Trump cierra su mandato con un país fracturado, menos peso en el mundo y la economía en el alero por la COVID-19
- Los nombramientos judiciales y la expansión económica hasta que irrumpió la pandemia han sido sus mayores éxitos
- Por el contrario, apenas ha avanzado en el control migratorio ni ha derribado el Obamacare | Especial elecciones en EE.UU.
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En Washington, la capital federal de Estados Unidos, llama la atención estos días que muchas tiendas y cafeterías están cubriendo sus escaparates con tableros de madera, como si se aproximara un huracán. Lo que inquieta a los comerciantes, sin embargo, es un estallido de violencia por el escrutinio de las elecciones presidenciales, un temor insólito en una democracia tan consolidada, pero que resume en buena medida el balance de cuatro años de mandato de Donald Trump: un espectacular crecimiento económico bruscamente cercenado por la pandemia del coronavirus, una potencia más aislada del concierto internacional y, sobre todo, una polarización social que amenaza con fracturar al país.
A falta de conocer si dispondrá de un segundo mandato para consolidar su legado, es innegable que Trump dejará huella en la forma de hacer política. No solo en Estados Unidos, donde ha exacerbado las divisiones, ha quebrado normas establecidas desde hacía décadas -como, sin ir más lejos, cuestionar la integridad de las elecciones- y ha llevado al extremo su perfil populista a golpe de tuits, sino también en el resto del mundo, donde se ha comportado como prometió, buscando más la riña y el enfrentamiento que la colaboración, incluso con los socios más cercanos, como la Unión Europea, Canadá y la OTAN.
“Al final, lo que ha sacado adelante es mucho menor de lo que había prometido“
Pero más allá de esos intangibles, su balance de legislatura ofrece pocos logros verdaderamente influyentes a largo plazo. "Puesto en una balanza, al final, lo que ha sacado adelante es mucho menor de lo que había prometido", asegura Carlota García Encina, investigadora principal de Estados Unidos y Relaciones Transatlánticas del Real Instituto Elcano, que señala lo errático de su actuación: "La imagen que ha dado ha sido de cierta disfuncionalidad".
"Los dos primeros años de su mandato han sido caóticos", coincide Julio Cañero, vicerrector de Relaciones Internacionales y vocal del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá, quien recuerda las críticas de sus antiguos asesores tras salir de la Casa Blanca y subraya que Estados Unidos está ahora "más débil" en el escenario internacional y más dividido internamente, lo que no impide que Trump mantenga una amplia base electoral.
Una economía lanzada hasta la pandemia
En buena parte, porque su gran promesa fue impulsar la economía y al menos las grandes cifras le han acompañado hasta la irrupción del coronavirus: Estados Unidos alargó durante sus primeros años de mandato un ciclo de crecimiento ya de por sí extenso, marcando récords como la reducción del paro a su tasa más baja en medio siglo, un 3,5 %, lo que equivale al pleno empleo.
En este sentido, una de sus principales promesas cumplidas, y una de las primeras, es la reforma fiscal que se tradujo en una notable bajada de impuestos, especialmente para las empresas, pero también para los trabajadores. También ha avanzado en la desregulación de numerosos sectores, especialmente en el mercado laboral y en la protección del medio ambiente, tal como prometió: apenas unos días después de llegar a la Casa Blanca aprobó una orden ejecutiva por la que cualquier departamento que propusiera una regulación, debía especificar otras dos que pensaba eliminar.
En este ámbito, Trump ha cumplido con sus promesas de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático, abandonar antes de su ratificación el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá, aunque haya sido una revisión relativamente superficial. Y ha entablado batalla con China, con resultados, en el mejor de los casos, desiguales.
Porque los hitos económicos, en cualquier caso, tienen sombras: la deuda y el déficit comercial -que prometió embridar- han seguido creciendo, la desigualdad, que ya era alta, se ha incrementado y, más allá de algunos anuncios puntuales, no se producido el prometido retorno de industrias deslocalizadas que esperaban los trabajadores sin estudios superiores, uno de sus caladeros de votos. Y la llegada de la pandemia, que hundió la economía estadounidense a niveles nunca vistos desde la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que la recuperación es vigorosa.
El principal legado, los nombramientos judiciales
Y aunque la coyuntura económica vaya a pesar en el ánimo de los votantes de forma decisiva, los expertos señalan que el mayor triunfo de Trump, en términos de legado, se encuentra en la justicia: el nombramiento de tres jueces para el Tribunal Supremo, que impone una mayoría conservadora de seis jueces en la principal instancia judicial del país, y de más de dos centenares de jueces federales.
"Eso es de verdad un legado, que va a durar en el medio y largo plazo", recalca Carlota García Encina, que recuerda la capacidad del Tribunal Supremo para moldear las leyes que afectan a todos los estadounidenses: "Tres magistrados en el Supremo, eso es lo que puede ir cambiando realmente el país". Idéntica opinión manifiesta Julio Cañero: "Eso sí que va a condicionar el futuro de Estados Unidos; si el Tribunal Supremo es conservador, va a apoyar principios conservadores".
Pese a su relevancia, este es un éxito más del Partido Republicano que del propio Donald Trump, que ha aprovechado la oportunidad de cubrir las vacantes judiciales, aunque no eran su principal prioridad. Y, mientras tanto, tiene aún a medio hacer algunos asuntos que estaban mucho más arriba en su lista.
Entre estos asuntos se incluyen la renegociación de un pacto nuclear con Irán -Estados Unidos se ha limitado a abandonar unilateralmente el que ya existía, que sigue vigente aunque muy dañado-, la prohibición de entrada en el país para los musulmanes, que tras muchas batallas legales solo se ha sustanciado en los ciudadanos de Irán, Siria, Libia, Somalia Yemen (además de Corea del Norte y Venezuela) o la eliminación de los acuerdos impulsados por Barack Obama con Cuba para descongelar la relación bilateral.
La inmigración y el Obamacare, sus grandes fracasos
Más allá, su presidencia constata dos grandes fracasos. En primer lugar, Trump no ha conseguido el control migratorio que prometió, porque no ha sido capaz de obtener fondos para levantar el célebre muro con México ni ha deportado masivamente a los migrantes irregulares, unos 11,3 millones de personas.
Y en segundo lugar, no ha sido capaz de derribar el plan de seguros médicos de Obama, el Obamacare, un pinchazo especialmente doloroso por cuanto una de sus obsesiones ha sido desmontar el legado de su antecesor y porque la derrota provino de sus propias filas, con la épica rebelión del senador John McCain.
Más dudoso es calificar de fracaso la gestión de la pandemia del coronavirus, un acontecimiento imprevisible y sobre el que el presidente tiene una influencia limitada, dado que las competencias sanitarias recaen en los estados. Es cierto que minimizó los efectos de la COVID-19 y que ha presionado para eliminar los confinamientos y restricciones que entorpecen la actividad económica, su gran prioridad, pero quizás lo único que se le pueda achacar, en puridad, es que lo ha convertido en otro asunto divisivo para la sociedad.
En cuanto a la política exterior, un ámbito que no era su prioridad pese a que la influencia del cargo en el mundo es inmensa -más allá de promesas cumplidas solo en parte, como la vuelta a casa de las tropas en Oriente Medio o derrotar al Estado Islámico-, el consenso es que Trump ha minado el multilateralismo y ha debilitado el poder de Estados Unidos, aunque su visión siempre ha tendido al nacionalismo y el aislacionismo, por lo que seguramente estará satisfecho.
Estados Unidos, más débil en el mundo
"Se ha retirado en la práctica de muchísimos organismos -por ejemplo, ha dejado de financiar a la Organización Mundial de la Salud y ha abandonado la Organización Mundial del Comercio- y ha creado un caos con los socios de la OTAN", explica Cañero, que concluye que "ha habido una debilidad en posicionamientos internacionales por parte de la presidencia de Trump".
Garcia Encina indica que es el resultado de una política "sin coherencia ni estrategia", supeditada a su visión personal, lo que ha acabado por generar una desconfianza que será muy difícil revertir: "Da igual que gane [el candidato demócrata, Joe] Biden, porque los aliados se van a sentar con Estados Unidos y no sabrán si se pueden fiar o dentro de cuatro años volverá a pasar lo mismo".
La pérdida de relevancia internacional, en ese sentido, también se nutre de la polarización interna, que Trump tanto ha avivado durante estos cuatro años, inmerso en una perpetua campaña electoral. Y que no parece que vaya a remitir si voltea, otra vez, los pronósticos y obtiene un segundo mandato al frente de la Casa Blanca.
“Si gana, vamos a ver a un Trump más libre y más esperpéntico. Vamos a ver al verdadero Trump“
"Si gana, vamos a ver a un Trump más libre y más esperpéntico, no más presidencial, porque ya no se va a tener que enfrentar a una reelección", advierte Julio Cañero, que apostilla: "Vamos a ver al verdadero Trump".