La COVID persistente afecta a las mujeres jóvenes y sus síntomas se mantienen más de seis meses
- La primera encuesta nacional sobre la enfermedad revela que los afectados tienen una media de edad de 43 años
- Al 72% de los pacientes les supone un gran esfuerzo salir de casa: "Tengo taquicardias en cuanto subo dos tramos de escaleras"
Casi 40.000 personas han muerto en España con COVID-19. Son la punta de un iceberg en cuya base están, al menos, 2.000 pacientes a los que la enfermedad no les afecta de forma severa, pero sí constante. Es el caso de María Eugenia, enfermera de UCI en un hospital de Madrid, que el 22 de marzo empezó a tener fiebre y dolor de cabeza. No llegó a estar grave ni ingresada, pero, ocho meses después, los síntomas de la COVID siguen ahí.
“Tengo pérdidas de memoria y cambio las palabras de orden. Era una persona muy activa que iba al gimnasio. Ahora me tengo que conformar con sacar al perro. Con 43 años estoy haciendo lo que haría una persona de 70”, nos cuenta María Eugenia. Su perfil encaja a la perfección con el que retrata la primera encuentra nacional sobre la COVID persistente que ha elaborado la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.
El estudio concluye que ocho de cada diez afectados por la COVID persistente son mujeres que no han tenido grandes problemas de salud a lo largo de su vida. Además, a diferencia de lo que ocurre en la fase aguda del virus, esta enfermedad se ceba con las personas jóvenes. Los afectados tienen una media de edad de 43 años y los síntomas, según el estudio, persisten al menos 185 días.
“La COVID persistente puede afectar hasta a seis órganos distintos al mismo tiempo. Son frecuentes los síntomas neurológicos, digestivos o cardiovasculares”, explica Pilar Rodríguez Ledo, responsable de investigación de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. “Al 72% de los afectados les resulta muy difícil poder salir de casa para trabajar y el 30% tiene problemas para realizar tareas básicas como el aseo personal”, asegura.
En un limbo sanitario
A esos síntomas físicos hay que añadir el daño psicológico que provoca la enfermedad. “Un día te levantas bien y te crees que esto ya se ha acabado y a los dos días vuelven los síntomas. Es agotador. Llevo muchos meses con ello y no sé si se me va a ir”, lamenta María Eugenia, que ha tenido que asegura que no puede mantener el ritmo de la vida que tenía hace unos meses. “Tengo taquicardias en cuanto subo dos tramos de escaleras”, afirma.
“Con la PCR negativa, los sanitarios tenemos que incorporarnos. En teoría, estamos curados, ese es el problema“
Pese a todo, María Eugenia sigue trabajando en el hospital. “Con la PCR negativa, los sanitarios tenemos que incorporarnos. En teoría, estamos curados, ese es el problema”, denuncia. Por eso, los expertos reclaman que se elabore un protocolo para tratar a este tipo de pacientes que se encuentran en una especie de limbo sanitario. “Es razonable que nuestra prioridad hayan sido las personas que tenían un riesgo de muerte, pero no podemos olvidarnos de estos pacientes que demandan una asistencia continua”, asegura la doctora Rodríguez Ledo.
El primer paso, asegura, es reconocer su existencia. “El sistema sanitario no está preparado para atenderles. Al no estar incluidos en un protocolo oficial, cada profesional los trata según su buen criterio. Es fundamental que la atención que reciben sea homogénea”, explica la doctora.
Para combatir esa invisibilidad y darse calor mutuo, 2.000 afectados de varios puntos de España se han agrupado en la plataforma ‘Covid long’. “Encontrar a gente que no conoces y siente lo mismo que tú te ayuda a llevarlo mejor y a luchar con más fuerza para que las instituciones se impliquen más”, concluye María Eugenia.