Su nombre fue Connery, Sean Connery
- No necesitaba más que estar en el plano para que la cámara y los espectadores nos rindamos a su presencia
- El actor escocés ha fallecido a los 90 años
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Me entero al final de la mañana de un cálido y luminoso sábado 31 de octubre de este extraño año 2020 de la muerte de Sean Connery, y de repente, bañado por los rayos del sol inusualmente cálidos para esta época del año, me vienen a la memoria momentos recurrentes en mi vida cinéfila asociados a este pedazo de actor, a quién durante un tiempo considere el mejor actor del mundo. Estas cosas me pasaban antes, también con directores o con películas, hasta que llegó un momento en que me negué a establecer jerarquías, o elecciones forzadas, y decidí quedarme con todo aquello que amo.
Tengo entre las películas que forman parte de mi educación sentimental cinéfila unas cuentas en las que aparece el rostro de este actor escocés, british 100% para mí y, para muchos otros, el mejor Bond que el cine ha dado. Lleno de ironía y testosterona, pero también de mirada socarrona.
Lo que pasó es que en un momento dado, me doy cuenta de que ese mismo actor que hacía de James Bond, era el protagonista de Marnie la ladrona, o aquel el minero de Odio en las entrañas. O aquel fulano de traje imposible y coleta de Zardoz. Aquel tipo era mucho más que James Bond.
Y vaya si lo era, porque de repentez entre 1975 y 1976, nos regaló tres inolvidables interpretaciones en tre spelículas inolvidables, la mejor muestra del mejor cine de aventuras: El viento y el león, El hombre que pudo reinar y la maravillosa Robin y Marian. Creo que lo que conocemos como cine de aventuras no ha vuelto a deslumbrar cómo lo hacía en esas tres películas.
Me resultó inolvidable su encarnación de esa reencarnación del sheriff Kane que nos dio en la maravillosa Atmósfera cero, y, a mí particularmente, fue lo que más me gustó de Los intocables de Eliot Ness. Para la historia queda la mala baba que se gastaba con su hijo Junior en su participación en la saga Indiana Jones, su maravilloso Guillermo de Baskerville, en El nombre de la rosa, y aquel almirante soviético de La caza del octubre rojo que imponía más que el mismo submarino.
Hay actores que no necesitan más que estar en el plano para que la cámara y los espectadores nos rindamos a su presencia.
Nunca vi a Sean Connery en una película sin que me pareciese que no se podía hacer mejor. Oír su voz original formaba parte de esa hipnosis. Decidió retirarse hace años. Nos dejo huérfanos, sabiendo probablemente que ya lo había dado todo, y que no merecía la pena que le viésemos envejecer en la pantalla.
Hoy 31 de octubre, ahora en una luminosa y tibia tarde. Con un virus acechante que no consigo ver, pero que siento a mi alrededor, vuelvo a pensar una vez más, que quizás, probablemente, o casi con toda seguridad, ese escocés de nombre Sean Connery, fue el mejor actor del mundo.