Yolanda Álvarez: "Existe esclavitud en el siglo XXI y no queremos verlo"
- La reportera internacional de RTVE publica "Náufragos sin tierra", su primer libro
- Cronología de las 237 páginas escritas por Yolanda Álvarez | Especial "A bordo del Open Arms"
Es el primer libro de Yolanda Álvarez, reportera internacional en RTVE. En “Náufragos sin tierra” narra la Misión 65 del Open Arms, el barco de la ONG española dedicada al rescate de migrantes en el Mediterráneo. Durante el verano de 2019, la periodista y el reportero gráfico Joaquín Relaño compartieron, junto a la tripulación del viejo carguero y los 163 náufragos rescatados, la agonía del Open Arms para desembarcar en un puerto seguro. Fueron 19 días de singladura y un mes de convivencia y trabajo para contárselo al mundo a través de TVE, RNE y RTVE.es. Hemos quedado con ella para hablar de su libro y de los náufragos en tierra firme, de las vidas rescatadas.
Pregunta.- Embarcaste en el Open Arms mientras esperabas el visado para entrar en Libia.
Respuesta.- Desde En Portada nosotros queríamos ir porque es verdad que aquí somos muy poco conscientes de lo que está sucediendo en esa parte del Mediterráneo, en la otra orilla. Entonces a medida que pasaba el tiempo veíamos que era más difícil que nos concediesen el visado. De hecho nunca nos llamaron. Libia en estos momentos es un agujero negro. Es muy difícil para la prensa entrar, especialmente para la televisión. En el caso de que te den un permiso va a ser todavía más difícil que puedas mostrar todo lo que nos gustaría. Y como además es un estado fallido, que está en guerra, moverse por allí es muy difícil. Te pones en riesgo.
P. Aunque la primera idea era hacer un reportaje en Libia, el reportaje casi acabó encontrándote en el barco. Le dedicas un capítulo en el libro, con dos testigos del horror, donde explicas la realidad de este estado fallido.
R.- Me di cuenta de que lo que me contaba cada persona rescatada, desde los que habían pasado casi un año hasta los que habían pasado tres años en Libia, encajaba como si fuera un puzle. Todos los testimonios hablaban de naves o una especie de hangares en los que metían a las personas traficadas. Los meten irregularmente en el país y ellos no saben ni a dónde los llevan. Todos te cuentan como los van llevando de un sitio a otro en condiciones pésimas y al final acaban en un centro de detención, porque la inmigración irregular en Libia está penada y se considera un delito.
Me doy cuenta de que con las historias que tengo en el barco se pueden entender las aristas de la realidad libia y cómo lo están pasando las personas que migran irregularmente por allí. Todas acaban en centros de detención, todas sufren torturas, las mujeres son violadas o abusadas sistemáticamente, hay esclavitud. ¡Los venden! Hay testimonios muy potentes y especialmente emotivos en que te dicen: “Es que existe esclavitud en el siglo XXI”. Y parece que no queramos verlo desde aquí. Entonces me doy cuenta de que además, tengo una ventaja. En Libia sería muy difícil acceder a toda la gente que está sufriendo esta situación. Me doy cuenta de que los que ya han salido se sienten libres porque, como saben que no van a volver, te cuentan abiertamente todo lo que han sufrido sin miedo a que los devuelvan al lugar del que habían salido, desde el que habían embarcado.
P.- Pero la Unión Europea tiene acuerdos con Libia.
R.- Se están cometiendo una serie de violaciones de derechos humanos. Yo no sé si desde la Unión Europea se está intentando hacer la vista gorda para justificar los acuerdos con Libia. Se están incumpliendo muchas normas del derecho internacional comunitario y del derecho marítimo.
P.- Las mujeres, los menores, los heridos y los enfermos físicos y psíquicos reciben un trato especial en el libro. ¿Cuál es la clave para no confundir sensibilidad y sensacionalismo?
R.- Hay algo fundamental que es el respeto. El respeto y la empatía. Las personas a las que te refieres son más vulnerables. Todas tienen en común una mayor vulnerabilidad. Una mujer puede ser igual de fuerte que un hombre, estar igual de capacitada, pero ellas, además, sufren violencia sexual, con lo cual están más expuestas y tienen más sufrimiento. ¿Por qué me fijo de esa forma? Porque hasta en los propios rescates se impone esa discriminación activa. Primero se rescata a los bebés y a los niños. Si hay algún enfermo se le rescata enseguida. Luego a las mujeres y por último a los que parecen más fuertes, que suelen ser los hombres jóvenes. Se trata de salvar vidas.
P.- En el libro dices que “un periodista siempre tiene que saber hasta dónde preguntar y cuándo es el momento de acabar la entrevista”. ¿Quizá dependa más del lector o del espectador que del periodista?
R.- No, no. Yo creo que depende mucho de nuestro enfoque periodístico. Si te lo planteas desde el respeto y la empatía con esa persona, pensando que podría ser tu vecino o tu familiar, también te das cuenta de dónde están los límites. Lo mismo que haríamos con los nuestros lo tenemos que hacer con todos. Cuando tú los tratas a su nivel, de humano a humano, yo creo que ellos son tremendamente generosos compartiendo sus historias con nosotros para que la historia no se repita. Saben que las atrocidades que están sufriendo no debería sufrirlas nadie más. De hecho, ellos dicen que nadie debería pasar por Libia porque ellos lo han pasado tan mal, han sufrido tanto, que si lo hubieran sabido no hubieran pasado por allí. Pero mucha gente no lo sabe, vienen de contextos muy difíciles y se ven atrapados en ese agujero negro.
P.- Los migrantes y refugiados con los que compartiste barco y experiencia continúan sus vidas en tierra y les dedicas el último capítulo, aunque tú misma dices que merecerían otro libro. ¿Habrá segunda parte o quizá algún otro libro contando la peripecia vital de alguno de ellos?
R- Sé algo más de alguno de ellos pero el libro había que cerrarlo en algún momento. Aún así hubo que actualizar alguna cosa antes de imprimir, como el juicio a Salvini, por ejemplo. Yo creo que son vidas que merecen ser contadas. Ojalá tenga la ocasión de poder hacer ese trabajo que es seguirlos y seleccionar algunas que son significativas para que veamos qué pasa después.
P.- ¿Por qué lo has titulado “Náufragos sin tierra”?
R.- El libro se llama Náufragos sin tierra porque ellos suelen salir de una tierra con muchos problemas y de la que huyen. Luego se ven atrapados en Libia donde sufren todo tipo de vejaciones y abusos. Cuando estaban en el Open Arms y necesitaban más que nadie un lugar seguro se veían atrapados en el mar, sin esa tierra. Y ahora, que están en tierra, tampoco está claro que sea su tierra porque no todos reciben una buena acogida. Y más con los discursos antimigratorios que hay en estos momentos, azotados y azuzados desde la ultraderecha.
P.- Las historias que contaste en directo y que recoges en el libro son historias de desesperación.
R.- Son historias tan brutales, tan llenas de sufrimiento, tan impactantes, que cuando llegas aquí lo que nosotros llamamos problemas, no lo son. Y necesitas un tiempo para adaptarte y volver a tu vida cómoda, tranquila y segura. Esa vida que tenemos en los países del norte y que es la que ellos van buscando. Sobre todo esa vida segura.
Yo estaba tan agradecida al hecho de que me hubieran contado sus historias, y ellos tan agradecidos a que Joaquín y yo las hubiéramos contado con la televisión que han querido seguir en contacto. ¿Y por qué no? A mí también me interesaba saber de sus vidas. No sólo como periodista, sino también como ser humano.
P.- ¿Cómo se consigue independencia de la ONG, del partido político, del Gobierno o de la institución de turno que te lleva hasta la noticia y sufraga parte de los gastos de producción?
R.- Es que sin esa independencia no puede haber un periodismo auténtico. Yo desde que llegué con Joaquín Relaño a bordo del Open Arms, lo dijimos. Vamos a estar aquí, vamos a ser testigos de todo lo que suceda. Evidentemente no vamos a estar invadiendo vuestra intimidad y vamos a ser respetuosos, pero nosotros vamos a contar como testigos independientes lo que aquí sucede. En todo momento hubo una relación de respeto mutuo e incluso de colaboración entre la tripulación del Open Arms, sus voluntarios y nosotros. Lo mismo que nosotros colaborábamos en tareas del barco, ellos también colaboraban en la medida de lo posible para facilitarnos cuando no nos llegaba la wifi y teníamos que enviar.
Tú puedes simpatizar con una causa, puedes pensar que salvar vidas es algo justo. Y, evidentemente, no es algo justo sino necesario, porque la gente se va a seguir echando al mar haya esos barcos o no los haya. No creo en la equidistancia. Cuando estás en un lugar tienes una empatía, vives el sufrimiento de esas personas y lo cuentas. Pero no se nos debe olvidar que la ONG está allí para salvar vidas y nosotros para visibilizar un problema.
P.- El problema del fenómeno migratorio que es una consecuencia de las políticas internacionales...
R.- Tú puedes simpatizar con un gobierno o con unas políticas, pero como periodista tienes que valorar la política que se está ejecutando y cómo la política está afectando a ese hecho que es la migración y la búsqueda de refugio. Porque que no se nos olvide que muchas de esas personas rescatadas tienen derecho al asilo y se les tendría que facilitar una forma segura de pedir refugio en Europa. Esos cauces se tienen que establecer. Si las políticas migratorias de los países europeos y de la propia Unión Europea están fallando, es deber del periodista señalar en qué falla y qué tendrían que mejorar para que los políticos lo hagan. Nosotros lo que hacemos es aportar claves para que la opinión pública diga “el problema está aquí y esto es lo que tenemos que cambiar”. Que la gente no pueda decir que es que no lo sabía.
Yo creo en un periodismo humano, honesto y justo. Si con esto conseguimos que la opinión pública sea más humana y se tomen políticas menos numéricas... políticas más humanizadas para que pensemos: cada persona que se mete en una de esas barquichuelas está desesperada y lo que está haciendo es jugárselo todo a una carta en la que sobrevive o muere porque quedarse en Libia es peor que morir. Quizá así abordemos el tema migratorio y el tema del refugio en Europa de otra forma.
P.- Siempre nos han dicho que el periodista no tiene que ser el protagonista de la información, pero al final nos fiamos de los periodistas que “conocemos”.
R.- Es que nosotros nunca somos ni debemos ser la noticia, pero claro, estamos ahí y lo estás cubriendo. Y si es para televisión, se te ve. La gente que me sigue o que valora mi periodismo es porque me ha visto trabajar y, en la medida en que valora mi trabajo, empieza a seguirte. Yo he tenido la oportunidad de hacer coberturas de hechos muy noticiosos como fue la revuelta de 2009 en Irán por las elecciones o la guerra en Gaza en 2014 o esta cobertura en el Open Arms y son coberturas que, además, tienen un componente humano. También te ponen en el punto de mira para lo bueno y para lo malo, porque estás mostrando una realidad incómoda e incomodas a distintos poderes por lo que tú también te conviertes en objetivo de difamación, de campañas en tu contra, de intentos de decir que estás haciendo un periodismo sesgado. Pero, por suerte, la gran mayoría sigue tu trabajo y lo valora por lo que haces y por cómo lo haces.
P.- El libro está dedicado “a todas las personas que huyen del infierno, sea cual sea” y a Alicia Gómez Montano “por la magia de hacerlo posible”. Avanzada la narración cuentas cómo te llamó para darte la noticia de que había una editorial interesada cuando estabas a bordo del Open Arms, cinco meses antes de su fallecimiento.
R.- Por eso se lo dedico a ella. Porque realmente si la editorial no la hubiese llamado a ella y ella no me hubiese llamado a mí quizás este libro no estaría ahí. Pero es que, además, uno de los impulsos fuertes para escribir este libro fue el fallecimiento de Alicia. Sentí que se lo debía a ella y se lo debía a todas esas personas que habían confiado en mí para contar sus historias.
Los mensajes que van en este libro pueden llegar a mucha gente y el feedback de los lectores es que están llegando de una forma muy profunda. Las personas que lo leen están sintiendo conmigo y con las personas que van a bordo lo que nosotros sentimos. Y las personas que no podían imaginar que eso estaba sucediendo se están dando cuenta. Tengo la sensación de que para esas personas que lo leen hay un antes y un después en cuanto al enfoque del tema migratorio.
Periodismo de rescate
Las 237 páginas de “Náufragos sin tierra" son la primera aventura literaria de nuestra compañera Yolanda Álvarez, publicada por Rocaeditorial. El libro es un ejercicio de honestidad sobre el periodismo independiente. Es también el diario de una mujer sobre “una de las experiencias más intensas” de su vida.
La reportera valenciana narra en un estilo directo y con una sinceridad descarnada su tarea profesional y su peripecia vital durante el mes que pasó informando sobre las tareas de rescate en el Mediterráneo Central a bordo del Open Arms.
Durante 19 días compartió el reducido espacio de este viejo carguero, de 37 metros de eslora, con 167 náufragos rescatados y una tripulación de 19 cooperantes y voluntarios de la ONG española que se convirtieron en el epicentro informativo del planeta debido al pulso legal, político y social que se libró para su desembarco.
La narración es auténtica. El lector se marea con Yolanda cuando entra en el barco, se sujeta con ella en la litera para superar el terrible temporal, recorre angustiado proa y popa pidiendo a todos que por favor apaguen sus dispositivos móviles para que el wifi le permita mandar otra pieza a tiempo para emitir en el Telediario, llora con sus lágrimas cuando se despide de la pequeña Islam, entiende mejor el asqueroso negocio de la compra-venta de personas en Libia escuchando con ella a Ali y a Mr. Godwin, hace guardia con ella desde el puente de mando y se preocupa por los que peor lo están pasando sin desatender nunca sus labores profesionales y sin perder la perspectiva en una situación crítica. “La misión del Open Arms era rescatar vidas que otros dejan naufragar. La mía, visibilizar aquel drama que el mundo se empeña en ignorar”.
El texto culmina con el capítulo “Vidas rescatadas” en el que Yolanda Álvarez cuenta dónde están algunos de sus compañeros de singladura en la actualidad, aunque advierte que para ello necesitaría “otro libro”. Mientras lo escribe tendremos que conformarnos con sus crónicas de periodismo humano, esas que acercan “historias que en un principio pueden parecer lejanas, pero que en cualquier momento nos podrían suceder a cualquiera de nosotros”.