Israel comienza tres semanas de un nuevo confinamiento que condicionará el año nuevo judío
- El gobierno de un cuestionado Netanyahu ha aprobado tres semanas de cierre a las puertas de un nuevo año, el 5781
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Difícil, muy difícil para los israelíes pronunciar estos días “Shaná Tová” (“Buen año”), sabiendo que comienzan sus grandes fiestas cuando la pandemia arrecia. De hecho, por delante tienen un nuevo confinamiento estricto del país porque la segunda ola de contagios no da tregua.
Se han llegado a superar los 5.000 positivos diarios. Así que el gobierno israelí, muy cuestionado por su gestión de la crisis sanitaria, ha aprobado tres semanas de cierre que marcarán los días más señalados en el calendario hebreo, justo a las puertas de un nuevo año, el 5781. Es lo que celebran los judíos con Rosh Hashaná. Después vendrán Sucot, la fiesta de las cabañas, y más tarde Yom Kippur, el día del arrepentimiento.
Nada será igual este año. El confinamiento trata, precisamente, que haya grandes aglomeraciones o reuniones familiares. De hecho, desde hoy el movimiento de los ciudadanos se limita a un máximo de un kilómetro de sus casas y no se podrá visitar otros domicilios. No será fácil controlar esos movimientos, aunque miles de policías y soldados lo intentarán en puntos de control por todo el país.
Cerrados también colegios, restaurantes (que sí podrán servir a domicilio), gimnasios, centros comerciales…Tan sólo los negocios esenciales seguirán abiertos. El transporte público funcionará al mínimo y se cerrarán también las oficinas e instituciones públicas.
“Hicimos todos los esfuerzos para equilibrar las consideraciones de salud con las necesidades económicas”, aseguraba Benjamín Netanyahu justo antes del inicio de este segundo confinamiento. El primer ministro, muy criticado por su gestión de la pandemia, ha preferido cerrar de nuevo el país en vez de hacer confinamientos parciales. Los principales focos siguen estando en las poblaciones de mayoría ultraortodoxa y árabe.
Israel, que fue ejemplo de buena gestión al principio de la pandemia, se ha convertido ahora en lo contrario. Una desescalada muy rápida en mayo ha desembocado en que el país esté a la cabeza mundial de contagios por número de habitantes.
Si en estas tres semanas no se baja esa tasa de positivos, Netanyahu asegura que impondrá más restricciones. No lo tiene fácil porque el daño a la economía es tremendo. En sólo seis meses, el paro ha pasado del 3% al 21%, y el descontento de los más perjudicados va a más, con protestas semanales donde convergen también quienes aseguran que están gobernados por un dirigente incompetente y envuelto en varios casos de corrupción.