Cuatro años de tensión política se trasladan a las urnas: Trump y Biden se disputan la Presidencia de EE.UU.
- El país afronta unas elecciones presidenciales y legislativas marcadas por la COVID-19 y la tensión política
- El récord de voto anticipado augura una noche electoral incierta | Especial: elecciones EE.UU.
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Más de 239 millones de personas están llamadas a las urnas este martes para elegir al próximo presidente de Estados Unidos entre Donald Trump y Donald TrumpJoe Biden, un duelo decisivo que pondrá fin a la campaña electoral más incierta y atípica de los últimos años.
Estados Unidos celebra elecciones presidenciales y legislativas en plena pandemia del coronavirus, con más de nueve millones de infectados y más de 231.000 muertes en todo el país. Unos datos que han impulsado el voto anticipado y el voto por correo: casi cien millones de votantes ya habían depostiado su voto de forma anticipada, según el recuento de la Universidad de Florida, lo que representa casi el 73 % de todos los que votaron en 2016 y apunta a un incremento de la participación.
Los primeros centros de votación de esta jornada electoral han abierto en Vermont a las 5:00 horas de la mañana (11:00 hora peninsular española), y una hora después en Connecticut, Indiana, Kentucky, Maine, New Hampshire, Nueva Jersey, Nueva York y Virginia, si bien algunas pequeñas localidades de la costa este adelantan la votación a la medianoche para ganar notoriedad con un escrutinio temprano. La más célebre es Dixville Notch, en New Hampshire, donde los cinco votos depositados han recaído en Joe Biden.
Como revela esta pequeña muestra, Trump se juega la reelección con los sondeos en contra, mientras Biden aspira a lograr la Casa Blanca en su tercer intento. Y en un país cada vez más polarizado, la batalla política se presenta reñida e incierta.
Una campaña marcada por la COVID-19
La COVID-19 irrumpía en Estados Unidos en febrero y, desde entonces, su propagación ha sido imparable. Tanto es así, que el propio presidente llegó a contraer la enfermedad apenas un mes antes de las elecciones, una infección que aprovechó para sembrar dudas sobre la virulencia del virus.
Los aforos y la campaña virtual han desplazado a los tradicionales baños de masas de candidatos, aunque de forma desigual: Trump ha seguido organizado mítines multitudinarios desafiando las medidas de seguridad, mientras Biden ha optado por la prudencia para denunciar la "irresponsabilidad" del presidente.
La crisis sanitaria que atraviesa el país no solo ha puesto de manifiesto el abismo que separa al republicano y al demócrata, sino que ha eclipsado otros temas clave en campaña, como la tensión racial, la crisis económica o el hartazgo de buena parte del país tras cuatro años de Gobierno de Trump.
Biden lidera los sondeos, también en los estados decisivos
El sistema electoral estadounidense es indirecto: los votantes escogen a sus representantes en el Colegio Electoral, la institución que en última instancia designa al nuevo presidente y concede todos los votos al candidato con más apoyo, que necesita al menos 270 votos electorales para ganar.
Tal y como ocurrió en 2016, Trump afronta unos comicios con los sondeos en contra. Biden lidera desde hace más de un año todas las encuestas de intención de voto a nivel nacional, aunque en los últimos días ha ido perdiendo ventaja y no se puede descartar el fracaso de las proyecciones una vez más.
Con todo, la batalla electoral se dirime en una decena de estados bisagra (swing states) que pueden decantar la balanza en una u otra dirección. A Ohio, Florida, Pensilvania y Carolina del Norte se suman este año territorios del cinturón industrial del Medio Oeste como Wisconsin y Michigan, o estados del oeste, como Arizona y Nevada. En todos ganaría Biden, según el promedio de encuestas de Real Clear Politics, aunque la contienda estaría más ajustada en Florida y Ohio, donde apenas les separa un punto.
La incógnita del resultado
En un mundo distanciado por la pandemia, el miedo al contagio y las largas colas han impulsado el voto anticipado, que apenas 24 horas antes de la jornada electoral ya suponía más del 70 % de todas las papeletas contabilizadas en 2016.
Y en un país donde cada estado dicta su propia normativa electoral, la tensión electoral está más que garantizada. Estados que pueden decantar la balanza, como Pensilvania o Wisconsin, ya han advertido que tardarán días en contabilizar todos los votos remitidos por correo o en buzones electorales, de modo que puede que la noche electoral no concluya con un claro ganador.
En el peor de los casos, esta incertidumbre puede desatar toda una batalla judicial, del Congreso a, en última instancia, la Corte Suprema. El presidente, que lleva meses alegando fraude en el voto por correo sin evidencia alguna, ya ha advertido: si no hay un resultado concreto en la madrugada del 4 de noviembre, no dudará en emprender acciones legales.