'No te serviré', el apasionante viacrucis de un desgraciado que abraza el mal
- El Irra confiesa que sus personajes son "obsesivos, en crisis física y mental, siempre atrapados en espirales de violencia"
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La lucha de clases, los personajes en crisis, las clases más desfavorecidas, la violencia, la religión, las supersticiones, el crimen organizado... y una Sevilla oscura y alejada de la postal eran algunos de los temas principales de Palos de ciego (Astiberri, 2016), un sorprendente cómic del autor sevillano El Irra (Israel Gómez Ferrera) que ahora se repiten en el también imprescindible No te serviré (Spaceman project), que narra el descenso a los infiernos de su protagonista, un exnovillero traumatizado por los abusos que sufrió por parte de una secta siendo un niño.
"La idea inicial nació en unas pocas líneas que escribí en una pequeña libreta de apuntes escolar allá por el 2001 -nos cuenta El Irra-. Describí vagamente un secreto que esconde el sótano de una iglesia. Me interesaba retratar el carácter pagano de la ciudad y sus raíces a través de la imaginería católica y a la vez quería mostrar la eterna lucha de clases a través del protagonista, un reponedor de supermercado, basado en mis primeras experiencias laborales. Conforme iba pasando los años iba volcando bagaje vital al guión. No me puse a escribir el primer borrador hasta 2007, durante una larga temporada en la que trabajaba de cerrajero".
"Todo lo bueno de mi vida se ha producido después de una mala racha -confiesa el autor-, así que cuando retomé el proyecto estaba en dique seco. Supongo que de ahí mi tendencia a retratar a parias y demás ralea. Personajes obsesivos, en crisis física y mental, siempre atrapados en espirales de violencia".
Un exnovillero que lucha contra sus demonios
El Irra asegura que No te serviré sigue la estela de su anterior trabajo: "Aunque a simple vista este muy alejado de mi primer cómic (Palos de ciego), en realidad hablo de lo mismo. Sobre el vía crucis de un desgraciado que abraza el mal y de la victoria del demonio interior para vencer esos otros demonios externos. En esencia es un relato de horror mundano. Digamos que es la fábula de la Hormiga y la Cigarra pero en clave hardcore. Al final, la fuerza del relato se reduce al enfrentamiento de los dos protagonistas".
"El protagonista es Agustín -continúa-, un ex novillero reconvertido en reponedor y víctima de una infancia marcada por los abusos de una secta. A raíz de una gran nevada en pleno agosto en Sevilla su existencia cambia radicalmente".
"La historia está contada desde la confusión de los personajes -añade El irra-. Quería que uno fuera de clase baja y otro de clase acomodada. Agustín, el protagonista es un reponedor machacado y marcado por su pasado. Cuanto más se deshumaniza, más humano se hace. En realidad es un lobo con piel de cordero. Es su mecanismo de defensa".
En cuanto a su rival: "Juan Guzmán es imaginero de profesión. Una mezcla de Jason Miller y Carlos Herrera. Un hombre de bien, conservador y reaccionario. La verdad es que mientras iba avanzando en la historia me gustaba pensar que se odian a muerte solo porque se reconocen en el otro" -afirma El Irra-.
Una historia de terror ambientada en Sevilla
La ciudad de Sevilla es el tercer protagonista de la historia. pero una Sevilla muy diferente a la que estamos acostumbrawdos: "El reto era desarrollar una historia de terror ambientada en Sevilla, ciudad asociada a la luz y a la alegría y sacar el lado oscuro del folklore sureño -confiesa El Irra-. La Sevilla que muestro es más soñada que real. Algo más expresionista, decadente y oscura, que de costumbre. Como todo lo que hago, quería que fuera localista pero universal. Yo trabajo desde la experiencia, no desde la teoría. Procuro hablar de lo que conozco".
Y por eso habla de tres de los pilares de la sociedad española: la religión, el fútbol y los toros. "Quería mostrar la apropiación de los cultos paganos por el cristianismo -añade El Irra-. Aquí se convive con lo sagrado de un modo festivo y sacrílego. La Virgen hispalense es vista por el pueblo como una Diosa y a Cristo como la comparsa de una cabalgata. Por el contrario, el fútbol si se vive con la ortodoxia de una religión con sus propios dogmas. El Betis tiene su “manque pierda” y el Sevilla “nacidos para dominar” o “hasta la muerte”. La tauromaquia representa una realidad presente en forma de aberración atávica y cruel. Creo que no hemos avanzado tanto desde la dictadura. Nuestro día a día, nuestras costumbres y aficiones sigue siendo en parte el modelo impuesto por el Caudillo".
"El discurso del amo es también el discurso del esclavo"
En cuanto a la inclusión de las sectas en la hisotria, El Irra asegura que: "No creo en las teorías conspiranoicas. Sencillamente pienso que el mundo pende de un hilo y que no hay nadie al volante, como hemos podido comprobar durante la pandemia. Lo que sí creo es en la idea de que todos estamos adoctrinados, nuestros pensamientos no son originales. Digamos que estamos hechos de trocitos de otras personas".
"Me valgo del subgénero de las sectas para hablar de la dominación a través de las ideas -añade-. Me interesaba trazar un camino preconcebido donde no hubiera escapatoria para los personajes, que a la vez reflejara la imposibilidad del libre albedrío a causa del sistema de clases. El discurso del amo es también el del esclavo".
"En este caso -continúa el autor- quién maneja los hilos es Santiago Vereda, una mezcla de Aleister Crowley y José María del Nido. Vereda representa el capitalismo postmoderno, el darwinismo social y el pensamiento neoliberal. Reflejo de una élite hedonista, satánica y parasitaria que vive en una burbuja orgiástica, tratando siempre de matar el tedio vital que les corroe".
"Me inspiro en las crónicas de la España negra"
El Irra consigue cerar una mitología propia inspirándose en elementos y símbolos que todos reconocemos: "Los primeros borradores partían de Las Vírgenes dormidas, una tradición hermética poco conocida que se celebra cada 15 de agosto y es un poco de donde parte todo el concepto de la epidemia del sueño, que a su vez me servía para retratar a una sociedad aletargada, conformista".
"También -añade- me inspiré de las crónicas de la España negra, del cine maldito, los misterios de Mitra y una visión un tanto mundana y onírica de la fundación de la ciudad creada en el renacimiento basado en el mito de Hércules. Me interesan todos esos símbolos que consumimos en nuestro día a día y colonizan nuestra mente: Logos industriales de las multinacionales que funcionan como poderosos mantras comerciales, como por ejemplo, el lema de Vereda que dice “Construyendo un sueño”.
Influencias muy variadas
En cuanto a sus influencias, El Irra confiea que: "Digamos que No te serviré es un detritus fuertemente influenciado por la imaginería barroca tenebrista, el folclore semanasantero, los cómics de Otomo, Guy Davis y el Elektra Lives Again de Miller, La Cosa y El Príncipe de las Tinieblas de John Carpenter, La Posesión de Zulawsky, el último cine coreano, las películas de los setenta y sobre todo, un libro llamado El Queso y los gusanos de Carlo Ginzburg, por todo lo relativo a la cultura subalterna y la cultura dominante. El autor afirma que la historia la cuentan los académicos, es decir, la clase dominante. Tema crucial que trato a mitad del libro y que enlazo con el "Damnatio memoriae", un castigo usado con los enemigos de la antigua Roma que me dío la clave para el cierre".
Aunque el libro comience con una misteriosa nevada , como el mítico cómic El eternauta, de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, El Irra asegura que no fue algo consciente: "Si te digo la verdad, me di cuenta de la similitud hace poco. Nunca lo he leído, pero seguro que su potente imaginario se incrustó de alguna manera en mi subconsciente. El tema de la nieve viene de una insólita nevada que hubo en Sevilla en 1954".
Destacar la potente y enigmática portada del cómic. "La idea -nos cuenta El Irra- parte de una frase de Luis Martin-Santos que tenía grabada a fuego en la cabeza que dice que un hombre es la imagen de una ciudad y una ciudad las vísceras puestas al revés de un hombre. Soy un creador instintivo y muchos elementos que meto los descubro a posteriori. Supongo que habla en parte de un ser alienado, martirizado con esa corona con forma de Visa que parece decir, tanto cuestas, tanto vales".
"Una experiencia inmersiva a través del color"
No es fácil dibujar una historia de 250 páginas como esta en la que destacamos el fabuloso uso del color por parte de El Irra. "Buscaba que el dibujo fuera lo más funcional posible y para ello usé un trazo fino y sintético con el propósito de difuminar lo representado y facilitar así la experiencia inmersiva a través del color, que no deja de ser un recurso narrativo más. De esta manera la línea de acción del relato se percibe de manera más clara y natural y me ayuda a que el lector conecte con las situaciones, atmósfera y lo más importante, emociones de los personajes. El aspecto formal lo reduje a bitono, con mucha trama y granulado. Tonos azules, magenta y rojos adaptados a las necesidades de la narración. También añadí suciedad y contaminación lumínica. Me encanta la estética sucia, feista, cruda y con cierto aspecto naturalista".
"La historia inicialmente se componía de 180 páginas y finalmente se amplió hasta cerca de 250 páginas -añade-. Me di cuenta que la historia iba demasiado deprisa y tuve que ampliar el volumen de páginas para aminorar el ritmo de lectura. Desde aquí quiero dar las gracias a mi editor, Sandro Mena, por ser tan comprensivo y a la diseñadora Sara Porras por sacar el máximo partido a mi trabajo".
¿Veremos la historia alguna vez en los cines?
El estilo de El Irra es muy cinemaatográfico, lo que ha hecho que algunas productoras cinematorgráficas se hayan intersado por sus cómics. "Palos de ciego ya tuvo alguna que otra oferta -asegura-, pero es cierto que la adaptación de No te serviré fue la primera propuesta firme y ambiciosa".
"En plena campaña de crowdfunding con Spaceman Project -continúa-, recibí la llamada de Denis Rovira, director de La Influencia, interesado en adaptarlo al cine. Tras firmar un contrato de confidencialidad, poco después viajé a Madrid con mi novia para ver una proyección que hicieron en plena Gran Vía del cómic y de paso, aproveché para citarme con él en la oficina de su productora, Nadie es perfecto. Allí hice un pitch durante una hora y parece que quedaron contentos. Pretendían hacer una producción cara por posproducción, VFX, etc… y creo que Alberto Marini se iba a hacer cargo del guión, pero finalmente todo se quedó en una tentativa".
Pero mientras espera una nueva llamada del cine, El Irra no se queda con los brazos cruzados: "Mi siguiente proyecto se llama Perros Atados y durante la pandemia acabé las 220 páginas de storyboard que componen el total de la obra. La idea es abordar un género distinto en cada proyecto. Tras tocar el neo-noir y el terror, cambio de palo y tiro al terreno futurista o “iberpunk”, como yo lo llamo. Con esta obra pretendo cerrar la Trilogía del Vía crucis, una antología de historias independientes que tienen lugar en un universo compartido. No necesitas haber leído ninguna para disfrutar plenamente de cada una de ellas".