No, las mascarillas no provocan daños al sistema inmunitario
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En un vídeo difundido en las redes sociales se asegura que el uso de mascarillas provoca una reducción del oxígeno que respiramos hasta el punto de provocar inmunosupresión, inmunodeficiencia y una mayor tasa de “infecciones con complicaciones”. Son afirmaciones sin ningún rigor científico, según los expertos y los documentos consultados por Verifica RTVE.
El vídeo, recibido en nuestro servicio de Whatsapp, es un fragmento de otro de mayor duración y tiene cerca de 40.000 reproducciones en Facebook. Su protagonista es un hombre que, ante las puertas del Ayuntamiento de Santander, asegura ser profesor de Biomedicina y Fisiología Humana en la Universidad de San Petersburgo (Rusia) y en la Universidad de Kiev (Ucrania), donde dice que lleva impartiendo clases 18 años.
Verifica RTVE se ha puesto en contacto por correo electrónico con las dos entidades educativas que podrían corresponderse con las que menciona el varón del vídeo: la Universidad Estatal de San Petersburgo y la Universidad Nacional Tarás Shevchenko de Kiev. La primera ha confirmado que el hombre no pertenece ni ha pertenecido nunca a su plantilla, mientras que el centro ucraniano no ha respondido hasta la fecha.
Además, Jesús Francisco Rodríguez Huertas, catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada, apunta que el protagonista del vídeo no aporta ningún tipo de identificación que permita verificar si es realmente un profesor universitario.
““Si descendiera el oxígeno en nuestro cuerpo [por llevar la mascarilla], la gente moriría, y nadie ha muerto por esta causa”“
En el comienzo de la secuencia, el hombre afirma que “la concentración de oxígeno en el aire que respiráis tiene que estar, como mínimo, al 21%”, y añade que “la fisiología humana no funciona con una saturación de oxígeno inferior al 18,5% en el aire”. El dato contrasta con lo que la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional de EE. UU. (OSHA) considera como una atmósfera deficiente en oxígeno: aquella en la que los niveles de este gas se sitúan por debajo del 19,5%.
Tras aportar esas cifras, el hombre del vídeo asocia al uso de mascarillas una supuesta “inmunodeficiencia e inmunosupresión” porque producen, según dice, la reducción de la concentración del oxígeno en la sangre y un aumento de los niveles de dióxido de carbono (CO2). El presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), Marcos López Hoyos, rechaza estas aseveraciones argumentando que “si descendiera el oxígeno en nuestro cuerpo [por llevar la mascarilla], la gente moriría, y nadie ha muerto por esta causa”.
Los bulos sobre los presuntos perjuicios de las mascarillas son frecuentes desde que se pautó su uso durante la pandemia. Verifica RTVE ya desmintió el supuesto de que provocaban hipoxia, o falta de oxígeno en sangre. Es una mentira que ha circulado con distintas variantes. Sobre este vídeo, López Hoyos precisa que “no se puede hablar de inmunosupresión o inmunomodulación por llevar mascarilla”.
““No se puede hablar de inmunosupresión o inmunomodulación por llevar mascarilla”“
Posteriormente, el protagonista del vídeo concreta que ese hipotético incremento del dióxido de carbono provoca una disminución “de la movilidad de los linfocitos CD4 y CD8”, que define como “la primera línea de defensa contra los virus”. Asimismo, según el varón, se produce una reducción de la “concentración de neutrófilos en sangre” y de “la permeabilidad de las membranas a los macrófagos y los fagocitos”, encargados supuestamente “de destruir el material genético viral”. Nuevamente, son afirmaciones sin el respaldo de ninguna evidencia científica y en las que se dan varios “conceptos entremezclados sin ningún sentido biológico”, remarca López Hoyos.
El presidente de la SEI puntualiza que, realmente, la primera barrera de nuestro organismo frente a las sustancias extrañas (denominadas antígenos) son los macrófagos, los neutrófilos y otras células como las dendríticas y las NK (encargadas de destruir células infectadas). Todas ellas participan en la llamada “respuesta inmune innata”, es decir, el sistema de defensas con el que nacemos y que se desencadena de forma inmediata frente a cualquier agente patógeno o infeccioso. En algunos casos, es suficiente para frenar el avance y los posibles síntomas de una infección como, por ejemplo, la COVID-19.
No obstante, esa defensa innata no elimina “el material genético viral”, sino que activa la denominada “respuesta adaptativa”, que es más específica y en la que intervienen, entre otros, los mencionados linfocitos T-CD4 y T-CD8. “Son glóbulos blancos responsables de la inmunidad celular”, explica Rodríguez Huertas, quien desmiente que la concentración de CO2 por el uso de mascarillas provoque las alteraciones en las células que se nombran en el vídeo. Según el catedrático en Fisiología, esos cambios solo se producen “durante los 10-25 minutos posteriores a prácticas deportivas extenuantes” o en condiciones de hipercapnia (exceso de dióxido de carbono) “muy severas”. En cualquier caso, como apuntan los dos expertos consultados por Verifica RTVE, las situaciones de hipoxia y de hipercapnia severas descritas por el supuesto profesor solo se dan en estudios in vitro y nunca dentro del organismo.
Sobre la referencia final al Tratado de Fisiología Médica de Guyton y Hall, ambos coinciden en la relevancia del libro como referencia en ese campo, aunque señalan que se malinterpreta en el vídeo. Además, como señala el presidente de la SEI, existen obras mucho más adecuadas para documentarse sobre Inmunología, ya que el Tratado de Guyton aborda esta rama de forma superficial.
Posible inmunidad gracias a las mascarillas
Frente al testimonio del vídeo, Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología, apunta además a un comentario publicado en The New England Journal of Medicine (NEJM) en el que se sugiere la posibilidad de que las mascarillas ayuden a reducir la gravedad de la enfermedad y a asegurar una mayor proporción de infecciones asintomáticas entre los nuevos casos. Según la hipótesis que plantean los inmunólogos Monica Gandhi y George Rutherford (Universidad de California), esta protección facial permitiría generar inmunidad frente al coronavirus mientras llega la vacuna, gracias a lo que se conoce como “variolización” o “variolación”.
Dicho procedimiento, que fue utilizado para combatir la viruela hasta que se desarrolló su antídoto, consiste en inocular una pequeña cantidad del virus que genere una leve infección y, así, se desencadene una respuesta inmunitaria contra ella. Según el comentario publicado en NEJM, en el caso de la COVID-19, el uso universal de la mascarilla permitiría reducir la introducción del SARS-CoV-2 en el organismo. De esta forma, aumentarían las infecciones leves por el virus a la vez que se lograría dicha inmunidad y una propagación más lenta de la enfermedad.
Desde Verifica RTVE podemos concluir que no hay evidencias científicas de que las mascarillas provoquen una reducción del oxígeno o un aumento del dióxido de carbono en sangre hasta el punto de dañar el sistema inmunitario. Es decir, no se ha demostrado que el uso de esta protección facial debilite las defensas del organismo frente a posibles contagios de coronavirus y, por tanto, dé lugar a infecciones más severas.