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Yihadistas españolas en el limbo

  • En el campo de Roj se encuentran confinadas Luna Fernández y Yolanda Martínez con trece menores a su cargo
  • Son conversas al islam y esperan en un limbo jurídico una decisión sobre su posible repatriación

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Luna Fernández y Yolanda Martínez, dos de las españolas confinadas en el campo sirio de Roj
Luna Fernández y Yolanda Martínez, dos de las españolas confinadas en el campo sirio de Roj

El de Roj es un campo no muy grande situado en medio de la nada en el noreste de Siria, bajo control de las milicias kurdas que fueron claves en la lucha contra el autodenominado Estado Islámico. Acoge a un par de miles de personas, mujeres y niños de los combatientes del Daesh. En él se encuentran confinadas las españolas Luna Fernández y Yolanda Martínez con trece menores a su cargo entre propios y heredados. Son conversas al islam. Esperan en un limbo jurídico una decisión sobre su futuro y su posible repatriación.

Pedimos a las autoridades de la autoadministración kurda verlas y entrevistarlas. Yolanda Martínez se fue a Siria junto a su marido, un yihadista de origen marroquí, en 2014 y se unió al grupo terrorista. Luna Fernández, hoy viuda de otro terrorista yihadista, hizo lo mismo. Han sobrevivido al derrumbe del califato, al igual que Lubna Fares, marroquí y viuda de un yihadista iraní nacionalizado español.

Ellas y otra española, Lubna Mohamed Miludi, están retenidas en campos en Siria que albergan a decenas de miles de familiares de militantes del Daesh. Con los cuatro hijos de las dos Lubna, en total hay 17 menores españoles en esas condiciones.

Aseguran haber sido engañadas

Cuando llegamos, Luna y Yolanda se mostraron reacias a hablar con nosotros, pero al final accedieron a una entrevista conjunta. Dicen que no sabían que iban a unirse al Daesh, que sus maridos no se lo dijeron, que creían que iban a Turquía y acabaron en el autodenominado Estado Islmámico.

"Yo no sé lo que es el Estado Islámico, yo no renuncio a las leyes de Alá", nos dice Luna. "Nosotras veníamos a vivir el islam, cien por cien hasta nuestros maridos han podido venir engañados", añade Yolanda que reconoce también: "Mi marido me dijo: ¿te parece bien que vengamos aquí? Tú vas a poder ser libre, vivir tu religión, siempre vas a estar conmigo, con tu hijo y eso. Dije: mira, tú eres mi marido y pondría las manos en los fuegos porque sé que lo que te estoy diciendo está bien, yo me fío muchísimo de mi marido porque ante todo es una gran persona".

Las dos españolas esposas de yihadistas repatriadas, en una imagen de archivo en el campo de Roj (Siria)

Las dos españolas esposas de yihadistas repatriadas, en una imagen de archivo en el campo de Roj (Siria). TVE

Luna también tenía una confianza ciega en su marido: "Yo creía que íbamos a ir a Turquía. Y de Turquía, pues nada, a Siria. Yo no sabía que estábamos en Siria y luego después él me dijo que estábamos aquí en Siria, en el estado islámico, y que qué me parece. Yo confío en mi marido y que mi marido quiere el bien para mí y para mis hijos que son sus hijos".

Nos cuentan que no les dejan llevar niqab en este campo, ni vestir de negro porque eso es lo que prescribe el autodenominado Estado Islmámico y afirman que si lo hicieran, las meterían en la cárcel y sus hijos se quedarían solos en el campo. Cuando les preguntamos, si querrían vestir de negro, Luna contesta que ese color le gusta.

El marido de Yolanda, Omar El Harchi, está preso, pero no conseguimos averiguar en qué cárcel. Cuando visitamos la prisión de Hasaka, donde hay detenidos miles de combatientes del Daesh, nos dijeron que no les constaba que estuviese allí. Luna es viuda de otro yihadista de origen egipcio que murió en el frente de Baguz, el último bastión del autoproclamado califato del Daesh que cayó en marzo de 2019. Ellos y ellas resistieron hasta la rendición o la muerte. Son considerados los más duros del Daesh porque siguieron hasta el final.

Sus maridos ya formaban parte de la célula desde España

Luna y Yolanda aseguran, como tantas otras, que sus maridos solo trabajaron en la administración del califato. Sin embargo, fuentes policiales, sitúan al de Luna en un puesto de responsabilidad y combatiendo y se sospecha que lo mismo ocurrió en el caso del de Yolanda.

"Mi marido trabajaba en a dara, no sé qué es exactamente", afirma Luna que, ante nuestra insistencia de qué es a dara, dice que "trabajaba en la economía, un poco del dinero y eso. No sé lo que es a dara en español". Tampoco es mucho más explicita Yolanda cuando le preguntamos por lo que hacía su marido en el Estado Islmámico: "Mi marido trabajaba en el juzgado, pero él no implantaba leyes porque para implantar leyes tienes que tener unos estudios en el islam. Mi marido no los tiene, lo que se dedicaba es a ser el encargado".

Luna Fernández

Luna Fernández TVE

En realidad, sus maridos formaban ya en España parte de la célula de la M-30 de Madrid o Brigada Al-Andalus que dirigía Lahsen Ikassrien, un expreso de Guantánamo. Era una red terrorista que se dedicaba al adoctrinamiento, reclutamiento y envío a Siria de yihadistas. Fue desarticulada en junio de 2014. Y nueve de sus miembros fueron condenados en 2016 a diversas penas de cárcel. Los maridos de Yolanda y Luna y otros yihadistas del grupo terrorista ya se habían marchado a Siria. La mayoría de las mujeres de los miembros también se reunían entre ellas y se las considera unas adoctrinadoras. De los yihadistas de esa célula terrorista que se fueron a Siria todos, salvo el marido de Yolanda Martínez, habrían muerto.

"Yo digo que todo eso es una mentira más grande que un piano, como dicen en España. Alguien quiere manchar el islam sea como sea. Todo esto es una película en contra del islam", dice Luna. Yolanda también niega la existencia de la célula terrorista: "Es una película, que nosotras nos juntábamos los viernes a comer tortilla de patatas y leer el Corán, eso era para lo que nos juntábamos nosotras". Y asegura no ser la autora de una carta firmada por ella y que se recoge en la sentencia y en la que decía que ante la situación en Siria, había que pasar a la acción.

¿Víctimas o combatientes activas?

"Estas mujeres ya estaban bajo la observación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por sus actividades en nuestro país antes de que se desplazasen a la zona de conflicto", explica Carola García-Calvo, Investigadora Principal sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano.

"Tienen órdenes internacionales. Por lo tanto, en cualquier país en el que exista una autoridad judicial competente pueden ser detenidas y puestas a disposición judicial", apostilla Cristina Andreu, jefa del Área de Inteligencia del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y Crimen Organizado (CITCO). Y añade: "Durante la estancia en Siria han seguido ejerciendo como mujeres de combatientes, educando a niños en el estricto cumplimiento de la sharía, por lo tanto, está claro que hermanitas de la caridad no son".

Ellas insisten en que fueron a Siria a vivir el islam junto a sus maridos y sus hijos y que solo han sido unas devotas esposas musulmanas. "Hemos estado en nuestra casa con nuestros maridos, con tantos niños que teníamos ¿Dónde vamos a ir? ¿Entiendes?", nos dice Yolanda.

"Estar embarazadas cada año, vamos, no otra cosa", añade Luna. "Nosotras hemos vivido nuestra religión, lo que es nuestra religión de verdad. En mi casa se ha vivido el islam con mi marido y con mis hijos y eso es lo que he hecho y por eso estoy aquí. Mira, yo nunca me voy a enfrentar a mi religión, ni voy a echarla de lado porque lo más importante es que yo soy musulmana, igual que mi hermana", explica Yolanda.

"Para mí lo más importante es el islam. Yo he estado en mi casa, he intentado enseñar al islam a mis hijos, vivir bien todos. Y mi marido pues se encargaba de su mujer, de sus hijos, venía del trabajo, estábamos juntos", describe convencida Luna su supuesta idílica estancia en el califato del Daesh.

En sus palabras no vemos un claro distanciamiento de la ideología del autodenominado estado islámico, sobre todo cuando les preguntamos por prácticas tan aberrantes como lapidaciones o decapitaciones.

  • ¿Fuisteis testigos de lapidaciones, de decapitaciones?
  • No.
  • Pero ¿sabéis que han ocurrido bajo el estado islámico?
  • Yolanda: "Sí, sabemos que han ocurrido pero nunca hemos estado ahí".
  • Y ¿qué opináis sobre eso?
  • Yolanda: "Mira, yo no tengo una base tan fuerte en mi religión como para poder hablar de ello, eso necesita estudios. Es como si vas a España y le preguntas al dependiente del supermercado sobre la ley 24/14 del estado2.
  • Luna: "El gobierno tiene sus leyes ¿verdad? Alá tiene sus leyes".

Para Carola García-Calvo no hay que minusvalorar el papel jugado por las mujeres en el califato del Daesh, ni considerarlas simplemente víctimas: "No podemos ver a las mujeres como víctimas, las mujeres han estado y han participado de manera muy activa. Con su migración legitimaron este proyecto y demostraron ser mujeres también muy ideológicas. Asumieron el rol que se les estaba dando de ser madres, esposas y sobre todo de educar a la siguiente generación de yihadistas. Esto es un arma muy potente. No debemos en ningún momento minusvalorar el papel que tienen actualmente las mujeres en el movimiento yihadista global. A partir del año 2012, estratégicamente el estado islámico hace un llamamiento explícito a las mujeres para movilizarse, para unirse. Tocaba colonizar el territorio no solo para consolidar esta ganancia territorial que ya tenía sino también para expandir este proyecto. Y las mujeres respondieron".

Para Raquel Alonso, Asociación contra el Radicalismo Extremista y Víctimas Indirecta (ACREAVI) el papel de esas mujeres está claro: "Ellas se fueron con sus hijos, se fueron con sus esposos. Yo creo que cualquier persona mayor de edad que entra en tierra de conflicto y que sabe que se está incorporando a un califato y a un grupo terrorista es totalmente, plenamente, consciente de lo que está haciendo". "Se calcula que en torno al 15 o 17 % de los yihadistas que partieron desde territorio europeo eran mujeres", añade Carola García-Calvo.

A la espera de su regreso a España

Luna y Yolanda quieren volver cuanto antes a España. Las condiciones del campo no son las adecuadas para que crezcan sus hijos, pero no entienden que tengan que ir a la cárcel y no quieren separarse de ellos. Siguen manteniendo que no han hecho nada. El debate sobre su repatriación sigue abierto en medio de la disyuntiva entre seguridad, derechos humanos y justicia. Nadie quiere correr el riesgo de que después de unos pocos años salgan de la cárcel y sigan radicalizadas y adoctrinando.

"Evidentemente, la existencia de unos menores de edad, en algunos casos bebés, de nacionalidad española es un problema preocupante pero no hay que olvidar respecto de las mujeres que está demostrado y acreditado que tienen una capacidad adoctrinadora muy importante sobre todo en su entorno más cercano", explica el teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Miguel Ángel Carballo.

"Pueden ser, además de captadoras, adoctrinadoras, pueden acometer cualquier atentado terrorista, aparte de que son las responsables de los menores y esos menores los están educando ellas. Alguien que no renuncia a su ideario, que quiere retornar aquí, supone un peligro para nosotros, no solo por ellas, por ellas, ellos y los menores", dice tajante Raquel Alonso.

"También se han hecho campañas donde se nos ha mostrado en determinada propaganda niños de muy corta edad, alrededor de los nueve años, haciendo ostentación de empleo de armas de fuego, por lo tanto, es cierto que algunos de ellos también pueden suponer una amenaza”, recuerda Cristina Andreu.

Unos niños caminan entre las tiendas del campo de Roj

Unos niños caminan entre las tiendas del campo de Roj TVE

El campo de Roj alberga a unas 2.000 mujeres y niños de unas 40 nacionalidades. Las condiciones son duras, pero está menos masificado que el de Al Hol, más violento y con condiciones más insalubres. En él hay más de 70.000 personas, sobre todo sirios e iraquíes. En un anexo, están los extranjeros, 10.000 niños y mujeres, muchas viudas, de combatientes del Daesh. No hay escuelas y centenares de niños han muerto.

Preguntamos por Lubna Miludi y Lubna Fares, pero nuestra búsqueda resulta infructuosa. Nadie nos sabe o quiere decir dónde están. Después averiguaremos que no querían ver a la prensa. Lubna Fares es viuda de un terrorista yihadista que fue miembro de la Brigada Al-Andalus. Luna Miludi lo es de un yihadista francés. Se fue a Siria después de radicalizarse por internet. Y allí se casó con él.

Luna, Yolanda y las dos Lubna seguirán, en un vacío legal, confinadas con sus hijos en los campos de familiares del Daesh hasta que se decida si pueden regresar a España.