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Coronavirus | EE.UU.

La pandemia empeora en EE.UU. con más de 10 millones de casos mientras Trump se enroca en su disputa electoral

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Centro de pruebas diagnósticas de coronavirus en Nueva York
Centro de pruebas diagnósticas de coronavirus en Nueva York.

La pandemia del coronavirus en Estados Unidos, que este lunes rebasaba el umbral de los diez millones de infectados, avanza sin freno por el país ajena al enfrentamiento político y amenaza con complicar los primeros meses del mandato de Joe Biden.

La fijación de Donald Trump por disputar su derrota electoral al presidente electo pone de manifiesto el contraste entre la Administración saliente y su heredera. El republicano, que contrajo la enfermedad en plena campaña, sigue obviando la propagación del SARS-CoV-2, sin siquiera mencionar las cifras diarias de contagios, que en la última semana han superado los 100.000 casos diarios, según la Universidad John Hopkins.

De hecho, sus últimas referencias a la pandemia han sido la amenaza del despido de su principal virólogo, Anthony Fauci, y un mensaje en Twitter con el que celebraba la "gran noticia" del avance de la vacuna de Pfizer

Mientras, el demócrata desgranaba el lunes su estrategia para hacer frente a un virus sin control cuando llegue a la Casa Blanca en pleno invierno, un plan que incluye la obligatoriedad del uso de mascarillas, el aumento de pruebas diagnósticas y el refuerzo de medidas de seguridad en espacios públicos. "Las elecciones han terminado y es hora de poner fin al partidismo. [...]. No seré presidente hasta el 20 de enero, pero mi mensaje es que, independientemente de a quien votaron, su partido, o su opinión, podemos salvar decenas de miles de vidas solo con llevar una mascarilla. Se lo suplico, póngansela", afirmaba en rueda de prensa tras la creación de su comité de expertos.

Pero, independientemente de sus planes y sus buenas intenciones, lo cierto es que el demócrata no podrá implementar su plan hasta dentro de más de dos meses. Y los expertos vaticinan que el repunte actual de contagios se traduzca en un preocupante legado sanitario en enero.

Biden presente su estrategia contra la pandemia

Más de 100.000 contagios al día

Estados Unidos es desde hace meses el país con más casos y muertes del mundo y en abril ya se convirtió en epicentro mundial de la pandemia. Este lunes superaba los diez millones de casos confirmados, una cifra que supone casi el 20 % del total de infectados en todo el mundo, y en la última semana detecta más de 100.000 casos al día.

En marzo, el presidente declaró la emergencia nacional y cerró fronteras, pero dejó en manos de los Gobiernos federales la aplicación de confinamientos y otras medidas restrictivas. Entonces, las estimaciones iniciales de la Casa Blanca indicaban que, en el mejor de los casos,  Estados Unidos registraría entre 100.000 y 240.000 muertes durante la pandemia. Pero Trump rebajó la cifra a alrededor de 60.000 decesos, para después augurar unos 100.000, una cifra que la realidad ya ha duplicado.

Varios estados optaron por la reapertura en verano solo para verse obligados a dar marcha atrás a finales de agosto, y cuestiones como la seguridad ante el inicio del curso electoral volvió a enfrentar al presidente con gobiernos demócratas.

El otoño y las actividades de campaña del último mes han podido contribuir a la propagación de un virus que no entiende de batallas políticas. El domingo, el país registró 109.201 nuevos contagios, una leve reducción del récord de 127.021 infecciones reportadas el viernes, y ya suma más de 237.000 fallecidos.

En los últimos días, el virus se está acelerando en estados como Minneapolis, Wisconsin, Illinois, Indiana, Michigan, Oklahoma o Arkansas, que ya superan una incidencia de 60 casos por cada 100.000 habitantes, cifra que rebasa los 100 en zonas de Montana o Idaho, según el seguimiento del diaro The New York Times. Mientras, Nueva York y Nueva Jersey temen ya las consecuencias de una segunda oleada.

La batalla electoral, prioridad para Trump

Cuando contrajo la COVID-19, el presidente tuvo ante sí una oportunidad para cambiar su retórica sobre el "virus chino", pero optó por referirse a su contagio como una "bendición de Dios", de la que pudo recuperarse con un tratamiento experimental que no está al alcance del ciudadano medio.

Después de meses contradiciendo a sus asesores científicos, el mandatario abogó por la apertura del país -su prioridad era la economía-, se burló de su adversario por su seguimiento de medidas de distanciamiento social y llegó a insinuar que los médicos ganan más dinero cuando alguien muere de COVID-19.

Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso - El coronavirus, protagonista del último debate Biden-Trump - Escuchar ahora

Ahora, con unas elecciones perdidas, Trump sigue inmerso en su ofensiva legal contra el resultado de un proceso que tilda de fraudulento y evita pronunciarse sobre los síntomas del empeoramiento de la pandemia. Varios medios estadounidenses apuntan a que su campaña está estudiando la posibilidad de organizar mítines para difundir sus críticas a los comicios en sus dos últimos meses al frente de la Administración.

De hecho, aliados de su campaña como su hijo y su abogado personal han llegado a insinuar que el anuncio de Pfizer sobre la vacuna es "sospechoso" por haberse producido después de la victoria de Biden. "Sabían [que la vacuna era eficaz] pero lo ocultaron del público a propósito", ha escrito Donald Trump Jr. en Twitter.

Y en la víspera de una turbulenta transición de poderes, el empeoramiento de la pandemia solo apunta a una dirección: a mayor número de casos, mayor número de hospitalizaciones que, en el peor de los casos, elevarán el balance mortal en EE.UU. cuando Biden asuma el poder.