Jóvenes extutelados extranjeros: en un callejón sin salida sin recursos económicos ni papeles
- La campaña #uncallejonsinsalida quiere cambiar la Ley de Extranjería para facilitar el futuro a estos jóvenes al cumplir los 18 años
- Hay organizaciones que facilitan pisos asistidos donde se les asesora tanto loboral como emocionalmente
Naomi es una joven de 22 años que llegó a España con meses, acompañando a sus padres desde la República Democrática del Congo. Vinieron a trabajar a Tarragona. Conflictos familiares hicieron que se trasladase a Guadalajara y que a los 7 años ingresase en una casa de acogida. Al cumplir los 18 años se fue a vivir a un piso asistido por la Asociación Vasija. “El cambio fue muy fácil porque te preparan para cuando cumples los 18, me han enseñado a ser una persona autónoma y autosuficiente”, explica.
“El cambio fue muy fácil porque te preparan para cuando cumples los 18, me han enseñado a ser una persona autónoma y autosuficiente“
Raúl Rodríguez, gerente de la asociación y vicepresidente de la Federación de Entidades con Proyectos y Pisos Asistidos (FEPA), aclara que en los pisos asistidos reciben acompañamiento. Se les asesora en la realización de tareas, en las gestiones, y se les da también apoyo emocional y para la inserción laboral.
Rechazo y trabas por ser extranjera
“Los mayores problemas llegaron cuando dejé el piso asistido. Tenía que hacerme cargo de mis propias cosas, como llevar al día los papeles, y eso me costó mucho. También vivir con personas que no conocía”. Naomi comenta que además encontró dificultades a la hora de encontrar piso, “no entendían mi situación y alguno me rechazó por ser extrajera”.
A pesar de que cuando estaba en el Instituto le insinuaron que estudiar no era lo suyo, terminó bachillerato, hizo un ciclo superior de Integración Social y ahora estudia Trabajo Social en la Universidad Complutense. Además, trabaja. Mensualmente recibe una ayuda de la Junta de Castilla-La Mancha destinada a jóvenes extutelados. “Siempre he sido muy organizada con el dinero, así que, con esos 400 euros, más los ahorros de lo que voy trabajando, me administro”, nos comenta satisfecha.
“Yo tengo amigos que su preocupación diaria es si van a tener dinero para el fin de semana o si su madre está cabreada, yo tengo que estar pendiente de pagar la comida, pagar mis estudios, hacer la declaración de la renta“
En la Universidad también encontró trabas, “por no ser española tengo que pagar 300 euros más de matrícula, eso me molesta mucho”, nos dice.
Naomi, como el resto de los jóvenes extutelados, ha dado un salto precipitado a la madurez. “Yo tengo amigos que su preocupación diaria es si van a tener dinero para el fin de semana o si su madre está cabreada, yo tengo que estar pendiente de pagar la comida, pagar mis estudios, hacer la declaración de la renta…”, nos cuenta con una sonrisa resignada.
Un callejón sin salida
Naomi dispone de permiso de residencia y trabajo, pero no todos los jóvenes en su situación tienen esa suerte. La campaña “Un callejón sin salida”, que promueve la Federación de Entidades con Proyectos y Pisos Asistidos, pide que se cambie la Ley de Extranjería. Una norma que en estos momentos exige unos requisitos imposibles de cumplir a jóvenes de 18 años, que hasta ese momento han vivido en un entorno protegido, y que necesitan renovar su permiso de residencia.
“Se quedan sin derechos, porque sin papeles pierden su derecho a sanidad, a subvenciones, a trabajar“
Se les pide que acrediten contar con medios de vida propios, una cuantía que para las segundas renovaciones es del 400% del IPREM, más de 2.000 euros. “Eso es imposible, se quedan sin derechos, porque sin papeles pierden su derecho a sanidad, a subvenciones, a trabajar”, lamenta Raúl Rodríguez, que denuncia que estos jóvenes “están condenados a una situación de marginalidad porque no les dejamos otra opción”.
Un valor para la sociedad
Raúl insiste en que “son sujetos muy valiosos que cuando se les da la oportunidad y el apoyo mínimo nos lo devuelven con creces, como trabajadores, formando sus familias, siendo los españoles del futuro, o como en el caso de Naomi, que además hace voluntariado en la asociación”.
Y ella también reitera “no tengo la nacionalidad pero me he criado aquí, trabajo aquí y pago mis impuestos aquí; todas las personas aportan algo a la sociedad no nos pueden discriminar por una situación de la que no tenemos la culpa”. Y lanza una petición a la sociedad “no importa si me he criado en una casa de acogida, en un barrio marginal o si soy la más rica de España, juzgarme por lo que soy no por lo que creas o lo que te digan que puedo llegar a ser”.