Los ataques personales y las interrupciones enfangan el primer debate electoral entre Trump y Biden
- El presidente y su rival demócrata dedican la primera de tres citas a insultarse y reprocharse sus carreras políticas
- La pandemia, el racismo y la integridad electoral, principales asuntos | Así te hemos contado el debate
El primer debate electoral de la campaña de 2020 en Estados Unidos se ha visto eclipsado por los ataques personales y las constantes interrupciones del presidente Donald Trump y su adversario, el exvicepresidente demócrata Joe Biden. A lo largo de 90 minutos, apenas se han expuesto políticas: los candidatos han abordado la crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus, la justicia racial, la sanidad o la economía, entre otros asuntos, pero en lugar de un diálogo político, el caos se ha apoderado de la noche.
Un presidente que no dejaba hablar a su rival ni al moderador, el periodista de la cadena Fox News, Chris Wallace, ha recurrido a ataques familiares contra su rival hasta acabar con la paciencia del demócrata, que en pocos minutos le ha espetado un "¿te quieres callar, hombre?".
El primero de los tres debates de las elecciones, celebrado en la Universidad Case Western Rerserve de Cleveland (Ohio), ha puesto de manifiesto la profunda polarización política que atraviesa el país: los candidatos apenas son capaces de aparcar su batalla política para dialogar sobre medidas sin recurrir a la tensión y a los reproches, una estrategia que ha desembocado en el debate presidencial más desordenado en años.
Reproches sobre el coronavirus
Dividida en seis bloques, la noche ha comenzado con el reciente nombramiento de la jueza Amy Coney Barrett para magistrada del Tribunal Supremo, una decisión polémica que Trump pretende acelerar antes de los comicios. El presidente ha defendido que está en su derecho de designar a los magistrados en una Corte Suprema dominada por el conservadurismo, pero la conversación se ha desviado inmediatamente hacia la situación sanitaria por la pandemia del coronavirus.
“Trump todavía no tiene un plan. Por cierto, se podrían inyectar lejía en el brazo“
El impacto de la COVID-19 en el país más afectado del mundo -más de siete millones de contagios y más de 205.00 muertos- ha provocado los primeros enfrentamientos por el modelo sanitario. El presidente ha defendido su gestión y ha asegurado que sus asesores creen que el uso de mascarillas es contraproducente mientras se burlaba de las apariciones de su rival con ella, pero ha evitado reconocer en esta ocasión que minimizó la gravedad del virus para no "alertar" a los estadounidenses.
El demócrata, por su parte, le ha acusado de mentir y no haber hecho nada: "Todavía no tiene un plan[...] Por cierto, a lo mejor se podrían inyectar lejía en el brazo", ha espetado. La respuesta del republicano, envenenada: "Jamás podrías haber hecho ese trabajo, no lo llevas en la sangre. No hay nada inteligente en ti, Joe", para después acusarle de querer paralizar la actividad del país en contra de la economía, el as en la manga que siempre porta el presidente.
Golpes bajos de dos presidenciables
Cuatro años después de su inesperada victoria, el republicano sigue recurriendo a los ataques personales para desviar la atención sobre asuntos comprometedores, como su supuesta evasión fiscal relevada por el diario The New York Times, una cuestión que casi ha pasado desapercibida cuando el mandatario reconocía que no quiere pagar impuestos, "como cualquier otra persona de negocios", a pesar de su insistencia en que abonó "millones de dólares".
“Es difícil hablar con este payaso, perdón, con esta persona“
Y así, los insultos no han tardado en aparecer. Como era de esperar, Trump ha recurrido a la falsa conspiración del hijo del exvicepresidente con Ucrania, una cuestión sobre la que llegó a instar a su homólogo ucraniano para una investigación que el presidente niega y que en enero le valió un fallido juicio político. Exhasperado, el demócrata ha perdido el hilo de su discurso en varias ocasiones y con él, la paciencia: "Es difícil hablar con este payaso, perdón, con esta persona", ha dicho.
Entre acusaciones de "radical socialista" del presidente y de "mentiroso" por parte de su rival, llegaba el golpe más bajo de la noche cuando Trump calificaba de "perdedor" a Beau Biden, el hijo del demócrata que falleció en 2015.
Trump evita condenar a los supremacistas
La violencia racial y las movilizaciones contra la brutalidad policial contra afroamericanos amenazan desde hace semanas con marcar la campaña electoral, de modo que la rabia en las calles tras las muertes de George Floyd o Breonna Taylor a manos de agentes blancos ha sido uno de los bloques más polémicos del debate.
Trump ha evitado condenar a los supremacistas a preguntas del moderador y en su lugar ha alentado a un grupo de ultraderecha contra el movimiento Black Lives Matter a "dar un paso atrás y estar preparados", mientras advertía que el único racismo que percibía "viene de la izquierda" y por ello, la única solución es la ley y el orden.
Biden ha aprovechado la respuesta del mandatario para llamarlo racista: "Este es un presidente que ha utilizado todo para incitar al odio racial y a la división", ha señalado.
Y al final, los improperios han dado paso a un brusco debate sobre la integridad electoral, un segmento que ha servido para recalcar la única cuestión que despierta el consenso entre los rivales: solo los estadounidenses podrán escoger el rumbo que toma un país cada vez más polarizado.