No, los aviones no emiten estelas tóxicas (y por qué es importante leer el último párrafo)
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La fotografía de una estela blanca circular en un cielo azul es la última consulta que hemos recibido en el servicio de VerificaRTVE sobre chemtrails o estelas químicas. Pero estos rastros blancos no son pruebas de fumigaciones aéreas tóxicas, como sostiene una teoría conspirativa que carece de base científica.
Los chemtrails son presuntas estelas compuestas por agentes biológicos o químicos desprendidas por los aviones. Quienes sostienen su existencia las atribuyen a una conspiración de los poderes públicos para provocar cambios en el clima o fumigar a la población y, de esa forma, intoxicarla y controlarla. No obstante, la estela que se aprecia en la imagen recibida en nuestro Whatsapp está formada por agua que expulsan los motores de las aeronaves y que se condensa cuando existen ciertas condiciones de temperatura y humedad, como explica la Agencia Estatal de Meteorología.
Los aviones desprenden el agua a altas temperaturas por lo que, al contacto con el aire de la atmósfera, se enfría rápidamente. Esos chemtrails o estelas se suelen formar a partir de los 10 kilómetros de altura porque allí la temperatura es de -50 grados centígrados, como detallaba América Valenzuela en El porqué de la ciencia de RTVE.es.
La divulgadora explica que ese brusco contraste provoca la “condensación inmediata del agua presente en la mezcla expulsada por el avión e incluso su sublimación en cristales de hielo”. De ahí el característico color blanco que queda tras el paso de los aparatos. Su duración en el aire puede ir desde unos minutos hasta unas horas y dependerá de factores como la altitud, la humedad y la temperatura.
Los chemtrails y la importancia de leer el último párrafo
La teoría de los chemtrails tiene su origen a finales de los años 90. Ha sido desmentida en varias ocasiones por carecer de base científica ya que, entre otras razones, ningún avión sería capaz de transportar las cantidades de material supuestamente necesarias para crear estelas químicas.
Sin embargo, se sigue defendiendo su existencia sobre todo en lugares de la red asociados al esoterismo, las teorías de la conspiración y la pseudociencia. Estos grupos están empleando la pandemia del coronavirus como un nuevo argumento para respaldar sus afirmaciones sobre los chemtrails.
También en las redes sociales se especula en ocasiones sobre estas acciones, como ha sucedido recientemente con un avión que sobrevoló Madrid en repetidas ocasiones durante un mismo viaje.
Poco después de ese vuelo, el ingeniero aeronático Andrés Monzón aclaraba que se trataba de una operación de calibración o de fotogrametría. Esta última técnica tiene como fin la toma de imágenes “para la realización de cartografía y la información geográfica en general”, como explica el Plan Nacional de Ortofotografía Aérea. Esto explicaría las formas que describen las estelas blancas tanto en la imagen recibida en nuestro servicio de Whatsapp como en el citado vuelo sobre Madrid.
En el artículo del medio ruso RT sobre ese último caso resulta relevante el último párrafo de la información. Tras preguntarse en el titular si “nos están fumigando”, ofrece en él una explicación “mucho más prosaica”: asegura que “el avión SFS70, un Beech B200 Super King Air, se estaba dedicando a tareas de fotografía aérea utilizadas para realizar cartografía o inspección de estructuras”.
La importancia de leer al completo los artículos sobre fenómenos de dudosa fiabilidad se ha puesto de manifiesto durante la crisis sanitaria, en la que están arreciando los bulos y la desinformación. Los últimos párrafos resultan claves en supuestas informaciones que terminan asegurando prácticamente lo contrario a lo que recoge su titular (son titulares de “clickbait” o ciberanzuelo, planteados con sensacionalismo para atrapar al lector). Así lo demuestra este bulo desmentido por VerificaRTVE sobre una predicción del fin del mundo.
En otros bulos, se ha demostrado que esa parte del texto es la única de la que se puede demostrar su veracidad, como sucedió con este mensaje atribuido a Robert F. Kennedy en su totalidad cuando no había evidencias de ello.
La imagen y la información analizada no demuestran que los aviones expulsen estelas químicas para fumigar e intoxicar a la población. En realidad son rastros de agua condensada que dejan las aeronaves por el contraste de temperaturas y que describen distintas formas en el aire en función de varios factores como la humedad, altitud y la trayectoria del aparato.