La mutilación genital, el riesgo al que se enfrentan más de 3.600 niñas en España
- El mayor riesgo está en viajes a países de origen de familias que no están concienciadas contra la ablación
- La Delegación del Gobierno contra la violencia sobre las mujeres y la Fundación Wassu-UAB han realizado un informe de ámbito nacional
A veces, un largo viaje a la tierra de origen para visitar a la abuela puede acabar con los sueños y el bienestar de una niña. Es el riesgo que sufren muchas niñas y adolescentes cuando viajan a las tierras de sus ancestros y allí, por tradición cultural y, a veces, religiosa, son sometidas a algún tipo de ablación genital. Una tradición, un rito de iniciación que las mutila y condiciona toda su vida.
En España, viven 15.562 niñas originarias de países del África Subsahariana donde es común esta práctica, como Gambia, Senegal, Nigeria, Ghana o Guinea. Y de ellas, unas 3.650 corren el riesgo de sufrir alguna forma de mutilación genital, según un estudio sobre la Mutilación Sexual Femenina en España, realizado por la Fundación WASSU-Univ. Autónoma de Barcelona con el apoyo de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género.
En ese estudio se ha contemplado la información y la concienciación de muchas familias, que hacen que el riesgo no las alcance a todas.
Aprovechan unas vacaciones en el país de origen
Según la directora de la Fundación Wassu, la doctora Adriana Kaplan, estas prácticas han aumentado en los últimos años, aunque considera que no se realizan en España, ya que se sabría dado que la mutilación genital femenina provoca diversas complicaciones serias, como hemorragias o infecciones, que serían detectadas en los servicios de pediatría y que, además, conllevan un largo absentismo escolar.
No se sabe con exactitud cuántas la han sufrido. La mutilación genital femenina se practica en 30 países del África Subsahariana, así como en varios países de Oriente Medio y Asia. Pero en buena parte de esos países, la mutilación genital femenina está prohibida. En España, es un delito castigado con una pena de prisión entre 6 y 12 años si la realiza una persona con nacionalidad española o con residencia en territorio español.
“Las abuelas son las que más presionan para realizarla“
Para el estudio, se entrevistó a 82 familias originarias de algún país donde se practica la mutilación genital femenina y residentes en España. Los resultados revelan que el 60% de las mujeres había sufrido alguna forma de mutilación, el 70% sabía que era delito dentro y fuera de España, pero solo un 52% que lo era en su país de origen. La mayoría de sus hijas nacieron en España y el 65% de ellas viajaron alguna vez al país de sus padres, quienes siguen manteniendo estrechos lazos con sus familiares. Las abuelas son las que más presionan para realizarla.
Acabar con una práctica violenta que se entiende como tradición
Estos viajes a la comunidad familiar de origen constituyen el principal riesgo para las niñas y adolescentes. En el 70% de los casos se habló durante esas vacaciones de la mutilación genital femenina. Considerada como una práctica tradicional, de integración en la comunidad y que asegura el matrimonio y el honor familiar, en el 31% de los casos algún familiar quería realizarla a la niña o adolescente, por lo general la abuela, en particular la paterna.
Pero muchas mujeres no se atreven a denunciar o les da vergüenza, así que no es una cuestión que se consulte en los servicios médicos. Sin embargo, la mutilación genital femenina tiene consecuencias perjudiciales en su salud e incrementa el riesgo de complicaciones obstétricas y muertes neonatales. Gran parte de las madres, ellas mismas mutiladas, desconocen que sus propios problemas de salud se deben a la ablación.
“Los profesionales de la atención primaria son fundamentales para mediar y prevenir“
La mediación intercultural, explicar esas consecuencias negativas para la salud es el primer paso. Por ello, según la doctora Adriana Kaplan, es fundamental el papel de los profesionales de Atención Primaria en tareas preventivas y de mediación. Para ello deben establecer una buena relación con la familia, concienciarla de los peligros y del engaño en el que están las abuelas y madres, el mismo al que han sometido tradicionalmente a sus nietas e hijas.