Woody Allen: "Esta terrible pandemia lo ha arruinado todo"
- El cineasta inaugura el festival de San Sebastián con el estreno mundial de Rifkin's Festival
- Participada por RTVE, se estrena el 2 de octubre en España
“Estoy emocionado de estar aquí en Nueva York”. No hay mejor resumen de un festival en tiempos de pandemia que la presentación de Woody Allen en la rueda de prensa del Festival de San Sebastián. A las 09:30 de la mañana -en la costa este- el cineasta ha aparecido desde una pantalla frente a los periodistas escrupulosamente ordenados en cuadrículas dentro del Kursaal.
Con la realidad y cine el enfrentadas en un espejo, el certamen ha sido inaugurado con Rifkin’s Festival, una comedia romántica que se sirve del festival y de la ciudad como escenario idílico para el retrato de la crisis vital y matrimonial de un escritor septuagenario. La película contiene las obsesiones habituales del Allen: personajes en una vida absurda y sin sentido, juguetes del azar que deben aprender que no tienen control sobra la realidad, relaciones sentimentales como azote y salvación, dudas sobre el propio talento y toneladas de amor al cine.
“Lo mejor de hacer la película fue que mi familia y yo pasamos tiempo en San Sebastián. Pasamos un tiempo maravilloso. Tengo el corazón roto por no poder volver. Esta terrible pandemia lo ha arruinado todo”, ha explicado el director. Elena Anaya, Gina Gershon (presentes en Donostia) junto a Wallace Shawn y Louis Garell, protagonizan la película.
Jaume Roures y Mediapro son los responsables del regreso al cine de Allen, apartado por la industria estadounidense tras las acusaciones de abuso de su hija que reverberaron en el #metoo y que llevaron a la renuncia de actores a trabajar con él, el incumplimiento de Amazon del contrato con el cineasta (que luego demandó a la compañía de Bezos) o la negativa a publicar sus memorias.
Nada de eso sucede en Europa, donde su anterior cinta, Un día de lluvia en Nueva York, fue estrenada; sus memorias, publicadas; y ahora le sirve el regreso en bandeja. Es la culminación de un proceso de tres décadas en las que la influencia de su cine ha basculado de un lado del Atlántico al otro.
También es lógico: Rifkin’s Festival es un continuo homenaje al cine europeo de los 50 y 60 que tanto moldearon a Allen, que aprovecha los sueños de su personaje para recrear secuencias de Persona y El séptimo sello, de Bergman; El ángel exterminador y Viridiana, de Buñuel; Jules y Jim, de Truffaut; Ocho y medio, de Fellini; o Al final de la escapada, con su mismísima música original y con la luz de Vittorio Storaro, otra vez director de fotografía de Allen.
¿Una época irrepetible? Allen lo niega. “No veo ninguna razón para que no haya grandes cineastas ahora y en el futuro. Aquellos inspiraron y fueron muy influyentes en los cineastas americanos, permanecen como clásicos al igual que la gran literatura, ya se haya escrito hace 10 o 200 años. Hay grandes cineastas ahora y muchos vendrán en los próximos años”.
Dice Allen que su festival ideal sería uno el en que las película no comerciales y verdaderamente originales “puedan ser vistas por el público”. La fama mundial de Allen no puede ocultar que, junto a Robert Altman, es el gran patrón del cine independiente americano, y su talento le ha otorgado el privilegio de la libertad absoluta.
“Siempre hay un cine comercial que domina su tiempo. También en el de Fellini y Bergman. Ahora es igual: hay cineastas serios que lo hacen muy bien, la misma ecuación sigue funcionando”, explica. “Los pequeños siempre luchan por conseguir distribución, cines y espectadores. Hay cambios cosméticos, pero siempre ha sido así. Los cineastas emergerán serán vistos en un marco más pequeño pero más duradero que las películas comerciales que lo llenan todo, pero luego no son recordadas”.
¿Por qué San Sebastián? “Los que financiaban querían que fuera en España. Ya había rodado en Barcelona y Oviedo y recordé cuando estuve en San Sebastián (recibió en Premio Donostia en 2004) y dije: ¿por qué no?”.
La Concha, el hotel María Cristina, San Telmo, el Peine de los vientos o el Kursaal son de telón de fondo para el derrumbe de convicciones íntimas del protagonista. Roures interviene para matizar la fama de folleto turístico de película como Midnight in Paris, Vicky Cristina Barcelona o A Roma con amor.
“Cuando empezamos a hablar de esta película, él ya tenía claro que era el marco ideal para mostrar sus gustos cinematográficos y los de toda una generación. Luego el envoltorio puede estar peor o mejor, pero hay que quitar esa idea de que vamos haciendo postales turísticas”, explica.
Allen añade que Almodóvar es un cineasta influyente (En La piel que habito vio a Elena Anaya) y que es la española es una de las cinematografías “que más ha contribuido al cine europeo”, sin posiblemente caer en la cuenta de que esta es ya la tercera vez que él mismo forma parte del cine español.