El voto femenino puede decantar la presidencia de Estados Unidos
- En EE.UU. las mujeres representan el 52% de la población, pero su presencia en primera línea política apenas llega a un 25
- El próximo día 3 de noviembre, 235 mujeres optan a la Cámara de Representantes y 22 se presenta al Senado
- Especial: Elecciones de EE.UU. 2020
Pese a que se están batiendo récords históricos, las cifras en los puestos de poder todavía sitúan a las mujeres muy por debajo de los hombres. Y una mayor participación en las urnas no garantiza, de momento, más representación en la toma de decisiones. La disparidad entre unas y otros, forma parte del día a día en EE.UU. , cuando se acaban de cumplir 100 años de la aprobación del voto femenino.
Se trata de una realidad que ha evidenciado en numerosas ocasiones la demócrata Nancy Pelosi, primera mujer presidenta de la Cámara de Representantes, convencida de que el cambio se producirá debido a la conciencia pública.
En EE.UU., las mujeres representan más de la mitad de la población, un 52%, pero su presencia en primera línea política apenas llega a un 25. Con todo, algo parece estar cambiando. El próximo día 3, 235 mujeres optan a la Cámara de Representantes, una cifra que bate ampliamente el récord de 2016 -167 fueron entonces- y 22 se presenta al Senado, frente al máximo anterior de 18, registrado en 2012, según datos del Center for American Women.
La gran mayoría de ellas, en torno a un 75%, se presenta por el Partido Demócrata, de ahí que alcanzar la igualdad en política haya requerido una mayor movilización, también en las filas republicanas, más reacias a dar el paso.
La fuerza del #metoo
La ola feminista surgida a raíz del movimiento #metoo parece haber cambiado algunas cosas, pese a que no ha calado de forma homogénea en la sociedad. Según la politóloga Verónica Fumanal, se trata de "un movimiento urbano y muy circunscrito a clases medias y altas", que no ha llegado a medios rurales ni permeado en las clases populares, que integran gran parte del electorado de Donald Trump.
Algunas de las decisiones más polémicas del propio Trump y los comentarios y actitudes misóginos desde sus filas, han generado malestar entre las votantes.
En el debate entre los candidatos a la vicepresidencia, la demócrata Kamala Harris fue interrumpida por el republicano Mike Pence, hasta el punto de que ella tuvo recordarle en tono firme que estaba en uso de palabra, un reflejo de lo que sucede en los diferentes niveles de interacción entre hombres y mujeres. Por ejemplo, un estudio de la Universidad George Washington, indica que los varones interrumpen un 33% más cuando dialogan con una mujer.
A las mujeres se las mide, además, con criterios diferentes. Se espera que ellas manejen un tono de voz suave, que sean simpáticas y no adopten rasgos masculinos asociados a la autoridad y al liderazgo, algo que acaba jugando en su contra. Pero si por el contrario una mujer muestra en política rasgos asociados a lo masculino, también se percibe de forma negativa.
Un voto femenino que es clave
Trump sabe que el voto de las mujeres puede inclinar la balanza a su favor o en su contra. En 2016 votaron más por Hillary Clinton que por él, aunque no tan masivamente como se esperaba: un 54 frente a un 41%. Las que más respaldaron a Clinton fueron las menores de 50 años, las que menos, las mayores de 65 y blancas sin formación universitaria,
La politóloga Verónica Fumanal incide en que la ex Secretaria de Estado estaba muy condicionada por la percepción del votante de medio americano de ella como alguien perteneciente al establishment, que siempre ha vivido en Washington DC, que ha sido educada en colegios a los que nunca tendrán acceso las clases populares y que no conoce el país. Las afroamericanas se inclinaron masivamente por la ex Secretaria de Estado, en un 98%. Las latinas lo hicieron también de forma mayoritaria.
En un año electoral, todo gesto hacia las mujeres es relevante. Y es que, el voto femenino, sobre todo si se decanta en bloque, puede ser decisivo el día 3 y Trump es consciente de ello. El pasado mes de agosto indultó a título póstumo a una de las pioneras sufragistas, Susan B. Anthony. Había muerto 14 años antes de que se aprobase el voto femenino. Su delito, votar en Nueva York en 1872, cuando aún no era legal.