significa que el camino hacia la paz sea fácil.
Se acaban de cumplir 19 años del 11-S
Las conversaciones se abren justo un día después del decimonoveno aniversario de los atentados terroristas del 11-S en Estados Unidos. Un mes después, el entonces presidente George W. Bush ordenaría la intervención militar en Afganistán, con el objetivo de dar caza a Osama Bin Laden, considerado cerebro de los atentados.
El fundador de "Al Qaeda" tenía Afganistán como su base. Desde allí, lanzaba sus operaciones por todo el mundo contando con la protección del régimen talibán, cuya negativa a entregarlo a EE.UU. será el origen de la ofensiva militar en Afganistán que ahora Trump quiere zanjar si bien, en círculos republicanos, advierten del riesgo de una retirada precipitada.
La intervención internacional, liderada por Estados Unidos, expulsó rápidamente del poder a los talibanes que, reagrupados como movimiento rebelde, libraron desde entonces una insurgencia que ha acabado por involucrar a los países vecinos y ha consumido presupuesto de decenas de otros países u organismos, como las fuerzas de la OTAN.
Las elecciones de EE.UU. como telón de fondo
A pocas semanas de las elecciones presidenciales de EE.UU., el presidente Donald Trump busca mostrar avances en su compromiso para poner fin a la participación de Estados Unidos y retirar la mayor parte de las fuerzas extranjeras estacionadas en Afganistán. Trump, cuya reelección está en entredicho, está decidido a poner fin a la guerra más larga de la historia de Estados Unidos.
Parece poco probable, sin embargo, que el conflicto, en el que han muerto más de 2.300 soldados estadounidenses y 450 británicos, se solucione rápidamente. Washington ha reducido su presencia militar en la zona y se espera que en noviembre tenga menos de 5.000 soldados en comparación a los 13.000 de febrero, cuando se firmó el acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes.
Los talibanes, que no reconocen al gobierno de Kabul, descrito como un "títere" de Washington, quieren que Afganistán sea gobernado por un "sistema islámico", donde la ley está dictada por un islamismo riguroso, como insistió su jefe negociador, Abdul Ghani Baradar, todos deben tener "en cuenta el Islam en las negociaciones y acuerdos".
Los derechos de las mujeres y las minorías entre los principales desafíos
Las negociaciones previstas para febrero de 2020, empiezan con un retraso de seis meses. El motivo ha sido el desacuerdo sobre un controvertido intercambio de prisioneros entre rebeldes y gobierno afgano, que se ha resuelto esta semana dejando vía libre a las conversaciones de paz.
Quedan sin embargo importantes escollos como el de incluir a los talibanes, que rechazan la legitimidad del Gobierno afgano respaldado por Occidente, en cualquier acuerdo de gobierno y salvaguardar los derechos de las mujeres religiosas y étnicas en un eventual entendimiento con los rebeldes.
El gobierno del presidente Ashraf Ghani insiste en mantener la joven República y su Constitución, que consagra numerosos derechos, especialmente para las mujeres, para las que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, reclamó la inclusión y que serían las grandes perdedoras de una vuelta al fundamentalismo islámico de los talibanes, que sea total o parcial, es temido por muchos.
Los talibanes, en posición de fuerza
El conflicto afgano ha matado a decenas de miles de civiles, ha obligado a huir a varios millones y ha costado a Washington más de un billón de dólares. Los talibanes llegan a estas negociaciones en una posición de fuerza después de obligar, con su incesante ofensiva de guerrillas, a Estados Unidos a firmar con ellos el acuerdo de retirar sus tropas en febrero.
Según este acuerdo, que allanó el camino para estas negociaciones, está previsto que las fuerzas extranjeras abandonen suelo de Afganistán a mediados de 2021 a cambio de vagas garantías de los talibanes, incluida la celebración de estas conversaciones de paz que el propio Pompeo admitió pueden prolongarse "días, semanas, meses".
Actualmente, los talibanes controlan la mitad del territorio afgano. La ONG Human Rights Watch (HRW), ha reclamado un compromiso para "defender los derechos de las mujeres y la libertad de prensa, poner fin a la tortura bajo custodia y garantizar la justicia". El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha pedido también "un alto el fuego inmediato, nacional e incondicional".
Una oportunidad histórica
El secretario general del Consejo del Atlántico Norte, Jens Stoltenberg, ha saludado las conversaciones de Doha como una "oportunidad histórica". "La OTAN está junto a Afganistán para preservar los logros y garantizar que el país nunca más se convierta en un refugio para terroristas", ha señalado en su cuenta de Twitter.
En una declaración separada, la OTAN "instó al gobierno afgano y al talibán a cumplir sus compromisos con el proceso de paz", considerando que "Los niveles actuales de violencia, vinculados a los ataques dirigidos por los talibanes contra las fuerzas de seguridad y defensa nacional afganas, siguen siendo inaceptables y socavan la confianza en el proceso de paz".
En el mismo comunicado, la OTAN pide a los talibanes "que tomen medidas firmes para poner fin a la violencia" y promete seguir "celebrando consultas sobre nuestra presencia militar y, si las condiciones lo permiten, la ajustaremos para apoyar este proceso de paz liderado por y para los afganos".