Trump, fraude y extremismo: analizamos las claves de la desinformación en las elecciones de EE.UU.
- Especial elecciones EE.UU. 2020
- La era Trump: 45º presidente de Estados Unidos
- Analizamos cada jornada los bulos que circulan en redes sociales
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- Coronavirus: última hora en directo
Tras el impacto que provocó la desinformación en las elecciones de 2016, en estos comicios Estados Unidos ha estado más en guardia frente a bulos y campañas digitales encubiertas. Hasta que no termine el proceso no dejará de temerse que contenidos conspirativos o distorsionados provoquen cambios en la intención de voto, un viraje brusco de la opinión pública a última hora o incluso violencia real en las calles. Este es un recorrido por los episodios, protagonistas, términos y casos que han caracterizado la desinformación electoral.
- Fraude electoral. Esta posibilidad se ha convertido en el gran tema de la campaña, porque la carrera electoral es ajustada y EEUU ya conoció un gran caso de desempate polémico y por la mínima, las llamadas “papeletas mariposa” del año 2000 en Florida, que le dieron la victoria a George W. Bush. El propio presidente de EE.UU., Donald Trump, agitó en un debate electoral la idea de un “fraude como nunca se ha visto”, que ha repetido en redes sociales como Facebook, incluso incitando a cometer irregularidades como votar dos veces.
Como suele ocurrir en procesos electorales, y pasó en España el 10-N, el día de la votación pueden arreciar los bulos que desinformen sobre el lugar o proceso de voto, sobre papeletas erróneas, urnas mal custodiadas, largas colas, obstáculos físicos u otros impedimentos para ejercer el derecho al voto. Atentos a imágenes o vídeos fuera de contexto, que vienen de otros escenarios conflictivos o del pasado y cuya antigüedad puedes verificar en images.google.com (¿es esta imagen antigua?) o InVid (¿es este vídeo antiguo?). Tampoco te fíes de noticias escandalosas sobre esta cuestión procedentes de pseudomedios que desconoces.
- Mail-in voting. Si lees sobre las elecciones en inglés, es posible que te hayas topado con esta expresión. Significa votación por correo y merece su propia entrada dentro de los bulos sobre fraude electoral. Es un modo de votar que se suele asociar más al voto demócrata y debido a la COVID-19 este año lo ha utilizado un número récord de ciudadanos. Trump publicó un tuit donde lo desacreditaba sin pruebas para disuadir de su uso.
En un documento de trabajo, el Berkman Klein Center for Internet & Society afirma que los bulos sobre el voto por correo han constituido una campaña dirigida por la élite con dos focos destacados: el presidente y la cadena de televisión Fox News. Las redes sociales, a las que se culpa a menudo de la infoxicación, han tenido un papel solo secundario en su expansión.
En EE.UU. el recuento total de votos no termina la noche electoral, y menos este año teniendo en cuenta el incrementado voto por correo. Tras la votación pueden continuar los bulos sobre el procedimiento y sobre la idea de “pucherazo”: corrupción en el registro o conteo de las papeletas, etc. Incluso puedes encontrarte con noticias reales ante las que conviene extremar la prudencia, tales como declaraciones precipitadas de victoria, impugnaciones específicas o del dictamen oficial.
- Racismo. En Carolina del Norte, los votos por correo de ciudadanos de color han sido rechazados cuatro veces más que los de votantes blancos. El racismo es una herida reabierta en EE.UU. estos meses porque las elecciones han recorrido parte de su trayecto de la mano de las protestas de población negra contra la brutalidad policial.
El movimiento #blacklivesmatter ha ganado fuerza en paralelo a los intentos de que se identifique a sus miembros con fundamentalistas, terroristas o “antifas”. Esta abreviatura referida al movimiento antifascista ha adquirido connotaciones extraordinariamente negativas en EE.UU., pese a que se trata de un movimiento que pese a contar con miembros violentos es heterogéneo y a que equiparar a los #blacklivesmatter con su visión es simplificar. Cuidado con los bulos que desdibujan las intenciones de “los otros”. Este mensaje procede de una cuenta falsa que se hacía pasar por antifa pero pertenecía a supremacistas blancos. Y en junio se aseguró que el gobierno estaba dejando ladrillos en las calles para invitar a los negros a cometer violencia y justificar un toque de queda, pero era mentira. Aquí te explicamos cómo en aquella ocasión una comprobación en Google Maps fue suficiente para desmentirlo.
- Rusia. El FBI ha seguido alertando de sus intentos de injerencia, especialmente mediante el acceso a datos de votantes, práctica que también ha llevado a cabo Irán, según la agencia de inteligencia estadounidense. Sin embargo, algunos matices de la información oficial en esta materia se han visto puestos en tela de juicio por la alta politización de la cuestión que se arrastra desde 2016.
Ciudadanos de estados como Florida o Alaska recibieron correos electrónicos intimidatorios. Aparentemente procedían del grupo ultraderechista Proud Boys, pero era una operación de bandera falsa y en realidad su origen era iraní, afirma el FBI. En cuanto a Rusia, se han desmantelado menos redes de influencia, pero más sofisticadas que en 2016. Se crearon dos medios de comunicación de aspecto independiente que contrataban a periodistas locales de EE.UU. para que publicasen información intencionada sobre el proceso electoral. En un caso la información se orientaba a los votantes progresistas y en otro a los conservadores, una estrategia divisiva que ya practicó la Internet Research Agency (fábrica de trols de San Petersburgo) en las elecciones de 2016.
Ambas operaciones han tenido un alcance limitado según Facebook. A día de hoy, algunos expertos opinan que la idea de injerencia foránea en las elecciones se ha sobreestimado, pese a que Rusia seguirá estando presente en bulos lanzados desde todas direcciones hasta el final de la elección.
- Extrema derecha. El rol protagonista que se esperaba de Rusia lo han terminado teniendo los grupos nacionales de extrema derecha. En este texto de Europa Press se explica cuáles son sus principales cabecillas y marcas en EEUU, algunas convertidas en fenómeno social e incluso en milicias que se caracterizan por su aparición con armas en lugares públicos. Entre las más conocidas, los Boogaloo o los Proud Boys.
En uno de sus debates Trump suscitó críticas por recomendar a estos últimos que “retrocedieran y esperaran”. Aunque las grandes plataformas tecnológicas han ido prohibiendo sus cuentas y contenidos, su tarea desinformadora ha continuado en sitios web nicho o en redes de mensajería privada.
Qanon es el grupo que más ha destacado. Esta teoría de la conspiración convertida en movimiento real en las calles estadounidenses y europeas defiende que hay una élite corrupta gobernante (deep state o estado profundo) implicada en casos de pedofilia y hasta canibalismo.
Sus bulos impactan por su carácter críptico y alucinante, despegado de la realidad. Consideran a Trump su líder, y hay muchas incógnitas sobre cuál será su reacción si pierde. Te hemos explicado los signos distintivos de Qanon en este artículo para que puedas reconocer los contenidos que proceden de ellos.
- Violencia y discurso de odio. En las elecciones de 2016 la desinformación contribuyó a aumentar la desconfianza de los ciudadanos en instituciones, medios y otros ciudadanos (republicanos versus demócratas, blancos contra negros o hispanos, hombres contra mujeres). Esa polarización política se ha acentuado en 2020: cuatro de cada diez votantes no tienen ni un solo amigo de la opción de voto contraria. Estos cuatro años la tensión ha estado presente en la política y se ha trasladado a las calles.
Trump y miembros de su equipo han respondido con ambigüedad a preguntas sobre si habrá una transferencia pacífica de poder. Las tiendas se preparan frente a posibles actos de vandalismo el día de la votación y los siguientes. Cuidado con los bulos que hagan referencia a conspiraciones tras los posibles disturbios, o las falsedades que adviertan de golpes de estado o incluso una guerra civil. Ojo también a noticias sobre episodios de violencia que pueden ser ciertos pero estar sobredimensionadas desde algunos colectivos contrarios a ciertas minorías, cuyo voto puede ser decisorio. Con la extensión Crowdtangle de Facebook puedes comprobar qué cuentas principales están compartiendo un contenido en redes y si manifiestan alguna identificación común (un partido específico o un grupo conspiracionista, por ejemplo).
- Deepfakes y cheap fakes. Los deepfakes o ultrafalsos son vídeos manipulados con técnicas avanzadas de inteligencia artificial que pueden hacernos creer que alguien ha hecho o dicho algo que nunca dijo o hizo. También se esperaba que provocaran grandes sobresaltos, pero en su lugar han destacado los cheap fakes, vídeos que con una edición básica ya sirven para expandir una mentira. En uno de los más virales, retuiteado por Trump, parecía que Biden bailaba al ritmo de una canción incendiaria contra la policía. Los vídeos sobre la presunta mala condición física o incluso incapacidad mental del candidato han arreciado durante la campaña, al igual que lo hicieron contra Hillary Clinton.
En realidad se trataba de una entrevista realizada al cantante y actor Harry Belafonte, que fue quien decidió “meditar”, según su portavoz, durante un fallo técnico en una conexión en 2011. Un usuario confesó haber cortado y pegado a un Biden con los ojos cerrados en los fotogramas correspondientes a Belafonte, añadiendo ronquidos que no estaban en el original. El vídeo se hizo viral gracias a su publicación por parte de influyentes como el responsable de personal de comunicación en la Casa Blanca, Dan Scavino. Twitter etiquetó su tuit como “manipulado”. No te fíes de este tipo de contenidos humorísticos a medida que se aproximen las elecciones: aunque parezcan sólo divertidos, pueden formar parte de campañas organizadas que te utilizan como “idiota útil” para denigrar la imagen de alguien. Ídem para los aparentemente inocuos memes.
- Local. Es otra de las características de la desinformación en estas elecciones. The New York Times descubrió en octubre una red de 1.300 sitios. Parecían rellenar el hueco dejado por pequeñas cabeceras cerradas por la crisis permanente de los medios, pero en realidad difundían información sesgada. Estaban dirigidos por grupos republicanos o firmas de relaciones públicas.
Funcionarios electorales en entornos locales han hablado del “tsunami de desinformación” que están afrontando, y han advertido de la recepción de emails maliciosos con enlaces de phishing. Conviene ser escéptico ante noticias chocantes localizadas en ciudades remotas estadounidenses y contadas sólo por medios dudosos o de reciente creación. En Archive.org puedes introducir el dominio de esos sitios para conocer su huella en el pasado. Todos los directorios son imperfectos, pero aquí tienes un buscador en francés y un listado en inglés que pueden ayudarte a identificar fuentes sospechosas.
- Censura. Las grandes plataformas tecnológicas endurecieron sus normas de publicación para reducir la desinformación durante las elecciones. Facebook ha llegado incluso a suspender su algoritmo de recomendación de grupos políticos, señalado como generador de cámaras de eco. Tanto Twitter como Facebook han etiquetado negativamente contenidos de Trump, lo que ha generado críticas de censura.
En Facebook han podido verse anuncios políticos que desinforman, algo que en principio está prohibido en estos últimos días del proceso. Si se dan operaciones rápidas de desinformación en el tramo final de la campaña, es probable que las plataformas actúen con inmediatez impidiendo el acceso a esos contenidos, lo que generaría nuevas críticas de “censura”. En este caso pueden circular capturas de pantalla que supuestamente reflejen la imposibilidad de acceder a algún servicio. Las capturas de pantalla falsas son muy sencillas de diseñar. Busca siempre el contenido original para comprobarlas (tuit, publicación de Facebook, etc.).
- Hack-and-leaks y perception hacks. Los hack-and-leaks (piratea y filtra) también han tenido su minuto de oro en las elecciones. Son operaciones en las que se roba y difunde sorpresivamente un contenido escandaloso para que inunde medios y redes sin tiempo a evaluarlo.
En 2016 se dio el hack-and-leak por definición: la filtración de los emails del equipo de Hillary Clinton, que perjudicó la imagen de su candidatura, uno de los asuntos en los que se implica a Wikileaks y Rusia. Entonces se acusó a los medios de reproducir esos mensajes acríticamente. En 2020 lo que se han filtrado son los contenidos de un ordenador procedente de Hunter Biden, hijo del candidato demócrata, apuntando a operaciones indebidas en Ucrania. Facebook y Twitter obstaculizaron inmediatamente el acceso a este contenido en The New York Post, el medio que lo publicó, lo que generó críticas. Las plataformas han advertido que están también preparadas para los llamados “perception hacks”, pequeños ciberataques a entidades de EE.UU. que puedan ser interpretados torticeramente como un amaño del proceso electoral en su conjunto.
En el caso de encontrarte con un episodio de este tipo en los últimos días de la votación, reflexiona sobre la conveniencia de difundir lo que leas sin que se haya comprobado su veracidad, sobre todo si son informaciones que pueden dañar la reputación de una persona (entre los contenidos filtrados, Biden aparece presuntamente en escena sexuales y de drogadicción). Piensa también si el contenido que se te ofrece (sobre todo si es gráfico) puede estar o no manipulado.
- Trump. Aparece con frecuencia lo largo de este texto porque ha utilizado su enorme relevancia pública para desinformar. Los verificadores también han tenido que desmentir al candidato demócrata en varias ocasiones, por exagerar batallas personales o distorsionar los errores de Trump.
Trump ha simpatizado con ideas de los negacionistas, minimizado la importancia del virus, recomendando tratamientos sanitarios desaconsejados por los expertos o mostrando comportamientos criticados por los médicos después de contagiarse él mismo.
Para estar seguro sobre los resultados electorales o su interpretación, es recomendable esperar a los anuncios oficiales que realice la Comisión de Elecciones Federal (FEC) o sus entidades homólogas en cada estado de EE.UU..
- Más información. Estos son los sitios de interés que te recomendamos para seguir el proceso electoral.
- Especial elecciones EEUU en RTVE.es
- Servicios de fact-checking político. Los dos más conocidos en EE.UU. son Politifact.com y Factcheck.org, pero la International Fact-Checking Network (IFCN) ha puesto en marcha el servicio FactChat para recibir por Whatsapp información en español sobre los bulos. Y siempre se puede consultar la cuenta de Daniel Dale, probablemente el periodista que verifica con mayor rapidez declaraciones del presidente de EE.UU. . Lleva haciéndolo de manera destacada desde 2016.
- Servicios de expertos en desinformación. En Access Now y el Election Integrity Partnership tienes un recordatorio de los básicos para no dejarte engañar en este proceso. Y el servicio de monitorización electoral de First Draft puede ayudarte a seguirlo en directo.